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Preguntas más frecuentes

¿Qué especialistas tratan los trastornos de ansiedad?

Los profesionales especializados en el tratamiento de los trastornos de ansiedad son los psicólogos clínicos y los psiquiatras. Habitualmente trabajan en equipo o mantienen algún tipo de relación profesional.

El tratamiento psicológico se considera básico y esencial en este tipo de problemas.

Dependiendo del caso y del trastorno, a veces es útil seguir una combinación de terapias farmacológicas (dirigidas por el psiquiatra) y psicológicas (dirigidas por el psicólogo). Las primeras ofrecen resultados más rápidos en el control de los síntomas y requieren una menor implicación del paciente en la resolución del problema, sin embargo, la estabilidad de la mejora una vez suprimidos los tratamientos es menor. Los tratamientos psicológicos, también se ocupan del control de los síntomas, pero van más allá y ayudan al paciente a desarrollar estrategias para una gestión más satisfactoria de la ansiedad, de los factores que la originan y mantienen, y de su prevención.

Es conveniente buscar profesionales especializados y con experiencia en el tratamiento de los trastornos de ansiedad, que tengan la posibilidad de trabajar en equipo y de manera integrada.

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Tratamiento de la Ansiedad

Plantas medicinales en el tratamiento de la ansiedad

Introducción

Evidencias de la eficacia del uso de hierbas medicinales en el tratamiento de la ansiedad.

Las hierbas medicinales son hoy en día muy populares y se ha generalizado su uso para paliar síntomas fisiológicos. Muchos trastornos psicológicos tienen asociadas manifestaciones fisiológicas que encajan en las normalmente tratadas con hierbas medicinales. Quizá el ejemplo más claro es el uso común de Valeriana en el tratamiento del insomnio. El insomnio de primera hora (problemas para conciliar el sueño) está muy relacionado con la ansiedad. De hecho, muchos fármacos tienen esta doble indicación; insomnio y ansiedad, por ejemplo las benzodiacepinas.

Si bien existen fármacos con demostrada eficacia para el tratamiento de la ansiedad, su principal inconveniente son los efectos secundarios que, aunque no son graves, pueden ser incómodos e incluso motivo de abandono del tratamiento.

Al tratamiento con hierbas medicinales se le supone menos efectos secundarios y una eficacia, al menos, moderada. Pero para poder afirmar esto han de hacerse estudios controlados en los que se comparen los efectos del tratamiento con estas sustancias.

¿Qué es un estudio controlado?

Para determinar la eficacia de una sustancia (por ejemplo de un fármaco) primero se determina su indicación (es decir, para que se va a utilizar). Si se pretende usar una sustancia para tratar la ansiedad, se debe demostrar que el uso de esta sustancia provoca cambios que se reflejan en la disminución de esta ansiedad.

En el lenguaje científico la sustancia se la denomina variable independiente y las consecuencias de esta se las llama variables dependientes (“dependen de la primera”).

El objetivo principal de un estudio de este tipo es determinar relaciones entre las variables independientes y dependientes (entre una sustancia y sus efectos) y para que estos resultados no estén “contaminados” se han de evitar otras influencias. A estas influencias se las denomina variables extrañas.

Los grupos

Pero para determinar la eficacia de una sustancia no vale con medir los resultados en un test. (Variable independiente: sustancia; variable dependiente: resultados test.). Para saber que es eficaz ha de compararse con los resultados obtenidos por un periodo igual de no-tratamiento, tratamiento placebo u otra sustancia que ya haya demostrado su eficacia. Para esto se crean grupos a los que se da un “tratamiento” diferente. Uno de estos grupos tiene que estar recibiendo el tratamiento que quiere estudiarse.

¿Qué es un placebo? Un placebo es un tratamiento inocuo, la diferencia con el no-tratamiento es que en el placebo el sujeto “cree” que está recibiendo tratamiento pero no es así.

De manera resumida podríamos decir que un tratamiento es eficaz si demuestra mejores resultados que un tratamiento placebo, mejor que un no-tratamiento o al menos, resultados similares al tratamiento con otra sustancia de eficacia probada.

¿Qué es un meta-análisis?

Es el estudio de varios estudios. Hoy en día se publican muchas investigaciones científicas. Los meta-análisis son como “resúmenes” de varias investigaciones de manera que pueden dar una visión general sobre el conocimiento o sobre los resultados que se están obteniendo sobre un determinado tema.

Los meta-análisis cuentan con la ventaja de establecer criterios de inclusión o exclusión. Esto significa que no todos los estudios sobre un tema están en un meta-análisis sino solo los que cumplen sus criterios. Esto se hace para evitar que estudios sin el control adecuado alteren los resultados.

Valeriana

Existen pocos datos acerca de la eficacia de la Valeriana para el tratamiento de la ansiedad. Menos aún que cumplan criterios científicos. En las revisiones más recientes (Miyasaka y cols, 2008), sin embargo, se apunta un estudio interesante y metodológicamente correcto que compara los efectos de la valeriana con placebo y administración de Diacepam. El estudio utilizó sujetos diagnosticados de ansiedad generalizada y se midieron los resultados con tests normalizados (HAM y STAI).
Lamentablemente se trata de un estudio piloto y la muestra (número de personas que participaron) es muy pequeña por lo que es difícil que puedan generalizarse los resultados.

Valeriana vs. Placebo

No se han encontrado diferencias significativas. Esto significa que tras las oportunas técnicas estadísticas se determina que las diferencias entre los resultados no pueden explicarse por el efecto de la sustancia.

Esto no quiere decir necesariamente que la Valeriana sea igual de efectiva que u

placebo (que recordemos, es un tratamiento inocuo, sin efecto). La interpretación más plausible es que el número de participantes no permite dar datos suficientes para obtener resultados.

Valeriana vs. Diacepam

Tampoco se encontraron diferencias significativas. ¿Significa esto que valeriana y diacepam son igual de eficaces? No necesariamente. Recordemos que el Diacepam es un ansiolítico con demostrada eficacia. La valeriana no puede ser igual de eficaz que el placebo e igual de eficaz que el diacepam a la vez. La conclusión es que no puede determinarse la eficacia de la valeriana a partir de este estudio

Valeriana: conclusión

Hay un interés científico por determinar la eficacia de esta hierba en cuanto a su uso para el tratamiento de la ansiedad. Lamentablemente, tendremos que esperar a que se hagan más estudios, con más sujetos y que comparen la valeriana con el no-tratamiento y otros tratamientos eficaces.

Pasionaria

En recientes revisiones (Miyasaka y cols, 2008b) se han analizado dos estudios que suman 198 pacientes. En ambos se comparó la pasionaria con un grupo de fármacos (benzodiacepinas) que son utilizados con frecuencia para el tratamiento de la ansiedad. En estos estudios se analizaron también los efectos secundarios.

Pasionaria vs. Benzodiacepina

No se hallaron diferencias significativas. Tanto el grupo pasionaria como el grupo benzodiacepinas mostraron un índice similar de mejora. Tampoco hubieron diferencias en efectos secundarios.

Pasionaria: conclusión

Que no hayan diferencias entre la pasionaria y las benzodiacepinas puede significar que son igual de eficaces o bien, como ocurría con la valeriana, que el tamaño de la muestra (número de participantes) sea insuficiente dando problemas para su análisis estadístico.

Los pocos participantes, los pocos estudios, y el hecho de no haber comparado los efectos de la pasionaria con el no-tratamiento o el tratamiento placebo hace que no pueda concluirse que sea eficaz. Los autores recomiendan que se siga investigando sobre esta hierba con más participantes.

Extracto de Kava

En revisiones actuales (Pittler, 2008) se analizan los resultados de 11 estudios que suman un total de 665 participantes. La comparación se hizo con un grupo placebo y se utilizaron medidas estandarizadas para la ansiedad (cuestionarios comúnmente utilizados en la clínica)

Kava vs. Placebo

El extracto de Kava resultó ser más eficaz que el tratamiento placebo. Se concluye que el extracto de Kava parece ser una opción efectiva para el tratamiento de los síntomas de la ansiedad. Los efectos secundarios observados fueron pocos, leves y transitorios. No obstante, hay dudas sobre su seguridad, sobre todo a largo plazo, motivo por el que en algunos países aún no se comercializa, a la espera de resultados más concluyentes.

Ginko Biloba

Se ha encontrado un estudio que compara los efectos de esta hierba frente al placebo en pacientes con TAG (Trastorno de ansiedad generalizada). Los resultados se midieron mediante la escala Hamilton.

Ginko Biloba vs. Placebo

El extracto de Ginko Biloba fue más eficaz que el placebo en el tratamiento de los síntomas de ansiedad en pacientes de TAG. Además resultó que los efectos secundarios fueron leves (sobre todo de tipo alérgico) y no parece haber riesgo de dependencia.

Ginko Biloba: Conclusión

El extracto de Ginko Biloba puede ser una opción de tratamiento para la ansiedad en un futuro. Al tratarse solo de un estudio no puede concluirse aunque sea una opción de tratamiento hasta que estos datos no se confirmen con más estudios. Además sería necesario que se compare con otros tratamientos, actualmente bien establecidos para la ansiedad.

Calderona amarilla

Se ha encontrado un estudio que compara esta hierba mexicana con un ansiolítico benzodiacepínico: el loracepam. Ambos grupos estaban compuestos por pacientes diagnosticados de TAG y se les administró el tratamiento durante 4 semanas.

Calderna amarilla vs. Loracepam

Los autores encontraron una efectividad similar entre la calderna amarilla y el loracepam. Concluyen que son igual de seguros y que la calderna amarilla presenta mejor tolerabilidad.

Calderna amarilla: Conclusión

El estudio concluye que la Calderna amarilla es tan efectiva y segura como el Loracepam y mejor tolerada.

Al tratarse solo de un estudio los resultados han de ser tomados con cautela. Se debe seguir estudiando la efectividad y seguridad de esta hierba en grupos grandes y durante más tiempo. Además sería necesario comparar este tratamiento con otros bien establecidos, tratamiento placebo y no-tratamiento.

Preparado de espino blanco, amapola de Califonia y magnesio

Se ha encontrado un estudio en el que se compara la efectividad de este preparado con el placebo en pacientes con TAG.

