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Tratamiento online de la ansiedad mediante videoconferencia

Los tratamientos psicológicos basados en procedimientos cognitivo pueden realizarse presencialmente o por videoconferencia.

Así como en otro tipo de terapia, acudir presencialmente a la consulta puede ser imprescindible, en un tratamiento psicológico cognitivo conductual, el más indicado para la ansiedad, realizar las consultas online (por videoconferencia) es totalmente factible y efectivo, según demuestran numerosos estudios.

Los pasos a realizar en un tratamiento psicológico, ya sea presencialmente en consulta u online, son los mismos, y las estrategias y técnicas con las que superar la ansiedad, se aprenden e integran con el mismo éxito tanto de una manera como de la otra.

La ventaja de un tratamiento presencial es, fundamentalmente, el contacto directo entre la persona y el psicólogo/a. Muchas personas tienen preferencia por esta opción. Las ventajas de un tratamiento online son la comodidad de realizarlo desde casa y evitar desplazamientos.

En nuestro centro, las consultas por videoconferencia se efectúan para tratamientos psicológicos. Previamente, se valora la idoneidad de este medio para el caso en cuestión y, siempre que sea posible, se combina con entrevistas presenciales.

La consulta a través de Internet, mediante videoconferencia,

  • Facilita y diversifica el acceso paciente-especialista;
  • Permite una atención en tiempo real, personalizada, exclusiva y confidencial, sin perder el contacto cara a cara.
  • Posibilita el tratamiento regular de personas que se desplazan con cierta frecuencia o de personas que residen lejos del centro de consultas y no pueden asistir fácilmente.

Limitaciones y/o indicaciones a las que está sujeto este servicio

  • En nuestro centro, las consultas por videoconferencia se efectúan en el contexto de   tratamientos psicológicos, y con técnicas cognitivo-conductuales.
  • Si está tomando medicación, es necesario un seguimiento por su médico de cabecera o su psiquiatra. Conviene que sepan que usted está recibiendo asistencia psicológica.
  • Las consultas online no están indicadas y no deben utilizarse en caso de emergencia médica.

¿Cómo se conciertan las entrevistas?

Las visitas consultas online se conciertan por los mismos medios que las presenciales: personalmente, por teléfono o por correo electrónico.

¿Quien atenderá las consultas mediante videoconferencia?

El psicólogo del equipo asignado para atender al usurio y hacerse cargo del programa de intervención psicológica

Horario, duración, y coste de las entrevistas

El horario de asistencia para consultas por videoconferencia se extiende de las 9’00 horas hasta las 21’00 horas, de lunes a viernes, hora española. La duración de la consulta está fijada en 45 minutos. Las visitas se abonarán previamente a través de nuestra pasarela de pago online,  mediante transferencia bancaria, o personalmente en una visita presencial anterior, si es el caso. El coste de las visitas que se efectúan por vídeo conferencia, es el mismo que las presenciales. Consultar tarifas.

Protección de datos

Los datos de la entrevista y los contenidos del expediente personal del usuario son confidenciales y reciben el mismo tratamiento y protección que los obtenidos mediante entrevistas presenciales, pudiendo el usuario ejercer sus derechos de acceso, modificación, rectificación, supresión, limitación y portabilidad conforme a la ley (REPD).

La solicitud de consulta mediante videoconferencia implica la aceptación de estas condiciones y la política de privacidad de www.clinicadeansiedad.com.

¿Qué medios necesito para la realización de videoconferencia?

Para la realización de las videoconferencias deberá disponer de:

  • Conexión a internet a través de ordenador, móvil o tablet.
  • El disposivo ha de tener cámara, microfono y auriculares u otra salida de sonido.

Condiciones generales

Clínica de la Ansiedad no se responsabiliza de las condiciones generales de funcionamiento de internet en el momento de la consulta, ni por tanto de la calidad de vídeo y audio durante la misma. El usuario podrá solicitar una nueva consulta gratuita exclusivamente en el caso de que las condiciones de la red no permitan establecer una comunicación mínimamente eficiente.

Algunos artículos científicos,  sobre la eficacia de los tratamientos de  los trastornos de ansiedad a través de internet

Transdiagnostic internet treatment for anxiety and depression: A randomised controlled trial.  Titov, Nickolai; Dear, Blake F.; Schwencke, Genevieve; Andrews, Gavin; Johnston, Luke; Craske, Michelle G.; McEvoy, Peter; Behaviour Research and Therapy, Vol 49(8), Aug, 2011. pp. 441-452.

Cost-effectiveness of Internet-based cognitive behavior therapy vs. cognitive behavioral group therapy for social anxiety disorder: Results from a randomized controlled trial.  Hed-man, Erik; Andersson, Erik; Ljótsson, Brjánn; Andersson, Gerhard; Rück, Christian; Lindefors, Nils; Behaviour Research and Therapy, Vol 49(11), Nov, 2011. pp. 729-736.

Randomized controlled trial of Internet‐delivered cognitive behavioral therapy for posttrau-matic stress disorder by Spence, Jay; Titov, Nickolai; Dear, Blake F.; Johnston, Luke; Solley, Karen; Lorian, Carolyn; Wootton, Bethany; Zou, Judy; Schwenke, Genevieve. Depression and Anxiety, July 2011, Vol. 28 Issue: Number 7 p541-550.

An internet administered treatment program for obsessive–compulsive disorder: A feasibility study.  Wootton, Bethany M.; Titov, Nickolai; Dear, Blake F.; Spence, Jay; Andrews, Gavin; Johnston, Luke; Solley, Karen; Journal of Anxiety Disorders, Vol 25(8), Dec, 2011. pp. 1102-1107.

Preliminary investigation of web-camera delivered cognitive-behavioral therapy for youth with obsessive-compulsive disorder.  Storch, Eric A.; Caporino, Nicole E.; Morgan, Jessica R.; Lewin, Adam B.; Rojas, Ariz; Brauer, Lindsay; Larson, Michael J.; Murphy, Tanya K.; Psychiatry Research, Vol 189(3), Oct 30, 2011. pp. 407-412.

Individually-tailored, Internet-based treatment for anxiety disorders: A randomized controlled trial by Carlbring, Per; Maurin, Linda; Törngren, Charlotta; Linna, Emma; Eriksson, Thomas; Sparthan, Elisabeth; Strååt, Marcus; Hage, Christian Marquez von; Bergman-Nordgren, Lise; Andersson, Gerhard. Behaviour Research and Therapy, January 2011, Vol. 49 Issue: Number 1 p18-24.

Effectiveness randomized controlled trial of face to face versus Internet cognitive behaviour therapy for social phobia by Andrews, Gavin; Davies, Matthew; Titov, Nickolai. Australian and New Zealand Journal of Psychiatry, April 2011, Vol. 45 Issue: Number 4 p337-340.

