Categorías
Obsesiones

Síntomas del Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC): Criterios Diagnósticos según las Clasificaciones Internacionales

Para efectuar el diagnóstico de Trastorno Obsesivo-Compulsivo, los especialistas se basan en los criterios diagnósticos del DSM-V o del CIE-10, dos clasificaciones de las enfermedades consensuadas por especialistas de diferentes nacionalidades y reconocido prestigio.

Recuerde, no obstante, que usted no puede, ni debe, auto-diagnosticarse. Sólo un profesional de la salud experto está en condiciones de hacerlo con rigor y fiabilidad. Cuando una persona está preocupada por su salud o normalidad suele identificarse con síntomas o enfermedades que no tiene, o confundirlos con otras posibles.

Criterios del DSM-V para el diagnóstico del trastorno obsesivo-compulsivo

Fuente: American Psychiatric Assiciation

  1. Se cumple para las obsesiones y las compulsiones:
    Las obsesiones se definen por 1, 2, 3 y 4:
    1. pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún momento del trastorno como intrusos e inapropiados, y causan ansiedad o malestar significativos
    2. los pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real
    3. la persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos
    4. la persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son el producto de su mente (y no vienen impuestos como en la inserción del pensamiento)
    Las compulsiones se definen por 1 y 2:
    1. comportamientos (p. ej., lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que debe seguir estrictamente
    2. el objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la prevención o reducción del malestar o la prevención de algún acontecimiento o situación negativos; sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales o bien no están conectados de forma realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir o bien resultan claramente excesivos
  2. En algún momento del curso del trastorno la persona ha reconocido que estas obsesiones o compulsiones resultan excesivas o irracionales.
    Nota: Este punto no es aplicable en los niños.
  3. Las obsesiones o compulsiones provocan un malestar clínico significativo, representan una pérdida de tiempo (suponen más de 1 hora al día) o interfieren marcadamente con la rutina diaria del individuo, sus relaciones laborales (o académicas) o su vida social.
  4. Si hay otro trastorno, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se limita a él (p. ej., preocupaciones por la comida en un trastorno alimentario, arranque de cabellos en la tricotilomanía, inquietud por la propia apariencia en el trastorno dismórfico corporal, preocupación por las drogas en un trastorno por consumo de sustancias, preocupación por estar padeciendo una grave enfermedad en la hipocondría, preocupación por las necesidades o fantasías sexuales en una parafilia o sentimientos repetitivos de culpabilidad en el trastorno depresivo mayor).
  5. El trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o de una enfermedad médica.

Especificar si: Con poca conciencia de enfermedad: si, durante la mayor parte del tiempo del episodio actual, el individuo no reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas o irracionales.

Criterios CIE-10 para el diagnóstico del trastorno obsesivo-compulsivo

Fuente: Organización Mundial de la Salud

La característica esencial de este trastorno es la presencia de pensamientos obsesivos o actos compulsivos recurrentes. Los pensamientos obsesivos son ideas, imágenes o impulsos mentales que irrumpen una y otra vez en la actividad mental del individuo, de una forma estereotipada. Suelen ser siempre desagradables (por su contenido violento u obsceno, o simplemente porque son percibidos como carentes de sentido) y el que los padece suele intentar, por lo general sin éxito, resistirse a ellos. Son, sin embargo, percibidos como pensamientos propios, a pesar de que son involuntarios y a menudo repulsivos. Los actos o rituales compulsivos son formas de conducta estereotipadas que se repiten una y otra vez. No son por sí mismos placenteros, ni dan lugar a actividades útiles por sí mismas. Para el enfermo tienen la función de prevenir que tenga lugar algún hecho objetivamente improbable. Suele tratarse de rituales para conjurar el que uno mismo reciba daño de alguien o se lo pueda producir a otros. A menudo, aunque no siempre, este comportamiento es reconocido por el enfermo como carente de sentido o de eficacia, y hace reiterados intentos para resistirse a él. En casos de larga evolución, la resistencia puede haber quedado reducida a un nivel mínimo. Casi siempre está presente un cierto grado de ansiedad. Existe una íntima relación entre los síntomas obsesivos, en especial pensamientos obsesivos, y la depresión. Los enfermos con trastornos obsesivo-compulsivos tienen a menudo síntomas depresivos y en enfermos que sufren un trastorno depresivo recurrente  a menudo se presentan pensamientos obsesivos durante sus episodios de depresión. En ambas situaciones el incremento o la disminución en la gravedad de los síntomas depresivos se acompaña por lo general por cambios paralelos en la gravedad de los síntomas obsesivos.

El trastorno obsesivo-compulsivo es tan frecuente en varones como en mujeres y la personalidad básica suele tener rasgos anancásticos destacados. El comienzo se sitúa habitualmente en la infancia o al principio de la vida adulta. El curso es variable y, en ausencia de síntomas depresivos significativos, tiende más a la evolución crónica.

Pautas para el diagnóstico

Para un diagnóstico definitivo deben estar presentes y ser una fuente importante de angustia o de incapacidad durante la mayoría de los días al menos durante dos semanas sucesivas, síntomas obsesivos, actos compulsivos o ambos.