Preparado de espino blanco, amapola de california y magnesio vs. Placebo

Se encontró que el preparado de espino blanco, amapola de california y magnesio fue más efectivo que el placebo mejorando síntomas de ansiedad ligera o moderada. Además, se encontró que esta diferencia aumentaba con el tiempo de tratamiento. Los efectos secundarios registrados fueron de carácter leve o moderado, tratándose principalmente, de efectos digestivos o psicológicos.

Preparado de espino blanco, amapola de california y magnesio vs. Placebo: Conclusión

Los autores concluyen que puede tratarse de una opción para el tratamiento de ansiedad leve o moderada. De todas formas, se trata aun de evidencia escasa para poder justificar su uso.

Conclusiones en la investigación de las hierbas medicinales en el tratamiento de la ansiedad

Si bien el uso de hierbas medicinales es generalizado, es ahora que la ciencia se interesa por demostrar su eficacia y seguridad con estudios similares a los que se realiza con medicamentos. Sobre el uso de estas sustancias en el tratamiento de la ansiedad hemos encontrado meta-análisis de estudios sobre tres hierbas: Valeriana. Pasionaria y Kava (extracto de Kava). Además, la bibliografía actual cuenta con algunos estudios metodológicamente correctos sobre otras hierbas medicinales, tales como el Ginko Biloba, la calderona amarilla o preparados como el de espino blanco, amapola de california y magnesio.

En estos estudios se comparan los efectos de estas hierbas con el de un placebo (un tratamiento inocuo) o con fármacos para la ansiedad (solo se han comparado con benzodiacepinas).

Los resultados de estos estudios son:

-No se ha podido comprobar la eficacia de la valeriana o la pasionaria para el tratamiento de la ansiedad. Los estudios de estas dos sustancias tienen algunos problemas como el número reducido de participantes

-Se han estudiado otras hierbas como: Ginko Biloba, calderona amarilla, y el preparado de espino blanco, amapola de california y magnesio. Estas hierbas pueden ser efectivas y son relativamente seguras pero aún se han de replicar estos estudios y potenciar su metodología para poder establecer conclusiones. Se necesitan estudios con un mayor número de sujetos para poder determinar la eficacia de estas sustancias.

-Se puede considerar que el extracto de Kava es eficaz para el tratamiento de los síntomas de la ansiedad a corto plazo. Debería estudiarse su eficacia a largo plazo y su seguridad a largo plazo ya que algunos estudios apuntan riesgo de toxicidad hepática.

Recuerde

Las llamadas plantas medicinales no son inocuas, ni necesariamente seguras; pueden tener efectos secundarios, contraindicaciones, interactuar negativamente entre sí, con otras substancias o con determinados problemas de salud. Su consumo debe hacerse bajo conocimiento y orientación de los especialistas sanitarios.

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FuenteFabio Falcón (2009). Clínica de la Ansiedad. Tratamiento de las ansiedad en Madrid y Barcelona. Psicólogos y psiquiatras.

Referencias

– Miyasaka LS, Atallah AN, Soares BGO. 2008. Valeriana para los trastornos de ansiedad (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca Cochrane Plus, Número 2. Oxford: Update Software Ltd. Disponible en: http://www.update-software.com. (Traducida de The Cochrane Library, 2008 Issue 2. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.).

– Miyasaka LS, Atallah AN, Soares BGO. 2008. Pasionaria para el trastorno de ansiedad (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca
Cochrane Plus, 2008b Número 2. Oxford: Update Software Ltd. Disponible en: http://www.update-software.com. (Traducida de
The Cochrane Library, 2008 Issue 2. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.).

– Pittler MH, Ernst E. 2008. Extracto de Kava para el tratamiento de la ansiedad (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca Cochrane Plus, Número 4. Oxford: Update Software Ltd. Disponible en: http://www.update-software.com. (Traducida de The Cochrane Library, 2008 Issue 3. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.).

– Grupo de Trabajo de la Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Trastornos de Ansiedad en Atención Primaria. 2008.
Madrid: Plan Nacional para el SNS del MSC. Unidad de Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Agencia Laín Entralgo. Comunidad de Madrid. Guías de Práctica Clínica en el SNS: UETS Nº 2006/10.

 

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Prevención de la Ansiedad

Administración de preocupaciones

Introducción

Solemos decir que la ansiedad no nos deja concentrarnos en una conversación, en ver la televisión, en una lectura o en el trabajo. Sin embargo, los sistemas encargados de la gestión de amenazas de nuestro cerebro tienen otra opinión: lo que constituye una distracción es leer, conversar, o ver la televisión, si hay declarado y sin controlar algún incendio. Entiéndase de manera real o metafórica.

Dicho sistema de gestión de amenazas considera que los recursos de atención, procesamiento de datos y respuesta, en caso de conflicto o incompatibilidad entre tareas, han de disponerse preferentemente al servicio y resolución de los asuntos de consecuencias más amenazantes. Si no lo hacemos así, entiende que estamos siendo imprudentes y, cambiando el orden de valores y prioridades, actuando de modo inseguro. En ese caso, en la pantalla de nuestra conciencia, vamos a recibir automáticamente una serie de avisos y recordatorios, en forma de pensamientos, imágenes o sensaciones, que vienen a decirnos “no te olvides del peligro”, «¡ojo con el incendio!”, “Si, si…tu fíate de la virgen y no corras…”.

Si, por ejemplo, soy hipocondríaco, siento mi salud seriamente amenazada, el resto de cosas pareciera no tener tanta importancia y, aun cuando las haga y me ocupe de ellas, los pensamientos, imágenes y sensaciones importunas me tomarán al asalto, urgiéndome a entrar en ellos. Cuanto más angustiados estemos por el incendio y sus consecuencias, más persistentes e insidiosos serán esos avisos, que, naturalmente, quisiéramos que se fueran y no nos importunaran.

Volviendo al ejemplo, ¿tendría el presunto problema de salud peor evaluación, peor pronóstico, peor tratamiento, o consecuencias, si en lugar de contestar a esas inquietudes perturbadoras ahora, en el momento en que me asaltan, lo pospongo a un momento del día fijado previamente, y allí lo planteo, lo desarrollo, decido qué pasos seguir o no. Parece que la respuesta es no. Sin embargo, siento la urgencia, la prioridad absoluta de hacerlo ahora, de entrar en las bases de datos de internet o de mi cabeza y activar la búsqueda “dolor de cabeza y tumor cerebral”. De entre todos los resultados u ocurrencias ¿Cuáles me saltan a la vista y me quedan grabados a sangre y fuego? Los más desfavorables. Los peores. ¿Cómo salgo de esa consulta, más o menos angustiado que antes? Más angustiado. Pero yo no entre para eso, entré para tranquilizarme. El resultado, sin embargo, es más angustia, más avisos importunos.

¿Qué ha pasado?. Me digo a mi mismo que he estado ocupándome del cáncer (su detección, sus consecuencias). No es verdad. Podría hacerlo en otro momento sin merma de su estudio, afrontamiento y resultados. No es eso lo que explica la urgencia, la impulsividad, que me lleva a pensarlo precisamente ahora, máxime cuando paralélamente tengo otras tareas entre manos. En realidad me estoy ocupando de la angustia que me produce el asunto. Y esa angustia, que me atormenta, no puedo aplazarla, la siento ya, aquí, ahora.

He elegido el momento de hurgar en el asunto no en función de sus necesidades y requerimientos, si no en función del estado emocional asociado, que de hecho es el que quiero regular. Y sería, ¿por qué no?, un objetivo legítimo. El problema es que esa manera de proceder empeora mi estado emocional. El mismo estado emocional que me está lanzando las preguntas importunas y hasta capciosas, me va a dictar la respuesta. En esa tesitura las preguntas son inquietantes, pero las respuestas lo son tanto o más. Las posibilidades de generar respuestas objetivas disminuyen, las de generar respuestas ansiógenas aumentan.

Podemos concluir, pues, que elegir el momento de atender las preocupaciones en función del estado emocional del momento puede ser un error, de consecuencias indeseables. Sin embargo, es cuando tenemos más tendencia o necesidad de hacerlo porque queremos quitarnos de encima el malestar que experimentamos. Ahí está el truco de la hora de preocuparse, un momento del día fijado de antemano, lejos de la hora de ir a dormir. Nos garantiza que no vamos a elegir el momento de ocuparnos de las preocupaciones en función del estado emocional. En cierto modo podemos consideran esta pauta como un procedimiento de gestión emocional, no solo del pensamiento.

Un símil y una pregunta finales. Si tuviéramos una herida –pongamos aquello que origina nuestra ansiedad- que nos produce dolor y mucho picor –pongamos las manifestaciones de la propia ansiedad-, ¿elegimos el momento de curar la herida en función de cuándo nos duele o nos pica?. Rascarse y toquetear la herida cada vez que nos pica o duele, con más ahínco si el dolor y en picor son mayores ¿reduce el dolor y el picor a medio y largo plazo, o siquiera a corto?.

Administración de  las preocupaciones

Ante la eventual aparición de un peligro, el organismo reserva prioritariamente gran parte de sus recursos -atencionales, de pensamiento, motores y metabólicos- para la disposición de acciones defensivas, en detrimento de otras acciones que quedan relegadas o asistidas bajo mínimos. Si por ejemplo, pongamos por caso, un recolector acude a comer a un determinado paraje, donde, en un momento dado, aparecen señales de la posible presencia de un león en las cercanías, tiene mucho sentido adaptativo para su supervivencia – y por extensión para la de la especie- que su organismo entienda que ha de preocuparse y ocuparse, preferentemente, de que no lo coman a él , antes que de comer, disponiendo las operaciones pertinentes:

  • Agudizar los sentidos respecto de estímulos relevantes indicadores de la evolución de la amenaza – atención selectiva, sesgo atencional-.
  • Obstaculizar la recepción y procesamiento de otros estímulos no relacionados con la amenaza (textura, color o forma de las hierbas alimenticias, en este caso) . El organismo considerará una distracción injustificada atender otra cosa que no fuera el posible peligro inminente.
  • Relacionar con la amenaza posibles indicios normalmente neutros o de procedencia incierta, por ejemplo movimientos de juncos por el aire –sesgo interpretativo-.
  • Prepararse para respuestas de huida o protección. Podría ser incluso que el animal defecase de forma que algunos recursos fisiológicos y metabólicos dispuestos para propiciar los procesos digestivos, se desactiven, quedando disponibles para la eventual respuesta defensiva.