Internet-based treatment of social phobia: A randomized controlled trial comparing unguided with two types of guided self-help.  Berger, Thomas; Caspar, Franz; Richardson, Robert; Kneubühler, Bernhard; Sutter, Daniel; Andersson, Gerhard; Behaviour Research and Thera-py, Jan 1, 2011.

Internet-based cognitive behavior therapy vs. cognitive behavioral group therapy for social anxiety disorder: A randomized controlled non-inferiority trial.  Hedman, Erik; Andersson, Gerhard; Ljótsson, Brjánn; Andersson, Erik; Rück, Christian; Mörtberg, Ewa; Lindefors, Nils; PLoS ONE, Vol 6(3), Mar 25, 2011.

Internet-versus group-administered cognitive behaviour therapy for panic disorder in a psy-chiatric setting: a randomised trial. (eng) By Bergström J, Andersson G, Ljótsson B, Rück C, Andréewitch S, Karlsson A, Carlbring P, Andersson E, Lindefors N, BMC Psychiatry [BMC Psychiatry], ISSN: 1471-244X, 2010 Jul 02; Vol. 10, pp. 54.

Clinician-assisted Internet-based treatment is effective for panic: A randomized controlled trial.  Wims, Edward; Titov, Nickolai; Andrews, Gavin; Choi, Isabella; Australian and New Zealand Journal of Psychiatry, Vol 44(7), Jul, 2010. pp. 599-607.

Computer therapy for the anxiety and depressive disorders is effective, acceptable and practi-cal health care: A meta-analysis.  Andrews, Gavin; Cuijpers, Pim; Craske, Michelle G.; McEvoy, Peter; Titov, Nickolai; PLoS ONE, Vol 5(10), Oct 13, 2010.

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Clínica de la Ansiedad. Terapia cognitivo-conductual. Psicólogos en Madrid y Barcelona especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

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Introducción

Ansiedad, pensamiento y anticipación

La ansiedad es un mecanismo adaptativo de defensa cuya función es disponer las acciones más convenientes ante situaciones consideradas amenazantes. Algo se considera o no amenazante en función del resultado de un doble proceso de valoración:

  • Qué ocurre, cómo nos afecta, qué consecuencias tiene o podría tener.
  • Qué competencias tenemos, qué recursos podemos movilizar, qué confianza tenemos en ellos.

Ambas valoraciones están basadas en el procesamiento de la información, a través del pensamiento, que juega un papel fundamental en las acciones relacionadas con la ansiedad

De la actividad de estos procesos mentales de pensamiento, conocidos también con el nombre de procesos cognitivos, se deriva una determinada caracterización de la realidad, de la que también forma parte la representación de nosotros mismos. En función de dicha construcción de la realidad, se activan las acciones oportunas por parte de individuo y la disposición fisiológica propicia para su desarrollo. Existe incluso la posibilidad de representar dicha acción imaginariamente, de manera simulada o virtual, experimentando y construyendo así diferentes definiciones de la realidad, su posible manipulación, su desarrollo y consecuencias. Es incluso posible, retrospectivamente, hacer diferentes lecturas de lo ocurrido.

Dentro de los procesos cognitivos, tienen singular importancia los pensamientos de tipo anticipatorio: si la función de la ansiedad es movilizar al organismo frente a posibles peligros o amenazas, la ansiedad ha de activarse antes de que el peligro se materialice. Hemos de estar previamente advertidos, dispuestos y activados ante la eventualidad de un riesgo. Si un coche puede atropellarnos, hemos de saltar, o quedarnos clavados en la acera, antes de que nos alcance; si tenemos un examen próximamente, la ansiedad ha de importunarnos días antes y empujarnos a estudiar para adquirir los conocimientos o destrezas que, llegado el momento, nos permitan superarlo con éxito.

La anticipación, pues, es un proceso de evaluación cognitiva que sobre, la base de la experiencia y otras fuentes de conocimiento, prevé las consecuencias que un acontecimiento dado provocará en el individuo. Va desde un proceso rápido, intuitivo, automático, hasta un proceso de predicción elaborado, deliberado, basado en inferencias inductivas o deductivas. Se refiere básicamente a:

  • cómo, cuándo, de qué manera algo perjudica o beneficia (evaluación primaria , en términos de Lazarus y Folkman, 1984).
  • qué puede hacerse al respecto, (evaluación secundaria , en términos de Lazarus y Folkman, 1984 ).
  • qué capacidad se atribuye la persona para hacerlo (expectativa de eficacia , en términos de Bandura, 1986).
  • qué resultados se calculan como probables (expectativa de resultados, en términos de Bandura, 1986).

En consonancia con dichas predicciones, se experimenta un estado emocional agradable o desagradable, dependiendo de que el individuo se vea afectado positiva o negativamente.

La anticipación, como expectativa, produce también un efecto motivacional. En palabras de Bandura (1986) «los pensamientos anticipatorios que no exceden los límites de la realidad tienen un valor funcional porque motivan el desarrollo de competencias y de planes de acción». La anticipación forma parte de la propia acción como factor regulador e inductor de la conducta y de las emociones.

El pensamiento tiene gran capacidad de auto-activación fisiológica de la emoción. La experiencia común nos dice que la imaginación de escenas repugnantes o asquerosas produce nauseas, las eróticas excitación sexual, o la degustación imaginaria de un manjar salivación y secreción de jugos gástricos. En concreto, las anticipaciones referidas a la ocurrencia de amenazas, daño o perjuicio, generan ansiedad. Estos pensamientos pueden resultar, a veces, tan activadores como los propios acontecimientos reales. Las vísceras (pulmones, corazón, estómago) y los músculos no saben qué pasa, ni deciden qué hacer. Son los centros nerviosos superiores, la corteza cerebral fundamentalmente, aunque no solo, quien conoce, presupone, acertadamente o no, la realidad en que nos encontramos o nos podríamos encontrar, cómo nos afecta y qué podemos hacer. Sobre esta base se genera una respuesta psicofisiológica que prepara al organismo para actuar en consecuencia.

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Fuente: J. Carlos Baeza (2007). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos  especialistas en el tratamiento de la ansiedad. Madrid y Barcelona.

Vídeo ilustrativo: Administración de preocupaciones

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Preguntas más frecuentes

Los tratamientos psicológicos de la ansiedad ¿consisten sólo en hablar?

Los tratamientos psicológicos no tienen por objetivo el desahogo verbal del paciente, ni se aspira a la mejora de los problemas simplemente por hablar de ellos. Naturalmente, el paciente y el especialista se entienden hablando, pero la intervención psicológica va más allá de la comunicación verbal y el análisis de los problemas: se requiere del paciente una elevada implicación en la resolución de sus problemas y ha de seguir diferentes procedimientos, muchos de ellos fuera de la consulta, para conseguir el cambio que se busca a través de la modificación de los síntomas, el replanteamiento de las situaciones y el afrontamiento más efectivo de la ansiedad, lo que la origina y lo que la mantiene.