Los síntomas obsesivos deben tener las características siguientes:

  1. Son reconocidos como pensamientos o impulsos propios.
  2. Se presenta una resistencia ineficaz a por lo menos uno de los pensamientos o actos, aunque estén presentes otros a los que el enfermo ya no se resista.
  3. La idea o la realización del acto no deben ser en sí mismas placenteras (el simple alivio de la tensión o ansiedad no debe considerarse placentero en este sentido).
  4. Los pensamientos, imágenes o impulsos deben ser reiterados y molestos.

El trastorno obsesivo-compulsivo puede manifestarse:

  • Con predominio de pensamientos o rumiaciones obsesivos

Pueden tomar la forma de ideas, imágenes mentales o impulsos a actuar. Su contenido es muy variable, pero se acompañan casi siempre de malestar subjetivo. Por ejemplo, a una mujer le puede atormentar el temor de no poder resistir en algún momento el impulso de matar al hijo querido, o por la cualidad obscena o blasfema y ajena a sí mismo de una imagen mental recurrente. A veces las ideas son simplemente banales en torno a una interminable y casi filosófica consideración de alternativas imponderables. Esta consideración indecisa de alternativas es un elemento importante en muchas otras rumiaciones obsesivas y a menudo se acompaña de una incapacidad para tomar las decisiones, aún las más triviales, pero necesarias en la vida cotidiana.
La relación entre rumiaciones obsesivas y depresión es particularmente íntima y se elegirá el diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo sólo cuando las rumiaciones aparecen o persisten en ausencia de un trastorno depresivo.

  • Con predominio de actos compulsivos (rituales obsesivos)

La mayoría de los actos compulsivos se relacionan con la limpieza (en particular el lavado de las manos), con comprobaciones repetidas para asegurarse de que se ha evitado una situación potencialmente peligrosa, o con la pulcritud y el orden. En la conducta manifiesta subyace por lo general un miedo a ser objeto o motivo de un peligro y el ritual es un intento ineficaz o simbólico de conjurar ese peligro. Los rituales compulsivos pueden ocupar muchas horas de cada día y suelen acompañarse a veces de una marcada incapacidad de decisión y de un enlentecimiento. En conjunto, son tan frecuentes en un sexo como en el otro, pero el lavado de manos ritual es más frecuente en las mujeres y el enlentecimiento sin repeticiones es más común en los varones.

Los rituales están menos íntimamente relacionados con la depresión que los pensamientos obsesivos y responden con mayor facilidad a las terapéuticas de modificación del comportamiento.

  • Con mezcla de pensamientos y actos obsesivos

La mayoría de los enfermos con un trastorno obsesivo-compulsivo presentan tanto pensamientos obsesivos como compulsiones. Esta subcategoría debe ser usada cuando ambos son igualmente intensos, como es frecuente, aunque es útil especificar sólo uno cuando destaca con claridad ya que pensamientos y actos pueden responder a tratamientos diferentes.

Video: Conoce el TOC

Categorías
Ansiedad Generalizada

Síntomas Ansiedad Generalizada (TAG): Criterios Diagnósticos según las Clasificaciones Internacionales

Para efectuar el diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada, los especialistas se basan en los criterios diagnósticos del DSM-V o del CIE-10, dos clasificaciones de las enfermedades consensuadas por especialistas de diferentes nacionalidades y reconocido prestigio.

Recuerde, no obstante, que usted no puede, ni debe, auto-diagnosticarse. Sólo un profesional de la salud experto está en condiciones de hacerlo con rigor y fiabilidad. Cuando una persona está preocupada por su salud o normalidad suele identificarse con síntomas o enfermedades que no tiene, o confundirlos con otras posibles.

Criterios del  DSM-V para el diagnóstico del Trastorno Ansiedad Generalizada

Fuente: American Psychiatric Association

Ansiedad y preocupaciones excesivas (anticipación aprensiva), que se produce durante más días de los que ha estado ausente durante un mínimo de seis meses, en relación con diversos sucesos o actividades (como en la actividad laboral o escolar).

  1. Al individuo le es difícil controlar la preocupación.
  2. La ansiedad y la preocupación se asocian a tres (o más) de los seis síntomas siguientes (y al menos algunos síntomas han estado presentes durante más días de los que han estado ausentes durante los últimos seis meses (Nota: En los niños, solamente se requiere un ítem):
    1. Inquietud o sensación de estar atrapado o con los nervios de punta.
    2. Fácilmente fatigado.
    3. Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco
    4. Irritabilidad.
    5. Tensión muscular.
    6. Problemas de sueño (dificultad para dormirse o para continuar durmiendo, o sueño inquieto e insatisfactorio).
  3. La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  4. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un médicamente) ni a otra afectación médica (p. ej., hipertiroidismo).
  5. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p. ej., ansiedad o preocupación de tener ataques de pánico en el trastorno de pánico, valoración negativa en el trastorno de ansiedad social (fobia social), contaminación u otras obsesiones en el trastorno obsesivo-compulsivo, separación de las figuras de apego en el trastorno de ansiedad por separación, recuerdo de sucesos traumáticos en el trastorno de estrés postraumático, aumento de peso en la anorexia nerviosa, dolencias físicas en el trastorno de síntomas somáticos, percepción de imperfecciones en el trastorno dismórfico corporal, tener una enfermedad grave en el trastorno de ansiedad por enfermedad, o el contenido de creencias delirantes en la esquizofrenia o el trastorno delirante.