La postergación de otros planes durante un tiempo limitado no tendría normalmente graves consecuencias: si no se ha podido comer ahora, se hará después o mañana. La mayoría de las amenazas a que se ven expuestas las especies animales, y el hombre hasta hace poco tiempo en términos evolutivos y filogenéticos, son puntuales, de carácter inmediato -procesos cortos de anticipación-. Sin embargo, si dichas operaciones defensivas son permanentes o muy duraderas, si requieren de largos procesos anticipatorios y no quedan zanjadas con simples operaciones motoras, se convierten en un problema, fuente de nuevas amenazas: no se podría pasar mucho tiempo sin comer, o sin dormir, con vómitos o diarreas, sin poder ocuparse de otros planes, demorables hasta cierto punto pero a la postre necesarios.

A nivel cognitivo, una de las funciones de la ansiedad es generar avisos y advertencias sobre aquellos asuntos que consideramos amenazantes y no están resueltos, de forma que no se nos olviden y nos pre-ocupemos por ellos. El procedimiento de atenderlos cada vez que se presentan, incrementará el estado de alerta, no favorecerá un afrontamiento más efectivo y restará recursos reiteradamente a otros planes que terminan también por pasarnos factura.

La hora de preocuparse

Un procedimiento podría ayudarnos en estos casos: establecer en un momento del día La Hora de Preocuparse Dicho procedimiento consiste en demorar o aplazar la consideración y análisis de los temas que nos importunan a un determinado intervalo horario del día, entre 15-20 minutos, reservado exclusivamente para considerar los asuntos inquietantes que frecuentemente nos vienen a la cabeza. No se trata de ignorar los problemas o desentendernos de ellos, antes bien destinamos un tiempo específico para ello. Nos vamos a ocupar de ellos, pero no cada vez que vengan a nuestra cabeza, o se evoquen por cualquier proceso asociativo.

No podemos hacer nada, en principio, para que no nos asalte o venga a la cabeza algún asunto inquietante o recurrente. Sí podemos, sin embargo, decidir si vamos a considerarlo ahora -planificarlo, prever determinadas consecuencias, etc-, o si por el contrario aplazamos su consideración al momento señalado, donde veremos si son procedentes y que tratamiento darles. Éste es el procedimiento que seguimos normalmente en la gestión de otros asuntos, muchos de los cuales consideramos también importantes o graves. Nos puede venir a la cabeza que hemos de hacer la declaración de renta, cuestión de la que depende que vayamos de vacaciones a un sitio u otro, por ejemplo. Sin embargo, no interrumpimos una conversación, u otra tarea en curso, para ir a buscar los papeles y certificados correspondientes, ni nos ponemos a hacer mentalmente las cuentas, calcular dónde podemos ir de vacaciones, y si nuestra familia se mostrará satisfecha o decepcionada con las opciones resultantes. Lo que hacemos es fijar un momento o sucesivamente más de uno, para ocuparnos de esas cuestiones.

La forma más elemental de que una cosa nos afecte menos -sin perjuicio de posibles iniciativas sobre su afrontamiento o consecuencias- es que nos afecte menos tiempo y nos interfiera en menos cosas. Una idea desasosegante e importuna nos puede asaltar muchas veces al día. Si no entramos al trapo cada vez que aparece y tratamos de anclarnos a la actividad que tenemos entre manos, la suma de las interrupciones no pasará de unos minutos. Si por el contrario, nos enzarzamos en supuestos, pesquisas, anticipaciones, posibles fallos,  la suma del tiempo empleado en detrimento de otras tareas se contará por horas, sin que por ello hayamos ganado más operatividad: la mayoría de pensamientos de contenido angustioso terminan por ser repetitivos. Damos vueltas a las cosas en términos muy parecidos a como hicimos esta mañana, ayer o anteayer. No es un pensamiento que nos lleve a conclusiones nuevas, a formas alternativas de actuación. Por tanto, su aplazamiento no resta eficacia a la consideración de los problemas. Simplemente, pasamos menos tiempo recreándolo, con la angustia que conlleva, y liberamos tiempo y recursos para atender mejor otras tareas, de donde se derivará una disminución de problemas añadidos y una mayor percepción de control y eficacia.

Algunos pensamientos negativos e importunos, tienen más o menos fuerza en función del estado emocional y la perspectiva que tenemos en el momento en que aparecen. El aplazamiento permite superar en parte este problema, dado que el momento en que se presenta el pensamiento amenazante y el momento en que se atiende son distintos, y probablemente el estado emocional y la perspectiva también.

La técnica del aplazamiento, pues consta básicamente de dos pasos:

  • Establecer la hora de preocuparse: fijar un determinado momento del día, de una duración entre 15-20 minutos, específicamente destinado a considerar los temas recurrentes que nos angustian. Se ha de evitar que la hora de preocuparse esté cerca de la hora de acostarse. Consultar con la almohada es un hábito inadecuado que puede interferir en la conciliación del sueño. Es aconsejable que inmediatamente después de la hora de preocuparse, se disponga una actividad con capacidad de captar nuestra atención (tareas de actividad, interactivas, etc.).
  • Aplazar o diferir a la hora de preocuparse los contenidos ansiógenos que suelen aparecer reiteradamente, a pesar de que sigan viniéndonos a la cabeza: nos centramos en la actividad que tenemos entre manos y reducimos a ruido o interferencia las llamadas de los pensamientos amenazantes, sin entrar a procesarlos, sin recrearlos, ni desarrollarlos. Tiene su dificultad, pero poco a poco puede conseguirse, no siempre, pero sí en un número elevado de ocasiones.

La técnica de aplazamiento ha de intentarse ante los primeros resbalones del pensamiento, no cuando ya estamos atollados hasta al cuello, o ya inmersos en las arenas movedizas de la ansiedad, donde cuanto más nos agitamos para salir, más nos hundimos, sin que haya ya nada a que agarrarse.

Fuente: J. C. Baeza Villarroel. Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en tratamiento de la ansiedad. Madrid y Barcelona.

Video Ilustrativo: Administración de preocupaciones

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Preguntas más frecuentes

Tratamientos de la ansiedad: ¿Cómo se desarrollan?

La intervención terapéutica conjuga, normalmente, tratamientos específicos, en función del diagnóstico principal, con otros de carácter más general en función de las características personales y circunstancias del paciente.

Normalmente, las primeras intervenciones van encaminadas a reducir los síntomas de ansiedad y la incapacitación que producen. Posteriormente se estudian y tratan los factores que originan y/o mantienen la ansiedad y otras alteraciones o dificultades que puedan acompañarla.

Habitualmente, los tratamientos incluyen aspectos relacionados con la recuperación de la salud, si se ha perdido, aspectos relacionados con la prevención, y aspectos relacionados con el desarrollo personal del paciente que de un modo u otro tienen que ver con lo que le pasa.

Video Ilustrativo

Tratamiento de la ansiedad. Dr. Carlos Baeza Villarroel

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Prevención de la Ansiedad

Ansiedad y ejercicio físico

Desde diversas instituciones relacionadas con el ejercicio físico y la salud se insiste en los beneficios que éste tiene para nuestro organismo y en la necesidad de que actividades de este tipo formen parte de nuestros hábitos cotidianos. El ejercicio físico mejora el funcionamiento de diferentes sistemas corporales: el sistema cardiovascular, locomotor, metabólico, endocrino y nervioso. Así, por ejemplo, se han descrito sus beneficios en enfermedades como la hipertensión, el asma, la osteoporosis, la diabetes mellitus tipo II y los problemas renales. Previene la enfermedad coronaria, la obesidad, las lesiones lumbares y hernias de disco y ayuda a reducir la probabilidad de padecer algunos cánceres . Por otro lado, está implicado en la regulación de diferentes funciones corporales (sueño, apetito, sexualidad).

Los efectos del ejercicio físico a nivel psicológico han sido menos estudiados. Sin embargo, se sabe que la práctica regular de ejercicio físico contribuye a mejorar nuestro estado de ánimo y a aumentar la sensación de bienestar. En los últimos años han aparecido estudios que relacionan el ejercicio físico con la ansiedad y la depresión, sugiriendo que podría ser un procedimiento natural adecuado para contribuir a la prevención y tratamiento de estos problemas. En este capítulo se abordará principalmente la relación entre la práctica de ejercicio físico y la ansiedad y cuáles son los mecanismos que intentan explicar esta asociación.

Ejercicio físico y efectos en la salud mental

La práctica de ejercicio físico tiene un efecto beneficioso sobre la ansiedad y mejora el estado de ánimo. Estos efectos se han observado en diferentes edades (niños, jóvenes, adultos y ancianos) y en ambos sexos. Los beneficios se aprecian tras una sesión puntual de ejercicio y también con la práctica regular de actividad física.

Los estudios que examinan la relación entre ejercicio físico y depresión concluyen que la práctica regular de actividad física tiene efectos antidepresivos en pacientes con niveles entre leves y moderados de depresión. Sin embargo, se desconoce la relación entre ejercicio físico y depresión severa, en la que se cree que éste puede tener una eficacia limitada como parte del tratamiento.

La mayoría de estudios aparecidos sobre la relación entre ejercicio físico y ansiedad concluyen que la práctica puntual de ejercicio puede reducir el nivel de ansiedad estado (reacción de ansiedad experimentada una situación concreta y limitada).

Asimismo, algunos trabajos indican que la práctica regular de ejercicio podría reducir los niveles de ansiedad rasgo, es decir, la ansiedad general vinculada a factores biológicos y de personalidad propia de personas predispuestas a ser más ansiosas, impresionables, con tendencia a sobre-valorar los riesgos y mantener un elevado nivel de alerta.