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Prevención de la Ansiedad

Alimentación y ansiedad

Lo que comemos tiene efectos directos sobre cómo nos sentimos física y emocionalmente. Antes de entrar a analizar cuales son ésos efectos cabe hacer dos observaciones importantes. Primero, muchos de los procesos y consecuencias que describiremos en este capítulo repercuten indirectamente sobre la ansiedad, no como relaciones simples de causa-efecto. Segundo, al hablar de nutrición no podemos utilizar términos absolutos; todos los alimentos de los que vamos a hablar se pueden consumir en las cantidades adecuadas.  Lo importante es mantener dietas equilibradas y variadas, y conocer cómo puede afectarnos el consumo abusivo de algunos productos.

Una parte de la ansiedad que experimentamos puede ser debida al consumo de distintos estimulantes y a deficiencias en vitaminas o minerales concretos.

Conviene limitar el consumo de:

  • Grasas, vísceras y charcutería (embutidos, patés y foie-gras), leche condensada, lácteos enriquecidos con nata, quesos grasos, bollería rellena, productos de pastelería y repostería industrial, etc. Modere el consumo de comidas ricas en grasas saturadas (mantequilla, queso, leche entera, helados, cremas, grasa de la carne, bollería industrial, aceite de palma…). El consumo excesivo de grasas puede favorecer la obesidad y elevar los niveles de colesterol, poniendo bajo un esfuerzo innecesario al sistema cardiovascular, lo que además puede intensificar alguna de las manifestaciones sintomatológicas de la ansiedad.
  • Estimulantes (café, té, refrescos con cafeína, extractos de guaraná, ginseng) y alcohol. Algunos alimentos o bebidas que acompañan la comida pueden llevar sustancias que estimulan el sistema nervioso y sobre-activan al organismo, lo que puede provocar ansiedad, nerviosismo e insomnio, por ejemplo. Al mismo tiempo reducen la disponibilidad de vitaminas y minerales en nuestro cuerpo. El estimulante de consumo más frecuente es la cafeína, presente en el café, en algunas bebidas de cola, y algunas de las llamadas energizantes. No se recomienda tomar más de 100 miligramos/día de cafeína. Esto equivale a una taza de café o dos bebidas de cola. Si hay problemas de ansiedad, mejor pasarse al café descafeinado, refrescos sin cafeína o infusiones sin estimulantes. La teína, presente en el té, tiene también efectos estimulantes. El alcohol, si bien en la fase inicial inmediatamente posterior al consumo tiene un efecto desinhibidor, lo que lleva a algunas personas a pensar que es un euforizante, lo cierto es que se trata de un depresor del sistema nervioso, que puede alterar negativamente el estado de ánimo, y en las personas propensas, inducir, como efecto rebote, manifestaciones de ansiedad horas después de su consumo.
  • Sales y azúcar. La sal disminuye las reservas de potasio de nuestro cuerpo, un mineral muy importante para el funcionamiento apropiado del sistema nervioso. La sal puede aumentar la presión sanguínea poniendo a prueba nuestro corazón y arterias. Se recomienda no exceder un gramo de sal por día. El azúcar no contiene nutrientes esenciales, suministra una fuerte dosis de energía inmediata para el cuerpo, que a veces puede ser excesiva e innecesaria. Evite siempre que pueda aquellas comidas hechas a base de azucares refinados. No caiga, sin embargo, en el error de sustituir ese azúcar por edulcorantes artificiales ya que también pueden provocar ansiedad y, otros problemas de salud si se consumen en exceso
  • Aditivos y otros productos artificiales. Existen muchos aditivos químicos utilizados en el procesamiento de comida industrial. No se conocen bien aún sus efectos sobre el organismo a largo plazo. Son productos que nuestro cuerpo procesa con más dificultad. El procesamiento industrial sustrae muchos nutrientes y vitaminas de los alimentos; es mejor minimizar el consumo de comida rápida, sabores artificiales, aditivos químicos. Mención especial merece el Glutamato de Monosodio (MSG), un aditivo artificial que se usa para realzar sabores, frecuentemente usado para cocinar en restaurantes, especialmente en comida china. Puede tener un fuerte efecto irritativo sobre el sistema nervioso llegando a producir, en casos extremos, dolores de cabeza, hormigueo, entumecimiento y dolor en el pecho. Se ha de tener especial cuidado en el consumo de carnes procedentes de animales que pudieran haber sido alimentados con hormonas para promover un engorde y crecimiento rápidos; así con productos vegetales en cuyo cultivo se hubieran utilizados pesticidas. Se trata de productos muy tóxicos.

Conviene no descuidar el consumo de:

  • Leche, yogures y otras leches fermentadas, productos lácteos no excesivamente grasos o dulces y quesos.
  • Carnes (preferir las menos grasas), pescado, huevos y derivados.
  • Cereales, patatas y legumbres, especialmente derivados integrales; muesli o cereales de desayuno integrales. Algunos de estos alimentos son ricos en hidratos de carbono. Forman parte de las materias primas que necesita el organismo para la obtención de energía. Es una opción más saludable que utilizar comidas ricas en azúcares como helados o chocolate.
  • Verduras y hortalizas y frutas. Tienen un destacable valor nutritivo, aportan minerales y vitaminas imprescindibles y son fáciles de digerir. Favorecen la absorción del triptófano, precursor de la serotonina, un neurotransmisor que regula el estado de ánimo y la ansiedad. Frutas, vegetales y cereales integrales son una excelente fuente de fibra La ansiedad puede provocar distintos problemas digestivos entre ellos malestar intestinal y estreñimiento. Una mayor ingesta de fibra ayudará a un mejor tránsito intestinal. Si puede elegir tome frutas enteras en vez de zumos.
  • Agua, zumos, jugos de hortalizas, infusiones no estimulantes, frutos secos, aceites de oliva y semillas.

Nutrientes específicos

Hay algunos nutrientes específicos que pueden ayudar a nuestro organismo a manejarse mejor en situaciones de ansiedad.

Calcio

Es necesario para mantener un balance electrolítico, para la contracción muscular, transmisión nerviosa, regulación de la división celular, secreción hormonal y formación de hueso y dientes. Algunas investigaciones indican que el calcio podría ayudar a bajar la presión sanguínea. Un déficit puede provocar: agitación, depresión, palpitaciones, insomnio, irritabilidad. El calcio se encuentra en todos los productos lácteos y derivados, la soja, el tofu; las hortalizas de hojas verdes como el brécol o los nabos también son buenas fuentes de calcio.

Ácido alfa-linoléico (familia Omega 3)

Algunos estudios indican que una carencia de ácido alfa-linoléico podría facilitar la aparición de ataques de pánico. Se encuentra principalmente en el pescado (especialmente en el atún y el salmón), pero también se encuentra en cantidades importantes en el aceite de linaza, en las semillas de mostaza, en pipas de calabaza, en la soja, nueces… además cada vez nos encontramos con más productos en el mercado enriquecidos con ácidos de la familia Omega 3.