Criterios CIE-10 para el diagnóstico del Trastorno de Ansiedad Generalizada

Fuente: Organización Mundial de la Salud

La característica esencial de este trastorno es una ansiedad generalizada y persistente, que no está limitada y ni siquiera predomina en ninguna circunstancia ambiental en particular (es decir, se trata de una «angustia libre flotante»). Como en el caso de otros trastornos de ansiedad los síntomas predominantes son muy variables, pero lo más frecuente son quejas de sentirse constantemente nervioso, con temblores, tensión muscular, sudo-ración, mareos, palpitaciones, vértigos y molestias epigástricas. A menudo se ponen de manifiesto temores a que uno mismo o Un familiar vaya a caer enfermo o a tener un accidente, junto con otras preocupaciones y presentimientos muy diversos. Este trastorno es más frecuente en mujeres y está a menudo relacionado con estrés ambiental crónico. Su curso es variable, pero tiende á ser fluctuante y crónico.

Pautas para el diagnóstico

El afectado debe tener síntomas de ansiedad la mayor parte de los días durante al menos varias semanas seguidas. Entre ellos deben estar presentes rasgos de:

  1. Aprensión (preocupaciones acerca de calamidades venideras, sentirse «al límite», dificultades de concentración, etc.).
  2. Tensión muscular (agitación e inquietud psicomotrices, cefaleas de tensión, temblores, incapacidad de relajarse).
  3. Hiperactividad vegetativa (mareos, sudoración, taquicardia o taquipnea, molestias epigástricas, vértigo, sequedad de boca, etc.).

En los niños suelen ser llamativas la necesidad constante de seguridad y las quejas somáticas recurrentes.

La presencia transitoria (durante pocos días seguidos) de otros síntomas, en particular de depresión, no descarta un diagnóstico principal de trastorno de ansiedad generalizada, pero no deben satisfacerse las pautas de episodio depresivo, trastorno de ansiedad fóbica, trastorno de pánico o trastorno obsesivo-compulsivo.

Categorías
Fobia Social

Síntomas de la Fobia Social: Criterios Diagnósticos según las Clasificaciones Internacionales

Para efectuar el diagnóstico de Fobia Social, los especialistas se basan en los criterios diagnósticos del DSM-V o del CIE-10, dos clasificaciones de las enfermedades consensuadas por especialistas de diferentes nacionalidades y reconocido prestigio.

Recuerde, no obstante, que usted no puede, ni debe, auto-diagnosticarse. Sólo un profesional de la salud experto está en condiciones de hacerlo con rigor y fiabilidad. Cuando una persona está preocupada por su salud o normalidad suele identificarse con síntomas o enfermedades que no tiene, o confundirlos con otras posibles.

Criterios del DSM-V para el trastorno de Ansiedad Social (Fobia Social).

Fuente: American Psychiatric Association

  1. Miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el individuo está expuesto al posible examen por parte de otras personas. Algunos ejemplos son las interacciones sociales (p. ej., mantener una conversación, reunirse con personas extrañas), ser observado (p. ej., comiendo o bebiendo) y actuar delante de otras personas (p. ej., dar una charla).
    Nota: En los niños, la ansiedad se puede producir en las reuniones con individuos de su misma edad y no solamente en la interacción con los adultos.
  2. El individuo tiene miedo de actuar de cierta manera o de mostrar síntomas de ansiedad que se valoren negativamente (es decir, que lo humillen o avergüencen; que se traduzca en rechazo o que ofenda a otras personas).
  3. Las situaciones sociales casi siempre provocan miedo o ansiedad.
    Nota: En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas, quedarse paralizados, aferrarse, encogerse o el fracaso de hablar en situaciones sociales.
  4. Las situaciones sociales se evitan o resisten con miedo o ansiedad intensa.
  5. El miedo o la ansiedad son desproporcionados a la amenaza real planteada por la situación social y al contexto sociocultural.
  6. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, y dura típicamente seis o más meses.
  7. El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  8. El miedo, la ansiedad o la evitación no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un médicamente) ni a otra afección médica.
  9. El miedo, la ansiedad o la evitación no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, como el trastorno de pánico, el trastorno dismórfico corporal o un trastorno del espectro del autismo.
  10. Si existe otra afección médica (p.ej., enfermedad de Parkinson, obesidad, desfiguración debida a quemaduras o lesiones) el miedo, la ansiedad o la evitación está claramente no relacionada o es excesiva.

Criterios CIE-10 para el diagnostico de Fobia Social

Fuente: Organización Mundial de la Salud

Las fobias sociales suelen comenzar en la adolescencia y giran en torno al miedo a ser enjuiciado por otras personas en el seno de un grupo comparativamente pequeño (a diferencia de las multitudes) y suelen llevar a evitar situaciones sociales determinadas. Al contrario que la mayoría de las fobias, las fobias sociales se presentan con igual frecuencia en varones y en mujeres.