Quizás el trastorno más estudiado al respecto es el trastorno de pánico. Muchas personas que padecen este trastorno tienen miedo de los síntomas físicos que acompañan a un ataque de pánico: taquicardia, hiperventilación, sudoración, etc. y se muestran hipervigilantes: están muy atentos a cualquier pequeña variación en su ritmo cardíaco, sudoración, respiración… Las personas que padecen ataques de pánico tienden a interpretar de forma errónea y catastrófica las sensaciones relacionadas con la ansiedad, considerando que esas sensaciones pueden ser perjudiciales a nivel físico. La práctica de actividad física supone la activación de todo el organismo y, con ello, la activación del sistema circulatorio, respiratorio, etc. Algunas personas con este trastorno, evitan realizar conductas que requieran esfuerzo físico (mantener relaciones sexuales, subir a atracciones de feria muy movidas, bailar o hacer deporte, por ejemplo) porque temen que tras un esfuerzo elevado puedan volver a tener un ataque. Nada más lejos de la verdad. En un metaanálisis realizado a partir de 15 trabajos publicados desde 1987, de 420 pacientes con ataques de pánico sólo 5 presentaron un episodio de pánico durante la realización de ejercicio físico (O’Connor, Smith y Morgan, 2000), y muy probablemente fue debido a que asimilaron los síntomas del ejercicio físico a los de la ansiedad, asustándose de ellos y alarmándose sobre manera. Éste y otros trabajos indican que los pacientes con trastorno de pánico pueden practicar ejercicio físico intenso con un bajo riesgo de experimentar un ataque de pánico. De hecho, diversos estudios recomiendan el uso terapéutico de la actividad física de forma complementaria a los tratamientos habituales o en aquellos pacientes que se muestran resistentes a los mismos (Salmon, 2001). En estos casos, no obstante es conveniente seguir las pautas programadas por un especialista.

Mecanismos psicológicos y biológicos asociados al ejercicio físico

Los mecanismos que podrían estar implicados en la relación entre ejercicio y ansiedad son principalmente biológicos y psicológicos. En la actualidad, no se conocen con total precisión los mecanismos que explicarían esta relación. Probablemente, el ejercicio físico actuaría reduciendo los niveles de ansiedad a través de varios (y no sólo uno) de estos mecanismos.

Mecanismos psicológicos

El ejercicio físico regular mejora el estado de ánimo. Diversos estudios han demostrado que facilita el manejo de emociones negativas como la ira y la rabia. Por otro lado, ayuda a mejorar la calidad del sueño.

Las personas que realizan ejercicio físico consiguen evadirse de sus preocupaciones o problemas durante la actividad. Mejora la sensación de fortaleza, de seguridad y de control sobre si mismo y sobre el medio. En este sentido, el ejercicio físico ayuda a mejorar nuestra sensación de autoeficacia.

La práctica de ejercicio físico puede mejorar la autoestima. Los cambios en el cuerpo pueden mejorar nuestra imagen corporal y hacer que nos sintamos mejor con nuestro físico. Por otro lado, también puede aumentar el sentimiento de mayor dominio en habilidades y capacidad física.

Finalmente, la práctica de ejercicio físico puede ser una buena oportunidad de conocer y establecer relaciones con otras personas. Tener relaciones sociales puede ayudar en nuestro proceso de cambio, sirviéndonos de apoyo social, de distracción de nuestros problemas, de refuerzo, etc.

Mecanismos biológicos

El ejercicio físico mejora la regulación del sistema cardiovascular y respiratorio incidiendo sobre el sistema nervioso autónomo (SNA). Esta mejora podría incrementar la habilidad de nuestro organismo para modular nuestra reacción ante las demandas del medio. En un estudio realizado por Mussgay, Schmidt, Morad y Rüddel (2003) se apreció una disminución importante de la presión sanguínea y frecuencia cardíaca, en situación de estrés, mediante la práctica regular de ejercicio aeróbico. Los autores concluyen que la práctica de ejercicio podría mejorar el funcionamiento del SNA.

El ejercicio físico estimula el sistema inmunológico, ya que facilita la eliminación de sustancias nocivas del organismo, y propicia la regeneración del mismo. También favorece el incremento del número de linfocitos (glóbulos blancos) disminuyendo el riesgo de aparición de enfermedades.

La práctica de ejercicio físico produce a largo plazo un incremento de los niveles de noradrenalina, implicada en la respuesta del organismo al estrés, y de serotonina. El aumento de los niveles de serotonina a nivel cerebral puede contribuir a mejorar nuestro estado de ánimo y a reducir la ansiedad. Como se ha comentado en otros capítulos, los fármacos que inhiben la recaptación de este neurotransmisor (actúan aumentando su disponibilidad en el espacio sináptico a través del que se comunican las neuronas) reducen la sintomatología ansiosa y depresiva y son eficaces en prácticamente todos los trastornos de ansiedad. El ejercicio físico estimularía de forma natural la disponibilidad de este neurotransmisor. Asimismo, también está implicado en la reducción del niveles de cortisol, hormona que participa en la respuesta del organismo al estrés.

El ejercicio físico estimula la glándula pituitaria, para la producción de endorfinas. Las endorfinas son hormonas vinculadas a funciones de neurotransmisión, implicadas en la regulación del dolor y la sensación de bienestar. La estimulación natural de este sistema mediante el ejercicio físico puede provocar analgesia (menor sensación de dolor) y mejorar el estado de ánimo por sus efectos euforizantes y relajantes. Por este motivo, se aconseja, también, practicar ejercicio físico a las personas que padezcan enfermedades que cursen con dolor: artritis, fibromialgia, etc.

¿Cuánto ejercicio físico es necesario?

Como norma general, se puede concluir que cualquier tipo de actividad física, por pequeña y corta que sea, resulta beneficiosa para nuestra salud. Existen muchos trabajos que han examinado cuánto ejercicio físico es necesario para observar cambios importantes en los niveles de ansiedad. Si bien los datos no son concluyentes, se recomienda:

  • Que las personas practiquen actividad física vigorosa de forma regular.
  • Que realicen más de una actividad, practicando tanto ejercicios de tipo aeróbico (nadar, correr, ir en bici) como anaeróbico (pesas, flexiones, estiramientos…).
  • Es importante remarcar, a este respecto, que los estudios revisados consideran que el ejercicio físico de tipo aeróbico resulta más beneficioso en la reducción de la ansiedad que el anaeróbico.

Las actividades físicas elegidas deben ser agradables y placenteras, es el modo de conseguir que se practiquen de forma habitual.

Practicar ejercicio de intensidad entre moderada y elevada tres veces a la semana durante 30-40 minutos puede reducir el nivel de ansiedad. 30-40 minutos de ejercicio moderado puede suponer, por ejemplo, ir caminando de forma rápida hasta el lugar de trabajo, o bajarse unas parada antes del autobús y realizar a pie el último tramo de nuestro recorrido. Esta actividad, que podría convertirse en una práctica habitual y saludable para nuestro organismo, se puede complementar con un partido de baloncesto semanal con los amigos, o con una visita al gimnasio un par de veces a la semana, o con una tabla de ejercicios en casa mientras escuchamos nuestra música favorita. La idea principal que se pretende transmitir con estos ejemplos es que el ejercicio físico debe formar parte de nuestra vida cotidiana, y para ello nada mejor que intentar adaptarlo a nuestras necesidades y costumbres. Sólo de este modo conseguiremos practicarlo de forma regular.

Una última recomendación

Es importante que las personas que padezcan algún problema físico consulten con su médico acerca del ejercicio más adecuado.

__________

Fuente: Noemí Guillamón (2008). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos en Barcelona y Madrid. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Categorías
Tratamiento de la Ansiedad

Apuntes para el abordaje del afrontamiento contraproducente de la ansiedad

«¿Cómo se crean los problemas y cómo son mantenidos mediante tentativas erróneas por resolver una dificultad?. Una cuidadosa exploración de estas tentativas no solo muestra qué clase de cambio no ha de ser intentado sino que revela también qué es lo que mantiene la situación que ha de ser cambiada y dónde, por tanto, ha de ser aplicado el cambio». Watzlawick en «Cambio».

Entendemos por afrontamiento contraproducente aquel  que, dirigido a la búsqueda de unos determinados objetivos, con unos determinados medios y procedimiento, no sólo no los alcanza, sino que sus efectos son opuestos a la intención de quien los ejecuta. De esta manera, no contribuyen a la pretendida solución o mejora del problema sino que lo complican y sostienen.

Al hablar de afrontamiento contraproducente en trastornos por ansiedad nos referirnos a estrategias relativamente comunes realizadas repetidamente por el paciente para controlar las consecuencias indeseables del trastorno, pero que, sin embargo contribuyen a mantenerlo y perpetuarlo.

El afrontamiento  contraproducente  no viene básicamente definido por sus resultados (lo que podría llevarnos a una definición tautológica al tomar el resultado como elemento crítico definitorio de AC, es decir, a entender el afrontamiento en términos de resultado), viene también definido por los procesos que lo integran -llamados colaterales, aunque a veces son simplemente centrales- y por una perversión del modo de control al que responden las operaciones.

En consecuencia, como es lógico, la desarticulación o neutralización del aforntamiento contraproducente (AC) se centra sobre modos, operaciones, y procesos. No obstante, dado el componente sistémico del conjunto de relaciones y elementos a los que venimos refiriéndonos, también puede incidirse sobre los resultados, de manera que repercuta en una alteración de modos, operaciones y procesos -por ejemplo, el alivio sintomatológico, en tanto en cuanto disminuye la conciencia de enfermedad, favorece y posibilita la reducción de la prevención abusiva-.

A primera vista, desde una posición ingenua, podría parecer que una vez identificado el tipo de afrontamiento contraproducente, bastaría con desaconsejarlo para que dejasen de emitirse. Igual ingenuidad supone considerar que la prescripción de «lo que hay que hacer» -afrontamiento adecuado- substituye y desplaza automáticamente a «lo que no hay que hacer» -afrontamiento inadecuado-, y por tanto ni siquiera habría que ocuparse de si existe y en qué consiste, puesto que quedaría anulado en cualquier caso. No necesariamente es así, puede ser incluso a la inversa.

Los recursos terapéuticos para el abordaje del Afrontamiento Contraproducente no son especiales, ni técnica o teóricamente distintos de los utilizados para modificación de la acción -conducta, pensamiento, emoción- o su desarrollo, y la resolución de problemas. En cuanto a su diseño, no forman parte separada o previa del tratamiento, sino que son constitutivas del mismo dentro de la estrategia general previamente concebida y secuenciada.