Magnesio

Ayuda con la relajación muscular, el mantenimiento del músculo cardíaco, la transmisión neuromuscular y el ensanchamiento de los vasos sanguíneos. Un déficit de magnesio puede provocar: agitación, ansiedad, confusión, manos y pies fríos, depresión, insomnio, inquietud. Alimentos ricos en magnesio: espinacas, aguacates, pipas de calabaza y de girasol, ostras, almendras…

Familia de la vitamina B

Nos ayudan a obtener energía actuando con enzimas para convertir nutrientes complejos como los carbohidratos en unidades energéticas más simples. Son importantes para el funcionamiento normal del sistema nervioso y son de ayuda tanto para poder relajarse como para conseguir la energía necesaria diariamente. Un déficit de vitamina B puede provocar: fatiga, irritabilidad, nerviosismo, depresión, insomnio, pérdida de apetito…

Complementos nutricionales y otros

Los estados de ansiedad implican un gran desgaste físico y mental, y por tanto puede ser recomendable la toma de ciertos suplementos de vitaminas y minerales siempre bajo la supervisión o asesoramiento de un especialista. Hay que ser sin embargo muy cautos puesto que algunos complejos vitamínicos que se anuncian como indicados en estados carenciales incluyen en su fórmula sustanciadas excitantes como ginseng o guaraná que pueden justamente provocar o agravar un cuadro de ansiedad.

Por otro lado, las bebidas que conocemos como energéticas suelen contener estimulantes como la cafeína y la taurina, o los ya comentados extractos de ginseng o guaraná, por lo que resultan tan poco recomendables como el café o el té.

¿Cómo comer?

El estrés y la ansiedad pueden agravarse no sólo por lo que se come, sino también por la forma en que se hace. Es aconsejable:

  • No comer demasiado rápido o mientras anda; comer sentado en la mesa y plato por plato, sin mezclarlos.
  • Masticar bien la comida, por lo menos 15 o 20 veces por bocado.
  • No comer demasiado o hasta el punto de sentirse hinchado.
  • Ingerir cantidades moderadas de líquido durante la comida; beber demasiado puede diluir los ácidos estomacales y las enzimas digestivas (entre uno y dos vasos de agua por comida es suficiente).
  • Realizar varias comidas al día, entre tres y cinco, que no sean copiosas.
  • Repartir las comidas regularmente a lo largo del día, para evitar descensos bruscos en el nivel de glucosa en sangre.
  • Planificar y respetar los horarios de comida; es mejor tener pensados también los menús para poder comprar y preparar lo que necesitemos con tiempo.
  • Empezar el día con un buen desayuno ayudará a evitar el descenso de azúcar en sangre (hipoglucemia) que suele producirse a media mañana y que puede provocar nerviosismo e irritabilidad.
  • Utilizar preferiblemente las formas de cocción menos grasas: planchas, parrillas, asados, microondas y cocciones en agua.
  • Moderar los fritos, rebozados, empanados, guisos y estofados.

Respetar estos hábitos le ayudará a digerir y asimilar adecuadamente la comida, favorecerá la absorción de nutrientes y le evitará molestias digestivas e intestinales. Coma bien. Es importante tener una dieta variada que asegure el consumo todos los nutrientes esenciales necesarios para mantenerse sano. Una nutrición equilibrada es fundamental para mantener una salud general, pero también para poder manejar mejor nuestra ansiedad y regular el estado de ánimo.

De la misma manera que es importante cuidarse desde la vertiente física, lo es hacerlo desde la psicológica y emocional. Un tratamiento psicológico te ofrece herramientas y estrategias para aprender a gestionar, reducir y eliminar tu ansiedad.

Realizar una terapia psicológica te ayudará a superar tu problema de ansiedad de una manera más rápida y eficaz.

Contáctanos y te informamos:

Clínica de la Ansiedad en Barcelona: 93 226 14 12607 507 097.

Clínica de la Ansiedad en Madrid: 91 829 93 92607 507 097.

Correo electrónico: info@clinicadeansiedad.com

Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

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Fuente: Marc Coronas. Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Video ilustrativo: Hábitos de alimentación (UNED-RTVE2)

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Preguntas más frecuentes

Los resultados de los tratamientos psicológicos de la ansiedad ¿tardan mucho en aparecer?

En los trastornos de ansiedad la mejora sintomatológica, mediante tratamientos psicológicos, se manifiesta en el transcurso de las primeras semanas; inmediatamente después se aprecia en la superación de miedos; posteriormente en el desarrollo de habilidades de afrontamiento ante problemas y fuentes de ansiedad y, finalmente, en el cambio de actitudes o valores si es el caso.

La mayoría de los resultados aparecen en un plazo corto y medio, si bien su consolidación requiere mantener algunos esfuerzo o condiciones más allá incluso del periodo de tratamiento. Se ha de tener también en cuenta que algunos pacientes con trastornos de ansiedad presentan, conjuntamente, otros problemas psicológicos cuyo abordaje, puede requerir técnicas, procesos y tiempos distintos de los aquí señalados.

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Ansiedad Generalizada

Tratamiento psicológico de la Ansiedad Generalizada

El inicio de cualquier tratamiento requiere

  • Una valoración diagnóstica precisa
  • Un conocimiento exhaustivo de los factores implicados en el origen y desarrollo del problema: antecedentes, factores desencadenasteis, factores predisposicionales, factores de mantenimiento, soluciones intentadas, etc.
  • Un conocimiento suficiente del paciente y sus circunstancias: grado de deterioro de la salud y el bienestar, incapacitación e interferencias en planes de acción o estatus significativos para la persona, recursos personales, atribución de capacidad y eficacia, rasgos destacados de la personalidad y del sistema de valores, estado emocional general, etc.
  • La formulación de un esquema explicativo que identifique las variables más relevantes del caso, las relaciones críticas entre ellas, y el proceso que han ido siguiendo a lo largo del tiempo.
  • El establecimiento de una relación adecuada entre el paciente y el especialista que les permita trabajar juntos de manera eficiente: reconocimiento mutuo, comunicación eficaz, confidencialidad, seguimiento de prescripciones etc.
  • Finalmente, en función de todo lo anterior, el establecimiento de unos objetivos evaluables y unos medios convenientemente ordenados y secuenciados. Estos últimos, los medios y su despliegue, en función de la demanda formulada por el paciente, son los que constituyen el tratamiento propiamente dicho.

La intervención terapéutica conjuga, normalmente, tratamientos específicos, en función del diagnóstico principal, con otros de carácter más general o contextual, en función de las características personales y circunstancias del paciente. Normalmente, las primeras intervenciones van encaminadas a reducir los síntomas de ansiedad y la incapacitación que producen. Posteriormente se analizan y tratan los factores que originan y/o mantienen la ansiedad y otras alteraciones que puedan acompañarla.