Algunas de las fobias sociales son restringidas (por ejemplo, a comer en público, a hablar en público o a encuentros con el sexo contrario), otras son difusas y abarcan casi todas las situaciones sociales fuera del círculo familiar. El temor a vomitar en público puede ser importante. El contacto visual directo puede ser particularmente molesto en determinadas culturas.

Las fobias sociales suelen acompañarse de una baja estimación de sí mismo y de miedo a las críticas. Puede manifestarse como preocupación a ruborizarse, a tener temblor de manos, nauseas o necesidad imperiosa de micción y a veces la persona está convencida de que el problema primario es alguna de estas manifestaciones secundarias de su ansiedad. Los síntomas pueden desembocar en crisis de pánico. La conducta de evitación suele ser intensa y en los casos extremos puede llevar a un aislamiento social casi absoluto.

Pautas para el diagnóstico

  1. Los síntomas psicológicos, comportamentales o vegetativos, son manifestaciones primarias de la ansiedad y no secundarias a otros síntomas como por ejemplo ideas delirantes u obsesivas.
  2. Esta ansiedad se limita o predomina en situaciones sociales concretas y determinadas.
  3. La situación fóbica es evitada, cuando ello es posible.
Categorías
Fobias Específicas

Síntomas de las Fobias Específicas: Criterios Diagnósticos según las Clasificaciones Internacionales

Para efectuar el diagnóstico de Fobia Simple o Específica, los especialistas se basan en los criterios diagnósticos del DSM-V o del CIE-10, dos clasificaciones de las enfermedades consensuadas por especialistas de diferentes nacionalidades y reconocido prestigio.

Recuerde, no obstante, que usted no puede, ni debe, auto-diagnosticarse. Sólo un profesional de la salud experto está en condiciones de hacerlo con rigor y fiabilidad. Cuando una persona está preocupada por su salud o normalidad suele identificarse con síntomas o enfermedades que no tiene, o confundirlos con otras posibles.

Criterios del DSM-V para el diagnóstico Fobia Especifica

Fuente: American Psychiatric Association

  1. Miedo o ansiedad intensa por un objeto o situación específica (p. ej., volar, alturas, animales, administración de una inyección, ver sangre).
    Nota: En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas, quedarse paralizados o aferrarse.
  2. El objeto o la situación fóbica se evita o resiste activamente con miedo o ansiedad inmediata.
  3. El objeto o la situación fóbica se evita o resiste activamente con miedo o ansiedad intensa.
  4. El miedo o la ansiedad es desproporcionado al peligro real que plantea el objeto o situación específica y al contexto sociocultural.
  5. El miedo o la ansiedad o la evitación es persistente, y dura típicamente seis o más meses.
  6. El miedo o la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  7. La alteración no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, como el miedo, la ansiedad y la evitación de situaciones asociadas a síntomas tipo pánico u otros síntomas incapacitantes (como la agorafobia); objetos o situaciones relacionados con obsesiones (como en el trastorno obsesivo-compulsivo); recuerdo de sucesos traumáticos (como en el trastorno de estrés postraumático); dejar el hogar o separación de las figuras de apego (como en el trastorno de ansiedad por separación); o situaciones sociales (como en el trastorno de ansiedad social).

Criterios  CIE-10 pata el diagnóstico de Fobia Específica (Aisladas o simples)

Fuente: Organización Mundial de la Salud

Fobias restringidas a situaciones muy específicas tales como a la proximidad de animales determinados, las alturas, los truenos, la oscuridad, a viajar en avión, a los espacios cerrados, a tener que utilizar urinarios públicos, a ingerir ciertos alimentos, a acudir al dentista, a la visión de sangre o de heridas o al contagio de enfermedades concretas. Aunque la situación desencadenante sea muy específica y concreta, su presencia puede producir pánico como en la agorafobia y en las fobias sociales. Las fobias específicas suelen presentarse por primera vez en la infancia o al comienzo de la vida adulta y, si no son tratadas, pueden persistir durante décadas. El grado de incapacidad que producen depende de lo fácil que sea para el enfermo evitar la situación fóbica. El temor a la situación fóbica tiende a ser estable, al contrario de lo que sucede en la agorafobia. 

Pautas para el diagnóstico

  1. Los síntomas, psicológicos o vegetativos, son manifestaciones primarias de la ansiedad y no secundarias a otros síntomas como, por ejemplo, ideas delirantes u obsesivas.
  2. Esta ansiedad se limita a la presencia de objetos o situaciones fóbicas específicos.
  3. Estas situaciones son evitadas, en la medida de lo posible.

Incluye: Zoofobias, Claustrofobia, Acrofobia, Fobia a los exámenes, Fobia simple.

Video ilustrativo: Fobia específica a las plumas

Categorías
Crisis de pánico y agorafobia

Síntomas de la Crisis de Angustia o Trastorno de Pánico: Criterios Diagnósticos según las Clasificaciones Internacionales

Para efectuar el diagnóstico de Trastorno de Pánico, también llamado Crisis de Angustia, los especialistas se basan en los criterios diagnósticos del DSM-V o del CIE-10, dos clasificaciones de las enfermedades consensuadas por especialistas de diferentes nacionalidades y reconocido prestigio.