No obstante,  queremos destacar algunos  procedimientos singularmente útiles en el abordaje del afrontamiento contraproducente.

 Psicoeducación

Básicamente consiste en la información   al   paciente,  detallada, rigurosa y didáctica del fenómeno de la ansiedad en general, y en particular sobre el alcance, naturaleza y sentido de los síntomas; normalidad, anormalidad.

Es común que los pacientes ansiosos hayan pasado antes por la consulta del médico de cabecera, u otros, que por la del psicólogo. A lo sumo, le han explicado lo que no tiene, pero no lo que tiene. El hecho de que en la visita de urgencias o en una regular le hayan descartado cualquier etiología orgánica, tranquiliza al enfermo dos o tres días, es decir, la autoridad del médico y el interés que haya puesto en estudiarle, permiten al paciente romper los procesos de sospecha y generación de indicios, y la interpretación catastrófica de los síntomas, durante tres o cuatro días, pero después la reaparición de las molestias pone de manifiesto una incongruencia entre «no tener nada» como dice el médico y sentirse mal, como nota el paciente. La disonancia cognoscitiva que se produce, reabre de nuevo el camino de la sospecha y el abuso de la prevención. mediante operaciones que llevan aparejadas.

Una información sencilla, comprensible y veraz, que permita entender «lo psicosomático«, es decir la relación entre la ansiedad como fenómeno psicológico y sus manifestaciones físicas, ayuda a resolver falsas incongruencias, contradicciones que tienden a resolverse por mal camino.

La mejor comprensión del problema, mediante análisis funcionales compartidos con el paciente, permite a éste cambiar las reglas de relación a través de las cuales entendía o actuaba sobre su problema,  propicia su modificación.

Por otro lado, la información acota y «desautoriza» el cálculo de riesgos basado sobre el desconocimiento de lo que se padece o sobre supuestos o prejuicios infundados. Restringe, además,  la posibilidad de generar duda e incertidumbre como mecanismos defensivos o inhibitorios.

Es evidente que, aunque no se den afrontamientos contraproducentes, el clínico tiene la obligación de informar y el paciente el derecho de ser informado, siendo además imprescindible para establecer adecuadamente el vínculo terapéutico.

Contención

Los   recursos   de   contención   se refieren a los personales, técnicos o situacionales, que el terapeuta puede disponer al hacerse «depositario«, copartícipe o corresponsable de lo que al paciente, desbordado o excedido -por eso consulta-, le pasa en relación con el objeto de consulta.

La contención puede componerse de muchos elementos, pero a los efectos de este trabajo, vamos a referirnos a:

  • El acogimiento -ser  entendido-.  Se refiere  al  modo  como  se  establece  la  relación  interpersonal  que  soporta  la  profesional:  respeto,  interés,  capacidad  de  escucha,  amabilidad,  implicación,  receptividad.
  • La co-responsabilización -ser atendido-.  Se refiere  a  los  aspectos  relacionados  con  «hacerse  cargo  del  caso»  por  parte  del  especialista,  lo  que  implica  un  modo  de  ser  partícipe  del   asunto  por  el  que  el  paciente  pide  asistencia y respecto del cual el especialista se ha convertido provisionaelmente en un recurso.

Estos dos aspectos,  producen una contención de la ansiedad del paciente sobre la base de tener no sólo un depositario competente, sino también un apoyo, un cooperante  en la resolución del problema.

La contención, tiene un valor estimable por lo que se refiere a la obtención de los primeros resultados terapéuticos, la creación del vínculo terapéutico, el seguimiento de prescripciones -corresponsabilidad por parte del paciente-, exigencia y asunción de mayores riesgos, y  mejor tolerancia del incremento de la ansiedad que inicialmente pueda suponer asumir dichos riesgos.

Evidenciar la relación entre el pensamiento y la activación psico-biológica     

La explicación   y   demostración   práctica    de  las   relaciones   entre pensamiento   y  activación   psico-biológica  es necesaria para la regulación de los efectos perversos de algunos usos de la anticipación. El paciente ha de recibir una explicación sencilla y clara, ilustrada con ejemplos corrientes, complementada con unos ejercicios prácticos. Conviene utilizar algunos aparatos -galvanómetro, electromiografo, taquistógrafo, etc.- que puedan objetivar la respuesta ansiosa frente a diversas situaciones planteadas por el especialista, o imaginadas por el paciente. Puede utilizarse la listas de pabaras, por ejemplo la de Clark (1988) para ver el efecto de los pensamientos o asociaciones catastróficos.

El paciente advierte cómo puede autogenerar ansiedad, y cómo puede, en parte, reducirla regulando la actividad imaginaria, sobre la base de «controlar al controlador«.

Estas prácticas pueden formar parte del reprtorio de “experimentos conductuales”  (Bennett-Levy, J.; Butler, G.; Fennell, M. Y otros,, 2005) que normalmente se utilizan en los programas de tratamiento para evidenciar o poner a prueba determinados supuestos, creencias o esquemas explicativos.

Reetructuración cognitiva

Se utilizaría fundamentalmente para combatir  supuestos   básicos   deformados   y   pensamientos automáticos   sobre los que a menudo descansan las inferencias preventivas, o la atribución de significación de los síntomas. Puede ser también, efetiva en elabordaje de los sesgos atencional, interpretativo, falsacional y finalístico. A. Beck (1979), J. Beck (2000), A. Ellis (1980) o M. McKay (1981) ofrecen, entre otros, algunas ideas sobre cómo hacerlo.

Técnicas   paradójicas

Entre las técnicas paradógicas se cuentan  la prescripción del síntoma -que se percibe como involuntario- o del comportamiento anómalo, el empeoramiento deliberado el problema, la intención padojica,  la pescripción de la tarea impidiendo su éxito, entre otras.

Son técnicas o plantamientos especialmente efectivos en la modificación de conductas que implican considerable ansiedad anticipatoria, y de los bucles paradójicos que comúnmente forman parte constitutiva de los trastornos de ansiedad, como pudo verse en el capítulo cuarto de este libro. Están especialmente indicadas en el abordaje del afrontamiento contarproducente, ya que se centran sobre las «soluciones» que son, o se convierten en, el «problema». J. Haley (1973), V. Frank(1977), P. Watzlawick (1976,), Nardone (2002, 2004) se cuentan entre los autores más significados entre los  expertos e impulsores  del uso de estas técnicas.

Identificación y replanteamiento  de   factores   de   autopronóstico   que   se autocumplen

Este apartado podría considerarse una extensión del anterior, pero por su singularidad y especificidad, se ha destacado aparte.

Dice Watzlawick (1988) que:  «Una  profecia  que  se  autocumple es una suposición o predicción que, por la sola razón de haberse hecho, convierte en realidad el suceso supuesto, esperado o profetizado y de esta manera confirma su propia exactitud. Por ejemplo, si alguien por alguna razón supone que se le desprecia se comportará precisamente por eso de un modo desconfiado, insoportable,  hipersensible,  que suscitará en los demás el propio desdén del cual el sujeto  estaba convencido y que queda así «probado». En otras palabras, un hecho todavía no producido (es decir, futuro) determina efectos en el presente, efectos  que a su vez hicieron que cobrara realidad el hecho pronosticado (pag. 82-83, en “La realidad Inventada”).

Fenómenos de esta naturaleza son muy frecuentes en los trastornos por ansiedad, no solo cuando, para prevenirnos, imaginamos una situación -por ejemplo, dar una conferencia pública donde quedamos «embarrancados» por la ansiedad, originando con ello una fuerte intensificación de la respuesta emocional, que, efectivamente, acaba por comprometer el discurso-, sino muy particularmente en todo lo relacionado con el capítulo de consecuencias de segundo orden y atribución social de significación del síntoma.

Puede consultarse a este respecto (Watzlawick (1976, 1986, 1988)

Aceptación y compromiso

La llamada terapia de Aceptación y Compromiso, no basa su intervención en la lucha contra los síntomas, fuente de muchas de las estrategias de afrontamiento contraproducente, sino en  aceptación de ciertas experiencias personales de malestar  y sufrimiento inherentes a la condición humana, y  en el desarrollo de acciones dirigidas a valores y metas significativos para la persona.

En palabras de Wilson y Juliano (2008) “son muchas las personas que emplean la evitación de lo que les produce malestar de una forma generalizad y cronificada y, consecuentemente, viven una vida muy limitada en tanto que este patrón haya terminado por extender el sufrimiento a muchas facetas de su vida, viven en él con un coste personal muy elevado en términos de lo que querrían para su vida” (pág. 73).

Los aspectos básicos de la intervención son la clarificación de valores –dar pasos en la dirección que se puede cambiar y se elige hacerlo-, la exposición- caminar en la dirección elegida implica pasar por barreras y experiencias personales temidas-, desactivación de funciones y distanciamiento-aprender a tratar los pensamientos como pensamientos, diferenciar el yo de la conducta -, y, finalmente fortalecimiento de la aceptación de cierto sufrimiento o dificultad y el compromiso con los propios valores o metas.

En el ya citado libro de Wilson y Juliano (2008) o en Hayes, Strosahl y Wilson (2003) pueden encontrarse un buen número de técnicas y metáforas de notable efectividad terapéutica para el cambio de conducta.  Mención especial merece el texto de Eifert y Forsyth (2005) que versa sobre la Terapia de Aceptación y Compromiso aplicada a los trastornos de ansiedad.

__________

Fuente: J. Carlos Baeza Villarroel (2011). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y psiquiatras. Madrid y Barcelona.

Referencias para saber más

-BECK, A. T., JOHN, A., SHAW, B. F. Y EMERY, G. (1979). Cognitive Therapy of Depression. New York, The Guilford Press. Ed. Española (1983): Terapia cognitiva de la depresión. Bilbao: Desclee de Brouwer, S. A.

-BENNETT-LEVY, J.; BUTLER, G.; FENNELL, M. ET AL. (2005). Oxford Guide to Behavioural Experiments in Cognitive Therapy. Oxford New York: Oxford University Press.

