Padi!!!!
Qué grande esa Rosalia de Castro! Qué mujer tan ejemplar y poco común para su época!
Recuerdo que cuando fuí a Galicia para la quedada, Laura nos enseñó la casa de Rosalía y tiré unas cuantas fotos allí porque me emocionó!
Su herencia nos ha dejado poesías tan bellas como ésta:
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
-la tarde cayendo está-.
“En el corazón tenía
“la espina de una pasión;
“logré arrancármela un día:
“ya no siento el corazón”.
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
“Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada”.