Recuerde, no obstante, que usted no puede, ni debe, auto-diagnosticarse. Sólo un profesional de la salud experto está en condiciones de hacerlo con rigor y fiabilidad. Cuando una persona está preocupada por su salud o normalidad suele identificarse con síntomas o enfermedades que no tiene, o confundirlos con otras posibles.

Criterios  DSM-V para el diagnóstico del Trastorno de Pánico. Fuente: American Psichiatric Association

A. Un ataque de pánico es la aparición súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante este tiempo se producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes:

  1. Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.
  2. Sudoración.
  3. Temblor o sacudidas.
  4. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
  5. Sensación de ahogo.
  6. Dolor o molestias en el tórax.
  7. Náuseas o malestar abdominal.
  8. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
  9. Escalofríos o sensación de calor.
  10. Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueos).
  11. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).
  12. Miedo a perder el control o de “volverse loco”.
  13. Miedo a morir

Notas:

  • Se pueden observar síntomas específicos de la cultura (p. ej., acúfenos, dolor de cuello, dolor de cabeza, gritos o llanto incontrolable).
  • Estos síntomas no cuentan como uno de los cuatro síntomas requeridos. La aparición súbita se puede producir desde un estado de calma o desde un estado de ansiedad.

B. Al menos a uno de los ataques le ha seguido un mes (o más) de uno o los dos hechos siguientes:

  1. Inquietud o preocupaciones continua acerca de otros ataques de pánico o de sus consecuencias (p. ej., pérdida de control, tener un ataque de corazón, “volverse loco”).
  2. Un cambio significativo de mala adaptación en el comportamiento relacionado con los ataques (p. ej., comportamientos destinados a evitar los ataques de pánico, como evitación del ejercicio o de las situaciones no familiares).

C. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a otra afección médica (p. ej., hipertiroidismo, trastornos cardiopulmonares).

D. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p.ej., los ataques de pánico no se producen únicamente en respuesta a situaciones sociales temidas, como en el trastorno de ansiedad social; en respuesta a objetos o situaciones fóbicas concretos, como en la fobia específica; en respuesta a obsesiones, como en el trastorno obsesivo-compulsivo; en respuesta a recuerdos de sucesos traumáticos, como en el trastorno de estrés postraumático; o en respuesta a la separación de figuras de apego, como en el trastorno de ansiedad por separación).

Criterios CIE-10 para el diagnóstico de Trastorno de Pánico. Fuente: Organización Mundial de la Salud

Su característica esencial es la presencia de crisis recurrentes de ansiedad grave (pánico) no limitadas a ninguna situación o conjunto de circunstancias particulares. Son por tanto imprevisibles. Como en otros trastornos de ansiedad, los síntomas predominantes varían de un caso a otro, pero es frecuente la aparición repentina de:

  • palpitaciones
  • dolor precordial
  • sensación de asfixia
  • mareo o vértigo
  • sensación de irrealidad (despersonalización o desrealización)
  • casi constantemente hay un temor secundario a morirse, a perder el control o a enloquecer.

Cada crisis suele durar sólo unos minutos, pero también puede persistir más tiempo. Tanto la frecuencia como el curso del trastorno, que predomina en mujeres, son bastante variables.

A menudo el miedo y los síntomas vegetativos del ataque van creciendo de tal manera que los que los padecen terminan por salir, escapar, de donde se encuentran. Si esto tiene lugar en una situación concreta, por ejemplo, en un autobús o en una multitud, como consecuencia el enfermo puede en el futuro tratar de evitar esa situación. Del mismo modo, frecuentes e imprevisibles ataques de pánico llevan a tener miedo a estar sólo o a ir a sitios públicos.Un ataque de pánico a menudo se sigue de un miedo persistente a tener otro ataque de pánico.

Pautas para el diagnóstico

Las crisis de pánico que se presentan en una situación fóbica consolidada se consideran expresión de la gravedad de la fobia y ésta tiene preferencia para el diagnóstico. El trastorno de pánico es el diagnóstico principal sólo en ausencia de cualquiera de las fobias. Para un diagnóstico definitivo deben de presentarse varios ataques graves de ansiedad vegetativa al menos durante el período de un mes:

  1. En circunstancias en las que no hay un peligro objetivo.
  2. No deben presentarse sólo en situaciones conocidas o previsibles.
  3. En el período entre las crisis el individuo debe además estar relativamente libre de ansiedad aunque es frecuente la ansiedad anticipatoria leve.

 

Realizar una terapia psicológica te ayudará a superar tu problema de ansiedad de una manera más rápida y eficaz.

Contáctanos y te informamos:

Clínica de la Ansiedad en Barcelona: 93 226 14 12607 507 097.

Clínica de la Ansiedad en Madrid: 91 829 93 92607 507 097.