-CLARK, D. M. (1988). A cognitive model of panic attacks. En S. Rachman y J. D. Maser (Comps.) Panic: Psychological perspectives. Lawrence Erlbaum Associates.

-CLARK, D. M. (1988). A cognitive approach to panic. Behaviour Research and Psychological Review, 51, 92-303.

-ELLIS, A. (1980). Razón y emoción en psicoterapia. (Título original: Reason and emotion in psychotherapy) Bilbao: Desclee de Brouwer, S. A.

-FRANKL, V. E. (1977). Das Leiden am sinnlosen Leben. Friburgo de Brisgovia. Herder. Versión castellana (1980): Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder

-HAYES, S. C.; STROSAHL, WILSON, K. G. (2003). Aceptance and commitment therapy. New York: The Guilford Press.

-McKAY, M., DAVIS, M. Y FANNING, P. (1981). Thoughts & Feelings, The Art of Cognitive Stress Intervention. New Harbinger Publications. Traducción al castellano (1985): Técnicas cognitivas para el tratamiento del estrés. Barcelona: Martínez Roca, S. A.

-NARDONE, G. (2002). Psicosoluciones. Barcelona. Herder.

-NARDONE, g. (2004). El arte de la estratagema. RBA libros. Barcelona.

-WATZLAWICK, P., WAKLAND, J. H. Y FISCH, R. (1974). Change, Principles of Problem Formation and Problem Resolution. Nueva York: W. W. Norton, Inc. Ed. Española (1976). Cambio. Formación y solución de los problemas humanos. Barcelona: Herder, S. A.

-WATZLAWICK, P. (1988). Componentes de «realidades» ideológicas en Watzlawick (comp.). La realidad inventada. Barcelona: Ed. Gedisa, S. A.

-WILSON, K. G.  y JULIANO, M. C. ((2008). Terapia de aceptación y compromiso (ACT).Madrid: Pirámide

[:ca]

«¿Cómo se crean los problemas y cómo son mantenidos mediante tentativas erróneas por resolver una dificultad?. Una cuidadosa exploración de estas tentativas no solo muestra qué clase de cambio no ha de ser intentado sino que revela también qué es lo que mantiene la situación que ha de ser cambiada y dónde, por tanto, ha de ser aplicado el cambio». Watzlawick en «Cambio».

Entendemos por afrontamiento contraproducente aquel  que, dirigido a la búsqueda de unos determinados objetivos, con unos determinados medios y procedimiento, no sólo no los alcanza, sino que sus efectos son opuestos a la intención de quien los ejecuta. De esta manera, no contribuyen a la pretendida solución o mejora del problema sino que lo complican y sostienen.

Al hablar de afrontamiento contraproducente en trastornos por ansiedad nos referirnos a estrategias relativamente comunes realizadas repetidamente por el paciente para controlar las consecuencias indeseables del trastorno, pero que, sin embargo contribuyen a mantenerlo y perpetuarlo.

El afrontamiento  contraproducente  no viene básicamente definido por sus resultados (lo que podría llevarnos a una definición tautológica al tomar el resultado como elemento crítico definitorio de AC, es decir, a entender el afrontamiento en términos de resultado), viene también definido por los procesos que lo integran -llamados colaterales, aunque a veces son simplemente centrales- y por una perversión del modo de control al que responden las operaciones.

En consecuencia, como es lógico, la desarticulación o neutralización del aforntamiento contraproducente  se centra sobre modos, operaciones, y procesos. No obstante, dado el componente sistémico del conjunto de relaciones y elementos a los que venimos refiriéndonos, también puede incidirse sobre los resultados, de manera que repercuta en una alteración de modos, operaciones y procesos -por ejemplo, el alivio sintomatológico, en tanto en cuanto disminuye la conciencia de enfermedad, favorece y posibilita la reducción de la prevención abusiva-.

A primera vista, desde una posición ingenua, podría parecer que una vez identificado el tipo de afrontamiento contraproducente, bastaría con desaconsejarlo para que dejasen de emitirse. Igual ingenuidad supone considerar que la prescripción de «lo que hay que hacer» -afrontamiento adecuado- substituye y desplaza automáticamente a «lo que no hay que hacer» -afrontamiento inadecuado-, y por tanto ni siquiera habría que ocuparse de si existe y en qué consiste, puesto que quedaría anulado en cualquier caso. No necesariamente es así, puede ser incluso a la inversa.

Los recursos terapéuticos para el abordaje del Afrontamiento Contraproducente no son especiales, ni técnica o teóricamente distintos de los utilizados para modificación de la acción -conducta, pensamiento, emoción- o su desarrollo, y la resolución de problemas. En cuanto a su diseño, no forman parte separada o previa del tratamiento, sino que son constitutivas del mismo dentro de la estrategia general previamente concebida y secuenciada.

No obstante,  queremos destacar algunos  procedimientos singularmente útiles en el abordaje del afrontamiento contraproducente.

Psicoeducación

Básicamente consiste en la información   al   paciente,  detallada, rigurosa y didáctica del fenómeno de la ansiedad en general, y en particular sobre el alcance, naturaleza y sentido de los síntomas; normalidad, anormalidad.

Es común que los pacientes ansiosos hayan pasado antes por la consulta del médico de cabecera, u otros, que por la del psicólogo. A lo sumo, le han explicado lo que no tiene, pero no lo que tiene. El hecho de que en la visita de urgencias o en una regular le hayan descartado cualquier etiología orgánica, tranquiliza al enfermo dos o tres días, es decir, la autoridad del médico y el interés que haya puesto en estudiarle, permiten al paciente romper los procesos de sospecha y generación de indicios, y la interpretación catastrófica de los síntomas, durante tres o cuatro días, pero después la reaparición de las molestias pone de manifiesto una incongruencia entre «no tener nada» como dice el médico y sentirse mal, como nota el paciente. La disonancia cognoscitiva que se produce, reabre de nuevo el camino de la sospecha y el abuso de la prevención. mediante operaciones que llevan aparejadas.

Una información sencilla, comprensible y veraz, que permita entender «lo psicosomático«, es decir la relación entre la ansiedad como fenómeno psicológico y sus manifestaciones físicas, ayuda a resolver falsas incongruencias, contradicciones que tienden a resolverse por mal camino.

La mejor comprensión del problema, mediante análisis funcionales compartidos con el paciente, permite a éste cambiar las reglas de relación a través de las cuales entendía o actuaba sobre su problema,  propicia su modificación.

Por otro lado, la información acota y «desautoriza» el cálculo de riesgos basado sobre el desconocimiento de lo que se padece o sobre supuestos o prejuicios infundados. Restringe, además,  la posibilidad de generar duda e incertidumbre como mecanismos defensivos o inhibitorios.

Es evidente que, aunque no se den afrontamientos contraproducentes, el clínico tiene la obligación de informar y el paciente el derecho de ser informado, siendo además imprescindible para establecer adecuadamente el vínculo terapéutico.

Contención

Los   recursos   de   contención   se refieren a los personales, técnicos o situacionales, que el terapeuta puede disponer al hacerse «depositario«, copartícipe o corresponsable de lo que al paciente, desbordado o excedido -por eso consulta-, le pasa en relación con el objeto de consulta.

La contención puede componerse de muchos elementos, pero a los efectos de este trabajo, vamos a referirnos a:

  • El acogimiento -ser  entendido-.  Se refiere  al  modo  como  se  establece  la  relación  interpersonal  que  soporta  la  profesional:  respeto,  interés,  capacidad  de  escucha,  amabilidad,  implicación,  receptividad.
  • La co-responsabilización -ser atendido-.  Se refiere  a  los  aspectos  relacionados  con  «hacerse  cargo  del  caso»  por  parte  del  especialista,  lo  que  implica  un  modo  de  ser  partícipe  del   asunto  por  el  que  el  paciente  pide  asistencia y respecto del cual el especialista se ha convertido provisionaelmente en un recurso.

Estos dos aspectos,  producen una contención de la ansiedad del paciente sobre la base de tener no sólo un depositario competente, sino también un apoyo, un cooperante  en la resolución del problema.

La contención, tiene un valor estimable por lo que se refiere a la obtención de los primeros resultados terapéuticos, la creación del vínculo terapéutico, el seguimiento de prescripciones -corresponsabilidad por parte del paciente-, exigencia y asunción de mayores riesgos, y  mejor tolerancia del incremento de la ansiedad que inicialmente pueda suponer asumir dichos riesgos.

Evidenciar la relación entre el pensamiento y la activación psico-biológica     

La explicación   y   demostración   práctica    de  las   relaciones   entre pensamiento   y  activación   psico-biológica  es necesaria para la regulación de los efectos perversos de algunos usos de la anticipación. El paciente ha de recibir una explicación sencilla y clara, ilustrada con ejemplos corrientes, complementada con unos ejercicios prácticos. Conviene utilizar algunos aparatos -galvanómetro, electromiografo, taquistógrafo, etc.- que puedan objetivar la respuesta ansiosa frente a diversas situaciones planteadas por el especialista, o imaginadas por el paciente. Puede utilizarse la listas de pabaras, por ejemplo la de Clark (1988) para ver el efecto de los pensamientos o asociaciones catastróficos.

El paciente advierte cómo puede autogenerar ansiedad, y cómo puede, en parte, reducirla regulando la actividad imaginaria, sobre la base de «controlar al controlador«.

Estas prácticas pueden formar parte del reprtorio de “experimentos conductuales”  (Bennett-Levy, J.; Butler, G.; Fennell, M. Y otros,, 2005) que normalmente se utilizan en los programas de tratamiento para evidenciar o poner a prueba determinados supuestos, creencias o esquemas explicativos.

Reetructuración cognitiva

Se utilizaría fundamentalmente para combatir  supuestos   básicos   deformados   y   pensamientos automáticos   sobre los que a menudo descansan las inferencias preventivas, o la atribución de significación de los síntomas. Puede ser también, efetiva en elabordaje de los sesgos atencional, interpretativo, falsacional y finalístico. A. Beck (1979), J. Beck (2000), A. Ellis (1980) o M. McKay (1981) ofrecen, entre otros, algunas ideas sobre cómo hacerlo.