Habitualmente, los tratamientos incluyen aspectos relacionados con la recuperación de la salud, si se ha perdido, aspectos relacionados con la prevención, y aspectos relacionados con el desarrollo personal del paciente que de un modo u otro tienen que ver con lo que le pasa.

Normalmente, al inicio del tratamiento, se acude a consulta una vez por semana. Cuando el tratamiento está mínimamente encauzado, se espacian las visitas, efectuándose habitualmente a razón de una visita cada 15 días.

Tratamientos específicos de la Ansiedad Generalizada

Los tratamientos que han demostrado una mayor eficacia en el tratamiento específico ansiedad generalizada son los basados en procedimientos cognitivo-conductuales. He aquí una relación de aquellas técnicas consideradas más efectivas:

  • Información al paciente sobre la naturaleza de la ansiedad generalizada: mecanismos básicos, funcionalidad y disfuncionalidad, explicación sobre los síntomas y su alcance, relaciones entre pensamiento, emoción y acción.
  • Entrenamiento en relajación: respiración diafragmática lenta y relajación muscular progresiva.
  • Identificación y neutralización del procedimientos contraproducentes, utilizados por el paciente para regular su problema, pero que, en realidad, contribuyen, no a la solución, sino al mantenimiento del problema.
  • Prevención de las conductas de preocupación.
  • Entrenamiento en técnicas de solución de problemas y organización del tiempo
  • Técnicas cognitivas: reestructuración interpretaciones catastróficas, control pensamientos automáticos, sobreestimación de la probabilidad de ocurrencia de un hecho negativo. Para favorecer estos cambios es frecuente utilizar ejercicios estructurados, «experimentos conductuales», cuestionamiento de hipótesis mediante «diálogo socrático» o contrastes con la evidencia, etc.
  • Exposición controlada y progresiva a situaciones temidas
  • Desarrollo de habilidades sociales y mejora de la calidad de las relaciones interpersonales.
  • Planificación de actividades agradables y placenteras. Poner el acento en lo que se quiere que pase, más que en evitar lo que no se desea que ocurra, en una situación dada.
  • Medicación: normalmente en combinación y como apoyo del tratamiento psicológico, si bien en algunos casos dicha asociación está desaconsejada. Los medicamentos más utilizados son los ansiolíticos, particularmente las benzodiacepinas. Las azapironas han demostrado una eficacia similar. Se han utilizado con éxito antidepresivos tricíclicos e Inhibidores Selectivos de la Recaptación de la Serotonina (ISRS).El tratamiento farmacológico ha de estar siempre prescrito y supervisado por el médico.
  • Materiales de autoayuda, como complemento de la terapia.

Estos son algunos de los recursos terapéuticos más conocidos y probados en el tratamiento de la ansiedad generalizada. Se ha de tener en cuenta no obstante, que estos trastornos pueden venir asociados a otros problemas, que requieren también un abordaje, en el contexto de un tratamiento integrado y convenientemente articulado. El tratamiento, en rigor, no lo es de la ansiedad generalizada, sino de la persona que lo padece, en relación, naturalmente, con la demanda que efectúa.

Los tratamientos suelen desarrollarse individualmente, aunque en algunos en ocasiones, en función del caso y del momento, puede estar indicada la terapia grupal. La duración de los tratamientos oscila normalmente entre seis meses y un año, si bien en algunos casos pueden ser más largos.

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Fuente: Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la Ansiedad Generalizada. Madrid y Barcelona.

Para saber más:

Bernstein, D.A. y Borkovec, T.D. (1983). Entrenamiento en relajación progresiva. Bilbao: Desclée de Brouwer

Deffenbacher, J.L. (1997). Entrenamiento en el manejo de la ansiedad generalizada. En V.E. Caballo (Dir.), Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos (Vol. 1, pp. 241-263). Madrid: Siglo XXI.

Ellis,A.(1980). Razón y emoción en psicoterapia.Bilbao:EDB

Suinn, R.M. (1993). Entrenamiento en manejo de la ansiedad. Bilbao: Desclée de Brouwer. (Original de 1990.

Peurifoy,R.Z.(1999). Cómo vencer la ansiedad. Bilbao: DDB

Stahl,S.M.(1998). Psicofarmacología esencial. Barcelona: Ariel.

Video: Tratamientos de la ansiedad

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Preguntas más frecuentes

¿Se ha de seguir tratamiento continuado durante toda la vida?

En el estado de conocimientos actual, las técnicas cognitivo-conductuales y farmacológicas, aplicadas por equipos especializados, han demostrado su eficacia en el tratamiento de los trastornos de ansiedad.

El objetivo principal de las técnicas cognitivo-conductuales es que el individuo sea capaz de enfrentarse a las situaciones que le producen ansiedad aplicando diferentes estrategias de afrontamiento.

La finalidad de las intervenciones psicológicas es optimizar los recursos del individuo y ayudarle a desarrollar herramientas y conocimientos que le permitan enfrentarse a sus problemas sin necesidad de mantener un tratamiento continuado durante toda la vida. En algunos casos, no obstante, es posible que se necesite tratamiento en algunos momentos de la vida.

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Prevención de la Ansiedad

Autoestima, asertividad y disposición de apoyos sociales

Vivir representa una serie de oportunidades y amenazas a las que hacer frente por medio de nuestros recursos, entendiendo por tal el conjunto de procedimientos o medios de los que disponemos o a los que recurrimos para satisfacer una necesidad, llevar a cabo una tarea, o bien, conseguir aquello que nos proponemos. Más allá de los recursos materiales, técnicos o instrumentales, en este artículo nos centraremos en los recursos relacionales:

-Intrapersonales: cómo nos relacionamos con nosotros mismos. Hablaremos en particular de la autoestima.

Interpersonales: cómo nos relacionamos con los demás. Hablaremos de las habilidades sociales, particularmente de la asertividad, y de la disposición de apoyos sociales.

Dichos recursos personales nos pueden ayudar, por un lado, a ser menos vulnerables al desarrollo de problemas de ansiedad y de cualquier otro tipo de problema psicológico, y por otro, a superar dichos problemas de forma más efectiva.

La autoestima

Por encima de todo, el «recurso de recursos» somos nosotros mismos: nuestro pensamiento, nuestra conducta y nuestras emociones, son el instrumento básico con que contamos para relacionarnos con el mundo, para disponer herramientas y condiciones auxiliares que nos lo faciliten.

La valoración que una persona tiene de sí misma es decisiva a la hora de encarar los obstáculos y adversidades que se le presentan. La confianza que tengamos en nosotros mismos condicionará, en gran medida, nuestra actuación y su desenlace.

Previa definición de lo que entendemos por autoestima vamos a referirnos al auto-concepto. El autoconcepto es el propio sentido de identidad, lo que alguien piensa sobre sí mismo como individuo. Es la percepción que una persona tiene de sí misma, el yo. La autoestima se deriva, aunque no sólo, de la comparación entre el yo real y el que idealmente quisiéramos ser (cómo me veo y como me gustaría verme). La autoestima es la opinión global que tenemos de nosotros mismos, cómo nos juzgamos o evaluamos, y el valor que nos damos como personas.