Correo electrónico: info@clinicadeansiedad.com

Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Categorías
Introducción

Síntomas de la ansiedad

Las manifestaciones sintomatológicas de la ansiedad son muy variadas y pueden clasificarse en diferentes grupos:

Físicos: Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, «nudo» en el estómago, alteraciones de la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad. Si la activación neurofisiológica es muy alta pueden aparecer alteraciones del sueño, la alimentación y la respuesta sexual.

Psicológicos: Inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones. En casos más extremos, temor a la muerte, a la locura, o al suicidio.

De conducta: Estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motora, dificultad para estarse quieto y en reposo. Estos síntomas vienen acompañados de cambios en la expresividad corporal y el lenguaje corporal: posturas cerradas, rigidez, movimientos torpes de manos y brazos tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de asombro, duda o crispación, etc.

Intelectuales o cognitivos: Dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos, preocupación excesiva, expectativas negativas, rumiación, pensamientos distorsionados e importunos, incremento de las dudas y la sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, sobrevalorar pequeños detalles desfavorables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.

Sociales: Irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para iniciar o seguir una conversación, en unos casos, y verborrea en otros, bloquearse o quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos, etc.

No todas las personas tienen los mismos síntomas, ni éstos la misma intensidad en todos los casos. Cada persona, según su predisposición biológica y/ o psicológica, se muestra más vulnerable o susceptible a unos u otros síntomas. Se consideran un problema en la medida en que comprometan la salud y el bienestar físico y psicológico, e interfieran o limiten significativamente la capacidad de acción y desarrollo de la persona que los padece.

__________
Fuente: Noemí Guillamón y Carlos Baeza. Clínica de la Ansiedad. Madrid y Barcelona. Psicólogos y psiquiatras especilizados en el tratamiento de la ansiedad.

Para saber más:

-Baeza, J.C.; Balaguer, G. y otros (2008): Higiene y prevención de la ansiedad. Madrid, Editorial Díaz de Santos

-Rojas, E.(1989). La ansiedad: Cómo diagnosticar y superar el estres, las fobias y las obsesiones. Madrid: Ediciones temas de hoy.

-De la Gándara,M. y Fuertes, J. C.(1999). Ansiedad y angustia: causas, sintomas y tratamiento. Madrid: Pirámide.

-Miguel Tobal, J.J. . La ansiedad. Madrid: Editorial Aguilar.

-Ayuso,J.l.(1988). Trastornos de angustia. Barcelona: Marínez Roca

Más Libros

Vídeo ilustrativo: Fisiología de la ansiedad y el estrés

Otros vídeos relacionados

Categorías
Para profesionales

Programas de tratamiento paso a paso para los trastornos de ansiedad

-Antony, M.M., Craske, M.G. y Barlow, D.H. (2006). Mastering your fears and phobias: Therapist guide. Londres: Oxford University Press.

-Antony, M.M., Craske, M.G. y Barlow, D.H. (2006). Mastering your fears and phobias: Client workbook. Londres: Oxford University Pres.

-APA (2006). Guía Clínica para el tratamiento de los trastornos por estrés agudo y estrés postraumático. Barcelona: Ars Médica.

-Bourne, E. J. (1998). Overcoming Specific Phobia. Therapist protocol. Oakland: New Harbinger Publications.

-Bourne, E. J. (1998). Overcoming Specific Phobia. Client Manual. Oakland: New Harbinger Publications.

-Craske, M. G., Zinbarg, R. E., Barlow, D.H. (2006). Mastery of Your Anxiety and Worry. Therapist Guide. New York: Oxford University Press.

-Craske, M. G., Barlow, D. H. (2006). Mastery of Your Anxiety and Worry. Workbook. New York: Oxford University Press.

-Foa, E.B., Hembree, E. y Rothbaum, B. (2007). Prolonged exposure therapy for PTSD: Emo-tional processing of traumatic experiences. Therapist guide. Londres: Oxford University Press.

-Foa, E.B., Rothbaum, B. y Hembree, E. (2007). Reclaiming your life from a traumatic experi-ence: A prolonged exposure treatment program. Client workbook. Londres: Oxford Uni-versity Press.

-Hope, D.A., Heimberg, R.G. y Turk, C.L. (2006). Managing social anxiety: A Cognitive-behavioral therapy approach. Therapist guide. Londres: Oxford University Press.

-Hope, D.A., Heimberg, R.G., Juster, H.A. y Turk, C.L. (2000). Managing social anxiety: A Cognitive-behavioral therapy approach. Client workbook. Londres: Oxford University Press.

-Pastor, C. y Sevilla, J. (2007). Tratamiento psicológico del pánico-agorafobia: un manual de autoayuda paso a paso. Publicaciones del centro de terapia de la conducta. Valencia.

-Pastor, c. y Sevilla, J. (2009). Tratamiento psicológico de la fobia social: un manual de autoayuda paso a paso. Publicaciones del centro de terapia de la conducta. Valencia.

-Pastor, c. y Sevilla, J. (2011). Tratamiento psicológico de la hipocondría la Ansiedad generalizada: un manual de autoayuda paso a paso. Publicaciones del Centro de Terapia de la Conducta. Valencia.

Pastor, C., & Sevilla, J. (2011). Tratamiento psicológico de la depresión a: un manual práctico de autoayuda paso a paso (7ªed.). Valencia: Publicaciones del Centro de Terapia de Conducta.