Técnicas   paradójicas

Entre las técnicas paradógicas se cuentan  la prescripción del síntoma -que se percibe como involuntario- o del comportamiento anómalo, el empeoramiento deliberado el problema, la intención padojica,  la pescripción de la tarea impidiendo su éxito, entre otras.

Son técnicas o plantamientos especialmente efectivos en la modificación de conductas que implican considerable ansiedad anticipatoria, y de los bucles paradójicos que comúnmente forman parte constitutiva de los trastornos de ansiedad, como pudo verse en el capítulo cuarto de este libro. Están especialmente indicadas en el abordaje del afrontamiento contarproducente, ya que se centran sobre las «soluciones» que son, o se convierten en, el «problema». J. Haley (1973), V. Frank(1977), P. Watzlawick (1976,), Nardone (2002, 2004) se cuentan entre los autores más significados entre los  expertos e impulsores  del uso de estas técnicas.

Identificación y replanteamiento  de   factores   de   autopronóstico   que   se autocumplen

Este apartado podría considerarse una extensión del anterior, pero por su singularidad y especificidad, se ha destacado aparte.

Dice Watzlawick (1988) que:  «Una  profecia  que  se  autocumple es una suposición o predicción que, por la sola razón de haberse hecho, convierte en realidad el suceso supuesto, esperado o profetizado y de esta manera confirma su propia exactitud. Por ejemplo, si alguien por alguna razón supone que se le desprecia se comportará precisamente por eso de un modo desconfiado, insoportable,  hipersensible,  que suscitará en los demás el propio desdén del cual el sujeto  estaba convencido y que queda así «probado». En otras palabras, un hecho todavía no producido (es decir, futuro) determina efectos en el presente, efectos  que a su vez hicieron que cobrara realidad el hecho pronosticado (pag. 82-83, en “La realidad Inventada”).

Fenómenos de esta naturaleza son muy frecuentes en los trastornos por ansiedad, no solo cuando, para prevenirnos, imaginamos una situación -por ejemplo, dar una conferencia pública donde quedamos «embarrancados» por la ansiedad, originando con ello una fuerte intensificación de la respuesta emocional, que, efectivamente, acaba por comprometer el discurso-, sino muy particularmente en todo lo relacionado con el capítulo de consecuencias de segundo orden y atribución social de significación del síntoma.

Puede consultarse a este respecto (Watzlawick (1976, 1986, 1988)

Aceptación y compromiso

La llamada terapia de Aceptación y Compromiso, no basa su intervención en la lucha contra los síntomas, fuente de muchas de las estrategias de afrontamiento contraproducente, sino en  aceptación de ciertas experiencias personales de malestar  y sufrimiento inherentes a la condición humana, y  en el desarrollo de acciones dirigidas a valores y metas significativos para la persona.

En palabras de Wilson y Juliano (2008) “son muchas las personas que emplean la evitación de lo que les produce malestar de una forma generalizad y cronificada y, consecuentemente, viven una vida muy limitada en tanto que este patrón haya terminado por extender el sufrimiento a muchas facetas de su vida, viven en él con un coste personal muy elevado en términos de lo que querrían para su vida” (pág. 73).

Los aspectos básicos de la intervención son la clarificación de valores –dar pasos en la dirección que se puede cambiar y se elige hacerlo-, la exposición- caminar en la dirección elegida implica pasar por barreras y experiencias personales temidas-, desactivación de funciones y distanciamiento-aprender a tratar los pensamientos como pensamientos, diferenciar el yo de la conducta -, y, finalmente fortalecimiento de la aceptación de cierto sufrimiento o dificultad y el compromiso con los propios valores o metas.

En el ya citado libro de Wilson y Juliano (2008) o en Hayes, Strosahl y Wilson (2003) pueden encontrarse un buen número de técnicas y metáforas de notable efectividad terapéutica para el cambio de conducta.  Mención especial merece el texto de Eifert y Forsyth (2005) que versa sobre la Terapia de Aceptación y Compromiso aplicada a los trastornos de ansiedad.

Fuente: J. Carlos Baeza Villarroel (2011). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y psiquiatras. Madrid y Barcelona.

Referencias para saber más

-BECK, A. T., JOHN, A., SHAW, B. F. Y EMERY, G. (1979). Cognitive Therapy of Depression. New York, The Guilford Press. Ed. Española (1983): Terapia cognitiva de la depresión. Bilbao: Desclee de Brouwer, S. A.

-BENNETT-LEVY, J.; BUTLER, G.; FENNELL, M. ET AL. (2005). Oxford Guide to Behavioural Experiments in Cognitive Therapy. Oxford New York: Oxford University Press.

-CLARK, D. M. (1988). A cognitive model of panic attacks. En S. Rachman y J. D. Maser (Comps.) Panic: Psychological perspectives. Lawrence Erlbaum Associates.

-CLARK, D. M. (1988). A cognitive approach to panic. Behaviour Research and Psychological Review, 51, 92-303.

-ELLIS, A. (1980). Razón y emoción en psicoterapia. (Título original: Reason and emotion in psychotherapy) Bilbao: Desclee de Brouwer, S. A.

-FRANKL, V. E. (1977). Das Leiden am sinnlosen Leben. Friburgo de Brisgovia. Herder. Versión castellana (1980): Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder

-HAYES, S. C.; STROSAHL, WILSON, K. G. (2003). Aceptance and commitment therapy. New York: The Guilford Press.

-McKAY, M., DAVIS, M. Y FANNING, P. (1981). Thoughts & Feelings, The Art of Cognitive Stress Intervention. New Harbinger Publications. Traducción al castellano (1985): Técnicas cognitivas para el tratamiento del estrés. Barcelona: Martínez Roca, S. A.

-NARDONE, G. (2002). Psicosoluciones. Barcelona. Herder.

-NARDONE, g. (2004). El arte de la estratagema. RBA libros. Barcelona.

-WATZLAWICK, P., WAKLAND, J. H. Y FISCH, R. (1974). Change, Principles of Problem Formation and Problem Resolution. Nueva York: W. W. Norton, Inc. Ed. Española (1976). Cambio. Formación y solución de los problemas humanos. Barcelona: Herder, S. A.

-WATZLAWICK, P. (1988). Componentes de «realidades» ideológicas en Watzlawick (comp.). La realidad inventada. Barcelona: Ed. Gedisa, S. A.

-WILSON, K. G.  y JULIANO, M. C. ((2008). Terapia de aceptación y compromiso (ACT).Madrid: Pirámide

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Fuente: J. Carlos Baeza Villarroel (2011). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y psiquiatras. Madrid y Barcelona.

Categorías
Ansiedad: avisos y funciones

Ansiedad: redistribución de recursos

El organismo cuenta con recursos limitados, con los que tiene que hacer frente a todo lo que se presente y, por tanto, administrarlos con algún criterio y regla de prioridad.

Se enfrenta, pues, a un problema similar al que, en muchas ocasiones, nos encontramos como personas. Así, con los recursos económicos con los que contamos, tenemos que atender a los diversos asuntos/servicios que nos conciernen o interesan. Si la comunidad de vecinos acuerda el pago de una derrama para arreglar la fachada, y, por otro lado, el coche se ha estropeado y necesitamos otro para trabajar, es probable que, para atender esos gastos, tengamos que reducir otros o dejarlos bajo mínimo.

Volviendo al organismo, ¿qué pasaría si, media hora después de comer copiosamente, nos pusiéramos a jugar un partido de competición de baloncesto? Para jugar a baloncesto ¿a dónde tiene que afluir la sangre (oxígeno, hidratos de carbono)?. A los músculos, al propio sistema cardiovascular y respiratorio. La digestión, por otro lado, es una función compleja, larga, que requiere de una alta afluencia de sangre. Estas dos demandas, exigentes y simultáneas, ponen en conflicto los recursos, capacidad de provisión y distribución del organismo, repercutiendo en sus funcionalidades.

Jugaríamos a baloncesto por debajo de nuestra marca y posibilidades, nos fatigaríamos más y tendríamos menos resistencia, dado que los recursos de oxigenación no son los óptimos, pues una parte de ellos se están detrayendo para otras funciones. Tendríamos dificultades de anticipación y reactividad, más probabilidades de lesionarnos…. Por otro lado, por motivos similares, las funciones digestivas se verían repercutidas negativamente: más molestias, peor funcionalidad.

En el caso de la ansiedad y el estrés ¿a qué zonas del organismo habrían de acudir preferentemente los recursos transportados por el torrente sanguíneo? Dado que el sistema nervioso autónomo está activando las condiciones fisiológicas que nos dispongan a las respuestas de lucha, huida, o parálisis, los recursos se destinarán preferentemente a, casi, los mismos centros que para jugar a baloncesto (con el agravante de que, en el caso de la ansiedad y el estrés, la respuesta motora no se va a desencadenar, lo que, de suyo, va a generar otros problemas).

Cualquier deportista o entrenador trata de evitar el referido conflicto distanciando convenientemente la hora de comer y la de competir. Pero, el partido de la ansiedad y el estrés ¿a qué hora empieza? ¿cuánto dura? Con frecuencia, la administración de recursos por parte del organismo se complica, puesto que las funciones de la ansiedad y su preparación coinciden con otras… Tanto mayor sean la exigencia y duración respectivas, el conflicto entre funciones y sus efectos serán más altos, pasando de una contraindicación a una incompatibilidad.

Así sucede, para poner otro ejemplo, a nivel cerebral. El cerebro consume sobre el 20-25% del oxígeno que tomamos, a pesar de, en proporción, su escaso peso. En el caso de la ansiedad y el estrés, lo podríamos ver con pruebas de neuroimagen, ¿a dónde afluye la sangre fundamentalmente? A las áreas encargadas de la respuesta emocional primaria, la activación de ciertas memorias, la coordinación motora… Si afluyen más recursos a esas áreas, otras quedarán en precario, bajo mínimos ¿cuáles? Áreas prefrontales y otras relacionadas con el procesamiento superior de la información y toma de decisiones, que se verán comprometidas, con operatividad limitada.

Estos conflictos a nivel de la fisiología y metabolismo básicos tienen su expresión también en otro tipo de recursos: perceptivos, atencionales, etc .

Realizar una terapia psicológica te ayudará a superar tu problema de ansiedad de una manera más rápida y eficaz.