La auto-valía que una persona se otorga en una situación o tarea concretas, hace referencia a la auto-eficacia. Así pues, la autoeficacia se refiere a la valoración específica, en un contexto delimitado, de la competencia para llevar a cabo una tarea o una gama de tareas en un área determinada. Se trata del auto-juicio que emite un individuo de su capacidad para llevar a cabo determinadas acciones. Dicha autovaloración influye en las elecciones que hacemos, los esfuerzos sucesivos que realizamos, la persistencia en la superación de dificultades o fallos y en sentimiento de competencia o capacidad.

Aceptar el reto, seguir intentándolo y salvar los obstáculos son tres ingredientes que facilitarán el aprendizaje y por tanto la competencia de una persona ante una tarea. El sentirse capaz de llevar a cabo determinadas acciones tiende a repercutir en la mejora de la autoestima. Normalmente, la mejora de la autoeficacia, contribuye a mejorar la autoestima. Pero no siempre. Algunas personas con déficit de autoestima, que tienden a no sentirse capaces en la mayoría de las áreas de su vida, utilizan un mecanismo compensatorio de súper-especialización basado en fortalecer un área concreta para contrarrestar otras áreas. Se produce en estos casos un desequilibrio dado que se focalizan la mayor parte de los esfuerzos en un área y se desatienden otras áreas importantes de desarrollo personal. En realidad este mecanismo de potenciación-desatención contribuye a hacer más vulnerable a la persona ante los pequeños incidentes cotidianos, no mejora el sentimiento íntimo de satisfacción personal, y propicia el aislamiento.

Contar con una sana autoestima supone apreciar la propia valía e importancia y asumir, por parte del individuo, su responsabilidad hacia sí mismo y hacia sus relaciones interpersonales. El segundo componente esencial en la construcción de la autoestima- el primero está basado en la magnitud del contraste entre cómo nos vemos y cómo nos gustaría vernos- procede de la valoración de que somos objeto por parte de nuestro entorno social, y por tanto de la calidad de las relaciones sociales que tenemos.

Asertividad

La autoestima es antes que nada respeto por uno mismo. Existen tres formas o estilos básicos de comportamiento en las situaciones sociales que requieren la autoafirmación de los propios derechos. Lo más adecuado y adaptativo es adoptar el más conveniente en cada caso y circunstancia, en función de nuestros objetivos e intereses, por un lado, y del contexto social por otro. Las personas socialmente poco habilidosas o asertivas tienden a repetir un único estilo para la mayoría de ocasiones, a pesar de ser muy diversas entre sí, entrañar diversos intereses y requerir soluciones distintas. He aquí los tres estilos a los que nos hemos referido:

El estilo pasivo

Las personas con este estilo tienden a no expresar o hacer valer sus propios intereses u opiniones, a no poner límites a conductas invasivas o intimidatorias. Ceden y se supeditan con facilidad, aún cuando se vean perjudicados; se dejan condicionar con facilidad y ellas renuncian a hacerlo. Normalmente son personas con poca autoestima, que temen arriesgarse o enfrentar pequeños conflictos, y sienten mucha necesidad de ser valoradas por parte de los demás, si bien finalmente tienen la sensación de que han sido poco tenidos en cuenta, instrumentalizados e incluso, abusados. El supuesto del que parte este estilo de comportamiento es: «los demás tiene prioridad sobre mi».

Su repertorio de conductas no verbales y vocales se caracteriza por: evitación de la mirada, postura hundida o tensa, gestos nerviosos o desvalidos, retorcimiento de manos, voz baja, vacilaciones, silencios largos, tono vacilante o quejumbroso, sonrisa nerviosa, risitas falsas.

Su comunicación verbal suele incluir expresiones del estilo: «Quizás», «supongo», «me pregunto si podríamos», «te importaría mucho», «no crees que», «bueno», «realmente no es importante», «no te molestes».

Algunas de las consecuencias de utilizar regularmente este estilo comunicativo: conflictos interpersonales; sentimientos de depresión o desamparo; problemas psicosomáticos; imagen pobre de sí mismo; generación de perjuicios; pérdida de oportunidades; tensión; sentirse sin control; soledad; no gustarse a sí mismo ni a los demás; sentirse enfadado; terminar, al final, por estallar de forma explosiva y desproporcionada, o bien desaparecer y romper absolutamente con el grupo y la situación.

El estilo agresivo

Las personas con este estilo tienden a no respetar los límites personales de otros, a quienes pueden llegar a dañar mientras intentan influenciarles. El supuesto básico de estilo agresivo es: “Yo tengo prioridad sobre los demás”.

Las conductas no verbales y vocales más características de este estilo son: mirada fija, volumen alto, tono agudo y tajante, habla rápida, orientación frontal, cara tensa, gestos de amenaza, postura intimidatoria.

La comunicación verbal, suele incluir, en este caso, algunas de las siguientes expresiones: «Harías mejor en», «haz», «ten cuidado», «debes de estar bromeando», «si no lo haces…», «no sabes», deberías», «mal».

Las consecuencias de utilizar este estilo regularmente pueden ser: conflictos interpersonales; frustración; empeoramiento de la propia imagen; pérdida de oportunidades; la tensión, el sentirse sin control, aislamiento social, no gustar a los demás; hacer daño a los demás; generar desconfianza y rechazo social; sentirse enfadado.

El estilo asertivo

Es característico de las personas que dicen lo que piensan respetando los límites personales de los otros, y están dispuestas a defenderse frente a intentos invasivos. El supuesto básico, en este caso vendría a ser: “Respeto a los demás pero también a mí mismo”.

El comportamiento asertivo permite actuar, pensar y decir conforme a lo que uno cree que es lo más apropiado para sí mismo, defendiendo sus derechos, intereses o necesidades sin agredir a nadie, ni permitir ser agredido. El desarrollo de la asertividad, como habilidad social, facilita el camino hacia una mejor consideración personal, y optimiza la capacidad para relacionarse con los demás de manera eficaz y satisfactoria.

Este estilo se caracteriza a nivel no verbal y vocal por: contacto ocular directo pero no desafiante, expresión facial adecuada a la situación, nivel de voz conversacional, buena entonación (tono seguro), habla fluida, gestos firmes, postura cómoda y manos sueltas.

La conducta verbal se caracteriza por expresiones del estilo: «Pienso», «siento», «quiero», «hagamos», «¿cómo podemos resolver esto?», «¿qué piensas?», «¿qué te parece?».

El estilo asertivo suele producir efectos positivos: la persona resuelve los problemas; se siente a gusto con los demás y consigo misma; se siente razonablemente satisfecha, relajada, con control sobre sí y sobre el entorno; crea y aprovecha oportunidades; se siente respetada; es buena para sí y para los demás.