Pastor, C. & Sevilla, J. (2014). Tratamiento psicológico del trastorno obsesivo-compulsivo: Un manual de autoayuda paso a paso (5ª ed.). Valencia: Centro de Terapia de Conducta.

-Smyth, L. (1999). Overcoming Post-Traumatic Stress Disorder. Therapist Protocol. Oakland: New Harbinger Publications

-Smyth, L. (1999). Overcoming Post-Traumatic Stress Disorder. Client Manual. Oakland: New Harbinger Publications.

-Steketee, G. (1999). Overcoming Obsessive-Compulsive Disorder. Therapist Protocol. Oakland: New Harbinger Publications

-Steketee, G.(1999). Overcoming Obsessive-Compulsive Disorder. Client Manual. Oakland: New Harbinger Publications.

-White, J. (1999). Overcoming Generalized Anxiety Disorder. Terapist Protocol. Oakland: New Harbinger Publications.

-White, J. (1999). Overcoming Generalized Anxiety Disorder. Client Manual. Oakland: New Harbinger Publications.

-Zuercher-White, E. (1999). Overcoming Panic Disorder and Agoraphobia. Therapist Protocol. Oakland: New Harbinger Publications.

-Zuercher-White, E. (1999). Overcoming Panic Disorder and Agoraphobia. Client Manual. Oakland: New Harbinger Publications.

__________

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad. Madrid y Barcelona.

Categorías
Libros de la Clínica de la Ansiedad

Fobia Social: Evaluación y tratamiento

Referencia

Título: FOBIA SOCIAL: EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO
Autor: César Antona Casas.
Páginas: 318.
Editorial: Trillas. México, 2009.

Sobre el autor

César Jesús Antona Casas es doctor en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha de completado su formación en tres universidades más: la Universidad de Salamanca, y en las Universidades de Maryland y Boston, invitado por prestigiosos profesionales en el estudio de los trastornos de ansiedad en general y de la fobia social en particular.

Ha desempeñado tareas docentes en la Universidad Pontificia de Salamanca y como profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Nuevo León (México). Paralelamente a su desempeño docente, ha trabajado como terapeuta y formador de terapeutas en la evaluación y tratamiento de trastornos de ansiedad.

Ha publicado artículos en revistas especializadas tales como Análisis y Modificación de Conducta, Psicología Conductual, Revista Latinoamericana de Psicología y Ansiedad y Estrés, y ha participado como ponente en numerosos congresos nacionales e internacionales.

En la actualidad forma parte del equipo de Clínica de la Ansiedad y es profesor de la UNED.

Contenidos

CAPÍTULO 1. ENMARCANDO LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1.Evolución histórica y definición del término “fobia»
2. ¿Qué es la fobia social o el trastorno de ansiedad social? surgimiento y evolución
3.Fobia social y los sistemas nosológicos DSM y CIE
4.Diagnóstico diferencial entre la fobia social y los siguientes trastornos:
4.1. Trastorno de angustia con agorafobia
4.2. Agorafobia sin historia de trastorno de angustia
4.3. Trastorno de ansiedad por separación
4.4. Trastorno de ansiedad generalizada y fobia simple
4.5. Trastorno generalizado del desarrollo y trastorno esquizoide de la personalidad
4.6. Trastorno de personalidad por evitación
4.7. Trastornos con una gran carga de ansiedad (p.ej., trastorno depresivo mayor, trastorno distímico, esquizofrenia o el trastorno dismórfico corporal)
4.8. Trastorno de ansiedad no especificado
4.9. La timidez
4.10. Diagnóstico diferencial de la fobia social respecto a otros trastornos
5. Principales características, síntomas y / o manifestaciones a nivel cognitivo, fisiológico y motor
6. Miedos y situaciones sociales típicamente temidas
7. Subtipos de la fobia social
8. Curso, pronóstico, remisión y prevención de la fobia social
9. Comorbilidad de la fobia social

CAPÍTULO 2. EPIDEMIOLOGÍA DE LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1. Estudios anteriores a la aparición de los sistemas DSM y CIE
2. El sistema nosológico DSM
3. Criterios diagnósticos CIE-10
4. Conclusiones generales
5. Características demográficas de la fobia social
6. Prevalencia de la fobia social en personas emparentadas genética y ambientalmente

CAPÍTULO 3. ETIOLOGÍA Y MANTENIMIENTO DE LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1. Factores o características predisponentes
2. Factores explicativos del origen y mantenimiento de la fobia social
3. Modelos explicativos de la fobia social

CAPÍTULO 4. EVALUACIÓN DE LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1. Entrevistas
2. Cuestionarios
3. Autorregistros
4. Tareas conductuales y Tests de observación 205
5. Medidas psicofisiológicas 210
6. Índices compuestos que evalúan el cambio terapéutico en la fobia social
7. Evaluación cognitiva de la fobia social

CAPÍTULO 5. TRATAMIENTO DE LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1. Técnicas de exposición
2. Técnicas cognitivas
4. Diálogo interno y autoinstrucciones.
5. Principales estudios que emplearon técnicas cognitivas
6. Combinación y efectos de las técnicas cognitivas sobre la exposición
7. Entrenamiento en habilidades sociales
8. Técnicas de control de la activación: Relajación y Respiración

Referencias bibliográficas

Destinatarios del libro

En este libro se define y caracteriza la fobia social desde su reconocimiento e inclusión en los principales sistemas nosológicos, se revisan exhaustivamente los instrumentos de evaluación y los principales tratamientos empleados entre los que destacan la exposición, reestructuración cognitiva, habilidades sociales y las técnicas de desactivación.