Contáctanos y te informamos:

Clínica de la Ansiedad en Barcelona: 93 226 14 12607 507 097.

Clínica de la Ansiedad en Madrid: 91 829 93 92607 507 097.

Correo electrónico: info@clinicadeansiedad.com

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

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Regulación emocional

El miedo, la expresión emocional de la ansiedad

“La ansiedad se alimenta del miedo”. Esta es una frase que a menudo utilizamos en terapia en la Clínica de la Ansiedad, para que la persona con ansiedad pueda entender mejor los mecanismos que la generan y la mantienen. En la mayoría de los casos podríamos decir que no existe ansiedad sin miedo, aunque lógicamente puede existir miedo sin ansiedad.

El miedo es la emoción básica que origina, alimenta y mantiene cualquier problema de ansiedad.

  • En la fobia social la persona tiene miedo a hacer el ridículo, miedo a que los demás se den cuenta de su nerviosismo y piensen mal, miedo a no caer bien, miedo a decir una tontería…etc.
  • En la hipocondría la persona tiene miedo a morir o a padecer una enfermedad grave.
  • En los problemas obsesivo-compulsivos la persona puede tener miedo a contaminarse, miedo a que suceda algo grave si no realiza un determinado comportamiento, miedo a perder el control y hacerse daño a si mismo u a otras personas…etc.
  • En las fobias simples pueden haber miedos a los animales, a tormentas u otros fenómenos atmosféricos, a la oscuridad, a conducir, al avión…etc.
  • En la agorafobia el miedo es a experimentar ansiedad y no poder escapar u obtener ayuda, a los propios síntomas de la ansiedad, a lugares donde se ha experimentado ansiedad…etc.
  • En las crisis de ansiedad toma todo el sentido la frase “miedo al miedo”, es decir, miedo a experimentar el miedo que se siente cuando se tiene un ataque de pánico o crisis de ansiedad, o miedo a las consecuencias imaginadas respecto alguno de los síntomas (miedo al infarto cuando noto las taquicardias, miedo al desmayo si noto mareo o inestabilidad, miedo a sufrir un colapso por tanta ansiedad…).
  • En la ansiedad generalizada la persona teme que se hagan realidad sus preocupaciones catastróficas que se van al extremo de “todo irá mal, algo malo pasará, sucederá lo peor que temo”.

(Nota: esta explicación se centra en resaltar el papel del miedo en todos estos problemas, pero no explica todo lo que le ocurre a una persona que sufre uno de estos problemas. Existen otros factores implicados, diferentes para cada uno de los problemas, que ayudan a entender y definir el origen, mantenimiento y desarrollo de los problemas antes citados).

¿Y que suele suceder cuando tenemos miedo?

Como es una emoción sumamente desagradable para nosotros nuestra tendencia es huir de ella, escapar, o evitar aquello que nos produce miedo. Este mecanismo de escape o huida es muy lógico y adecuado cuando el miedo viene ante una situación realmente peligrosa, pero es contraproducente cuando no lo es. Huir acaba aumentando y manteniendo la ansiedad.

¿Qué podríamos hacer para que estos problemas no vayan a más y llegar a controlarlos?

Podemos utilizar dos estrategias para hacer frente a estos problemas. Por un lado “desmontar” los miedos, y por otro afrontarlos gradualmente. En la medida en la que podamos, afrontar poco a poco los miedos provocará que se vayan reduciendo. La manera de afrontarlos es siendo conscientes que debemos soportar cierto nivel de ansiedad al enfrentarnos, intentando hacerlo gradualmente para que sea tolerable para nosotros/as. Una práctica continuada podrá darnos buenos resultados. De otro lado, y paralelamente, tenemos que poner a prueba la veracidad de nuestros miedos, es decir, poner en duda si lo que pensamos es cierto o si lo es hasta el extremo al que lo llevamos. Podemos reflexionar sobre cuestiones como: ¿es muy probable que ocurra? ¿lo he pensado muchas veces y nunca ha sucedido? ¿que le diría yo a un amigo/a que estuviera igual de preocupado/a por esto? ¿estoy pensando en lo peor? ¿suele ocurrir lo peor?.

Poder hacer frente a los miedos y desmontarlos en muchas ocasiones no es una tarea sencilla, y no siempre se logra sin una ayuda profesional. Por eso en la terapia se aprenden una serie de estrategias y técnicas para lograr superarlos. De manera pautada y con la ayuda del psicólogo/a, se definen los pasos a seguir para superar estos problemas.

Realizar una terapia psicológica te ayudará a superar tu problema de ansiedad de una manera más rápida y eficaz.

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Clínica de la Ansiedad en Barcelona: 93 226 14 12607 507 097.

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Correo electrónico: info@clinicadeansiedad.com

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.[:]

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Preguntas más frecuentes

¿Cuánto duran los tratamientos de la ansiedad y con qué frecuencia se acude consulta?

La duración total de los tratamientos es variable. Los tratamientos psicológicos que hasta la fecha han demostrado una mayor efectividad y eficiencia son los basados en procedimientos cognitivo-conductuales. Su duración oscila entre seis meses y un año, si bien en algunos casos pueden ser más largos, en función del caso, la asociación de la ansiedad a otros trastornos, y la implicación del paciente en el programa.

Se considera que al cabo de unas semanas de tratamiento han de aparecer ya los primeros resultados, indicadores de la utilidad de los recursos que se están aplicando, y de la capacidad y disposición del paciente para beneficiarse de ellos.

Normalmente, al inicio del tratamiento, se acude a consulta una vez por semana. Cuando el tratamiento está encauzado, se espacian las visitas, efectuándose habitualmente a razón de una visita cada 15 días.

Si el tratamiento es exclusivamente farmacológico, el ritmo de las visitas es diferente: inicialmente cada tres o cuatro semanas, posteriormente cada dos o tres meses.

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Tratamiento de la Ansiedad

¿Se cura la ansiedad?

En el origen y mantenimiento de los trastornos de ansiedad influyen varios factores. Sintéticamente, podemos reunirlos en tres grandes grupos: los factores predisposicionales, relativos a la vulnerabilidad, especialmente la de tipo biológico, del individuo para padecer un trastorno; los factores activadores, vinculados a percepción de peligro o amenaza y capaces de activar el trastorno; y los factores de mantenimiento, que contribuyen a sostener el trastorno una vez aparecido.

La ansiedad no se reduce a ninguno de estos factores aisladamente, sino a una determinada relación entre ellos, sin que necesariamente en todos los trastornos, o personas que los padecen, tengan que concurrir todos y cada uno de ellos, en la misma medida.

Estamos hablando de factores de tipo biológico, unos, psicológico, otros, y sociales o contextuales unos terceros. Algunos pueden ser crónicos, en el sentido de permanentes y no modificables específicamente con los actuales conocimientos y técnicas terapéuticos; otros permanentes, pero regulables; otros circunstanciales o episódicos, modificables o no.

Si hubiéramos de identificar la ansiedad con alguno de estos factores, y nos preguntásemos si se cura o no, si se cura o se controla, si se mejora para siempre o persiste, iríamos variando la respuesta en función de las características del factor al que hubiésemos reducido la ansiedad. Pero ya hemos señalado que la ansiedad es un sistema de factores y relaciones vinculadas de alguna manera con la activación ante algún tipo de amenaza. Raramente hay un único factor que tenga la capacidad crítica de determinar el sistema, frente a la influencia de otros. La mayoría de los factores, en la mayoría de los casos, tienen un valor condicionante, no determinante, en relación al sistema resultante, por otro lado constantemente cambiante.

Los interrogantes expresados más arriba, en esos términos formulados, pueden tener interés para los investigadores y especialistas, en función de los factores sobre los que centran sus estudios, pero planteados por los pacientes, que los viven de manera global e integrada, pueden tornarse a veces en preguntas capciosas, simplificaciones, o simplemente, expresión de los propios temores al respecto.

Para quien la padece, más allá de si la ansiedad se cura o se mejora, se activa o desactiva, se controla, es crónica, episódica o coyuntural, las cuestiones básicas, tangibles y nada especulativas son dos: por un lado, si la ansiedad genera problemas importantes de salud y, por otro, si resulta incapacitante, de modo significativo, respecto de los proyectos de la persona o el mantenimiento de su estatus quo social, laboral, de salud, etc.

Hay que tener, también, en cuenta que en algunos casos la ansiedad coexiste con otros trastornos lo que puede condicionar su naturaleza, su evolución y su respuesta a los tratamientos.

A la pregunta de si la ansiedad va a producir problemas importantes de salud e incapacitación para siempre, la respuesta es no, en la mayoría de los casos, si se trata adecuadamente.

A la pregunta de si se ha de seguir tratamiento durante toda la vida, la respuesta es no, en la mayoría de los casos.

A la pregunta de si se puede garantizar, para todos los casos, que no se sufrirán nuevos episodios de ansiedad nunca más, la respuesta es no. Es posible, en algunos casos, que se den y que requieran tratamiento. Se pueden prevenir muchos de ellos, eso sí.

A continuación se muestran los datos referidos a los efectos y circunstancias relacionados con el tratamiento de diferentes trastornos de ansiedadLos datos ofrecidos se refieren a los tratamientos basados en procedimientos cognitivo-conductuales. Están recogidos de diversos estudios, de donde resultan los rangos expresados en porcentajes.

Ansiedad social: 

  • Mejorados: 60-70%.
  • Recuperados: 20-70%.
  • Rechazos: 13-17%.
  • Abandonos: 12-18%.

Ansiedad Generalizada: 

  • Mejorados: 70-75%.
  • Recuperados: 30-60%.
  • Rechazos: 21%.
  • Abandonos: 11%.
  • Recaídas: 8-11%.

Pánico: 

  • Mejorados: 70-85%.
  • Recuperados: 45-70%.
  • Recaídas: 20-40%.

Agorafobia: 

  • Mejorados: 70%.
  • Recuerados: 40-65%.
  • Abandonos: 20-25%.

Estrés postraumático: 

  • Mejorados: 60-70%.
  • Abandonos: 14-30%.

Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC):

  • Mejorados: 70-85%.
  • Recuperados: 20-40%.
  • Rechazos: 15-25%.
  • Abandonos: 6-12%.