Una buena definición de lo que se entiende por asertividad la ofrece acuñada por O. Castañer: “es una habilidad social que supone la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás.” La falta de asertividad favorece la aparición de problemas de ansiedad, estrés y alteraciones del ánimo.

El apoyo social

El apoyo social se refiere a la disponibilidad de ayuda proveniente de otras personas, normalmente significativas para nosotros. Recibir dicha ayuda nos permite acrecentar la sensación de que se preocupan de nosotros y nos quieren, de que se nos valora y de que pertenecemos a una red de comunicación, intercambio y obligaciones mutuas.
Contar con una red de apoyo social facilita la reducción del estrés en general, la amortiguación o moderación del estrés creado por situaciones concretas, y la mejora de la salud.

Se han descrito cuatro niveles en la descripción del apoyo social:

  • La integración social: se trata del nivel más básico en las relaciones sociales y se centra en el número y fuerza de las asociaciones de una persona con otras significativos (número de contactos, clase de los mismos)
  • Relaciones de calidad: se atiende a la calidad de las relaciones y al modo cómo pueden influir en el bienestar psicológico. Estas relaciones contribuyen a satisfacer las necesidades de afiliación, cubren las necesidades de afecto, proporcionan un sentimiento de identidad y pertenencia, son una fuente de evaluación positiva, y proporcionan sentimientos de control de la situación.
  • Ayuda percibida: se refiere a la sensación de que se cuenta con gente en la que confiar y apoyarse en situaciones problemáticas. Dicha sensación puede llevar a percibir como menos amenazante o aversiva cualquier situación problemática.
  • Actualización de las conductas de apoyo: comprende el paso a la acción, la efectividad del despliegue concreto de las conductas de apoyo en la situación que las requiere.

Ofrecemos a continuación algunas indicaciones prácticas para el establecimiento y mantenimiento de las relaciones sociales:

  • Adoptar una actitud y comportamiento que denote iniciativa e interés en la relación. En ocasiones, ante la pereza nos asaltan un sinfín de excusas (“tengo demasiado trabajo”, “es una mala semana”…) que convienen detectar y contrarrestar.
  • Deshacerse del miedo paralizante a lo que puedan pensar de nosotros. Con el “pienso que pensarán…” uno se crea su propia carrera de obstáculos y suele cometer muchos errores en las predicciones. En la mayoría de las ocasiones se suele predecir tormenta con rayos y truenos cuando a lo sumo caerán cuatro gotas.
  • Conocer gente nueva implica arriesgarse: ni todo el mundo nos va a caer bien, ni vamos a caer bien a todo el mundo. Tener expectativas realistas a la hora de conocer gente nueva supone aceptar lo anterior y aceptar que las relaciones interpersonales requieren tiempo, dedicación, y algunos intentos fallidos para ir evolucionando. Las relaciones sociales se desarrollan teniéndolas y cultivándolas.
  • Intentar mejorar o corregir las carencias en algunas habilidades necesarias para relacionarse, en lugar de menospreciarse y tirar la toalla. En este sentido conviene destacar que, aparte de las habilidades que tienen que ver con la propia actuación, conviene desarrollar habilidades que permitan descifrar el repertorio de comportamientos de nuestros interlocutores. En especial, conviene poder distinguir entre las conductas cálidas o receptivas (mantener el contacto ocular, inclinarse hacia el otro, sonreír con frecuencia, asentir con la cabeza,…) que denotan interés y acercamiento por parte de nuestro interlocutor, y las conductas frías (fruncir el ceño, mirar hacia otro lado, negar con la cabeza…) que denotan lo contrario.
  • Provocar las oportunidades de conocer gente nueva, salvando la pereza y el miedo paralizantes antes mencionados y materializando la iniciativa y el interés en las relaciones. Dos alternativas de cómo hacerlo pueden ser: a) Implicarse en actividades que supongan, o faciliten, el trato con otras personas (hacerse miembro de organizaciones, asociaciones, clubes; asistir a clases o cursillos de algún tipo; sacar a pasear el perro por donde otros lo hacen…). Vincular el conocimiento de nuevas personas a actividades de ocio (Ir a fiestas; hacer viajes organizados en grupo; salir con amigos que nos presenten a conocidos suyos; participar en deportes o asistir a gimnasios…).
  • Centrar la atención en la conversación y en los aspectos positivos de la relación durante la misma. Una vez finalizado el contacto intentar valorar cómo ha ido, siendo lo más objetivos posible, sin exagerar los errores ni minimizar los aspectos positivos de la interacción

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Fuente: Gemma Balaguer Fort. Clínica de la Ansiedad, 2006. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Video ilustrativo: Derechos Asertivos

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Fobias de impulsión

Desmontando creencias falsas de las fobias de impulsión.

Existen una serie de creencias falsas sobre las que se basan las fobias de impulsión. Aprender a identificarlas y “desmontarlas” es un paso importante para superar este tipo de obsesiones que tanto malestar provocan.

Nuestras creencias determinan nuestra manera de ver el mundo, de interpretar lo que sucede y son el patrón, muchas veces poco consciente, bajo el que percibimos “nuestra” realidad.

En las fobias de impulsión, hay una serie de creencias falsas habituales que configuran el patrón que nos hace finalmente obsesionarnos:

  • No es normal pensar…: los pensamientos son involuntarios, no importa el contenido. Es normal que aparezcan todo tipo de pensamientos en nuestra cabeza, por terribles que nos puedan parecer.
  • Si lo pienso tanto al final lo haré/sucederá:si solo con pensar lográramos que las cosas sucedieran no existiría la contaminación, ni las guerras, ni muchas otras «catástrofes». Pensar no hace que suceda. Pensarlo mucho es indicativo de preocupación, quiere decir que me importa o me alarma, no que vaya a ocurrir. Puedo pensar y pensar repetidamente que necesito aprobar un exámen y no por pensarlo sucederá.
  • Si lo pienso es que en realidad lo quiero hacer: Como comentábamos en anteriores artículos tenemos unos 60.000 pensamientos diarios. Seguramente vemos que no es posible que queramos hacer esas 60.000 cosas que nuestro cerebro nos dice. Los pensamientos, la mayor parte de las veces se quedan en eso, en un pensamiento, no se traducen a ninguna acción. Un pensamiento es involuntario, una acción es voluntaria. Algo involuntario no se transforma mágicamente en voluntario. Pensamos involuntariamente en lo que nos gusta, recordamos cosas del pasado, pensamos en el futuro, nos preocupamos por cosas que creemos que podrían pasar, nos preocupamos por cosas que creemos que nunca nos pasarán…etc. La mayor parte de nuestros pensamientos son involuntarios, simplemente aparecen. Nuestra alarma se activa (y por tanto pensaré más en eso) cuando valoramos un pensamiento como peligroso o inaceptable. Al ponerle esta etiqueta lo estamos activando más. Es decir, me viene tanto ese pensamiento no porque lo vaya a hacer, sino porque no quiero hacerlo. Si lo pienso tanto es porque atenta contra mi ética, mi moral y mis valores; por eso lo pienso (involuntariamente) tanto.
  • Solo una persona trastornada tiene ese tipo de pensamientos: Casi todas las personas tienen o han tenido pensamientos de fobias de impulsión, o para ser más exactos, los estudios indican que el 90% de la población tiene pensamientos intrusivos (es decir, que aparecen en nuestra mente sin que lo deseemos). La diferencia es si les hago caso, si me alarmo o preocupo por tenerlos, o si los dejo pasar como otros muchos que tenemos.
  • Debemos controlar lo que pensamos: La mayor parte de los pensamientos que tenemos son involuntarios. Muchas funciones de nuestro organismo son involuntarias y no nos sorprende: la vista, el tacto, el oído, el gusto serían buenos ejemplos. La sensación de frio o calor, de hambre o dolor también. Nadie cree que debe controlar su gusto, o su frío, o el volumen del ruido que escucha, asumimos que es involuntario. Lo mismo sucede con los pensamientos, especialmente con los negativos. Los pensamientos intrusivos no se controlan, se tienen o no, igual que el frio, se nota o no.

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Fuente: Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

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Ansiedad: avisos y funciones

Ansiedad, el papel de la evolución

La finalidad de la ansiedad es proteger al organismo y sus intereses. Si nos encontramos ante una situación de peligro (fuego en el edificio, por ejemplo) tenemos que estar preparados para una acción inmediata, necesitamos que en nuestro cuerpo se produzcan una serie de cambios, encaminados a superar con éxito la situación (escapar de la llamas, sobrevivir).

Nuestro actual mecanismo de defensa es heredero del que como especie hemos ido desarrollando a lo largo de miles de años de evolución. Los peligros a los que estaban expuestos nuestros antepasados estaban ligados a la supervivencia y a funciones primarias de lucha y huida (luchar contra los animales, competir contra otros humanos, correr, pelear, esconderse…). Todas estas, son acciones que requieren una activación muscular alta. En la actualidad hay muchos peligros que no se resuelven atacando o luchando pero, sin embargo, seguimos conservando el componente de alta sobre-activación motora cuando interpretamos que una situación es peligrosa. Este mecanismo nos sirve ante situaciones que puedan representar un peligro para la supervivencia, menos frecuente en nuestros días, pero también nos sirve para afrontar otro tipo de “peligros” que ponen en riesgo algunas metas u objetivos importantes para nosotros (rendimiento académico y laboral, buena adaptación social, buen cuidado de la salud…etc). Si la activación no es demasiado elevada, la ansiedad cumple una razonable función adaptativa ante estas circunstancias ya que nos prepara, nos alerta y nos dispone a conseguir los objetivos antes nombrados. El problema se presenta cuando la activación es excesiva para tales circunstancias.

El encargado de coordinar dicha activación motora y todos los cambios físicos que supone es el Sistema Nervioso Autónomo (SNA), también conocido como Sistema Nerviosos Vegetativo. Conozcámoslo un poco mejor antes de detallar la respuesta de lucha-huida.

El SNA forma parte del sistema nervioso periférico. Es un sistema involuntario que se encarga de regular funciones tan importantes como la digestión, la circulación sanguínea, la respiración y el metabolismo. Entre sus acciones están: el control de la frecuencia cardíaca, la contracción y dilatación de vasos sanguíneos, la contracción y relajación del músculo liso en varios órganos, la acomodación visual, el tamaño pupilar y secreción de glándulas exocrinas y endocrinas.

El sistema nervioso autónomo se divide en dos subsistemas que tienen funciones diferentes:

  • El sistema nervioso simpático: se encarga de preparar al cuerpo para la acción y la producción de la energía que necesita. Para ello libera dos productos químicos (la adrenalina y la noradrenalina), que desencadenan una respuesta completa, es decir, se experimentan todos los síntomas que componen la respuesta de ansiedad (lucha y huida).
  • El sistema nervioso parasimpático: su acción produce efectos opuestos al sistema nervioso simpático. Propicia la desactivación, la recuperación y restauración del organismo. Favorece el almacenamiento y la conservación de la energía. Lo hace a través de la acetilcolina, un neurotransmisor.

Una vez conocido el Sistema Nervioso Autónomo volvamos a la descripción detallada de la Respuesta de lucha y huida. Decíamos que es un tipo de respuesta que nos prepara para hacer frente a los peligros, luego ¿qué pasa cuando nuestro cerebro (corteza cerebral, amígdala) interpreta que estamos ante una situación peligrosa?. Se comunica con el Sistema Nervioso Autónomo, que activa su rama simpática, propiciando una serie de cambios físicos para preparar al organismo para luchar o huir.

La ansiedad es una emoción caracterizada por el sentimiento de miedo, temor, aprensión, inseguridad, como consecuencia de que el individuo siente amenazados sus intereses, cuenta con medios insuficientes, tiene dificultades para emitir las conductas adecuadas, desconfía de sus capacidades, se muestra insatisfecho del éxito alcanzado, o tiene problemas para mantener dichos logros.

Si recordamos una vez más la definición de ansiedad –alerta del organismo ante situaciones consideradas amenazantes- se nos plantea la cuestión de cómo el organismo considera una situación como amenazante, es decir, cómo procesa la información a partir de la cual se ha de generar o no el estado de alerta y las respuestas que correspondan al caso.

Dicho procesamiento se produce en tres etapas (Beck y Clark,1997):

  • 1ª etapa: Evaluación inicial de la amenaza. Se da un reconocimiento automático e instantáneo de los estímulos y se les clasifica como amenazantes o no.
  • 2ª etapa: Activación primitiva frente a la amenaza. Tras la evidencia inicial de peligro se ponen en marcha las respuestas cognitivas, emocionales, fisiológicas y conductuales características de la ansiedad.
  • 3ª etapa: Pensamiento reflexivo. Evaluar la exactitud de su valoración inicial de amenaza, y la disponibilidad y la eficacia de sus recursos para afrontarla.

Así pues, a nivel del sistema nervioso autónomo, el organismo se prepara para acciones motoras, con las implicaciones fisiológicas correspondientes, sean o no necesarias para el afrontamiento del tipo de problema que tenemos. Cuando no son necesarias, o incluso restan recursos a las funciones, producen desconcierto en la persona que las experimenta, pues no ve relación o analogía entre lo que pasa en el cuerpo y los problemas que tiene. Esta disonancia cognoscitiva, es fuente de diversas interpretaciones y suposiciones: estaré desarrollando una enfermedad grave, el organismo me boicotea, no tengo en control sobre mí mismo ni sobre el entorno.

Realizar una terapia psicológica te ayudará a superar tu problema de ansiedad de una manera más rápida y eficaz.

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Fuente: Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.[:]