Constituye una obra muy relevante para estudiantes de psicología, terapeutas e investigadores. Puede ser útil para todos aquellos que desean comprender y afrontar mejor sus temores sociales, particularmente las personas con ansiedad social o sus familiares, si bien es un libro técnico y no de autoayuda.

Más información y pedidos

Mercadotecnia_trillas

Categorías
Prevención de la Ansiedad

Educando a los niños para prevenir la ansiedad

En los trastornos de ansiedad interactúan factores biológicos o constitucionales, factores personales y factores ambientales. Entre los factores ambientales destacan los acontecimientos vitales o situaciones traumáticas, el estilo educativo de los padres, y, en general, los procesos de socialización del niño-adolescente-adulto en los diferentes ámbitos de su vida: familia, escuela, amigos, trabajo, etc. Entre los factores personales implicados en la génesis y el mantenimiento de los trastornos de ansiedad destacan la valoración personal y subjetiva que cada persona hace de uno mismo (autoestima) los rasgos de personalidad y los recursos de que dispone el individuo para afrontar los problemas (estrategias de afrotamiento).

Las personas más próximas al niño tienen un papel muy importante en la prevención de los trastornos de ansiedad. Los padres y los educadores pueden reducir el impacto de las situaciones o acontecimientos vitales estresantes que viva el niño, pueden educarlo para potenciar sus recursos personales y pueden promover nuevas experiencias y fomentar hábitos de vida saludables. ¿Cómo?

En este documento se expondrán brevemente alguna de las pautas o líneas de actuación que los cuidadores del niño deberían seguir para prevenir en la medida de lo posible que éste desarrolle un problema de ansiedad.

Disminuir el impacto de los acontecimientos estresantes…

Los niños pueden carecer de recursos para afrontar de forma adecuada situaciones o acontecimientos vitales estresantes o traumáticos. La vivencia de una separación, de la muerte de un familiar o amigo, de un desastre natural (incendio, inundación), de un robo, de un accidente, etc. pueden superar la capacidad del niño para reaccionar de forma adaptativa. En estos casos, las personas próximas al niño deberían:

  1. Hablar con el niño de todo lo que le preocupa, de cómo se siente . Permitir que se desahogue y exponga todas sus preocupaciones, dudas y sentimientos. No forzar al niño a hablar de sus sentimientos, estar disponibles cuando él lo necesite.
  2. Actuar como modelos de conducta y afrontamiento : los niños aprenden a actuar y a afrontar los problemas imitando y adoptando como propios los modos de actuación de personas cercanas a ellos.
  3. Demostrar los sentimientos, no ocultarlos.
  4. Afrontar los problemas, no evitarlos: si el niño tiene miedo a alguna situación es importante que le anime a enfrentarse a ella. ¿Cómo?
  • Hacer de modelo para el niño: darle ejemplo afrontando la situación primero, sin forzar al niño a que lo haga: de este modo comprobará que estar cerca de ese objeto temido (perro, ascensor, etc.) o en esa situación no es peligroso ni tiene consecuencias negativas.
  • Ayudar a exponerse a la situación de forma gradual: primero acompañado, luego solo, comenzar por la situación más fácil, poco a poco aumentar la dificultad…
  • Felicitarlo por los avances.

En otros casos, acontecimientos cotidianos como el nacimiento de un hermano, la entrada al colegio, los problemas con otros compañeros, etc. pueden ser una fuente de preocupaciones para el niño. Los padres y cuidadores deberían:

  1. Comprender lo importante que para el niño es esa situación. No hay que restar importancia a acontecimientos que para un adulto pueden resultar intrascendentes: una pelea con otro compañero, un cambio de profesor, la dificultad en alguna materia escolar, etc. pueden ser lo suficientemente significativas para que el niño se muestre preocupado.
  2. Hablar con el niño de todo aquello que teme. ¿Qué es lo que le inquieta? ¿Qué es lo peor que puede pasar?.
  3. Adoptar una actitud propicia a la resolución del conflicto o problemas: ¿qué puede hacer el niño para solucionar ese problema? ¿cómo puede hacerlo? ¿está en su mano el solucionarlo?. Es importante que los cuidadores no adopten un papel demasiado directivo: el niño debe aprender a solucionar sus propios problemas. Solucionárselos no enseña al niño a ser autónomo, sino a depender de los padres o cuidadores y recurrir a ellos cada vez que tenga un pequeño contratiempo.
  4. Interesarse por la evolución del problema.
  5. Animar al niño, reforzarlo por los avances.

Educarlo para potenciar sus recursos personales

La respuesta ante una situación que genera ansiedad depende en parte de los recursos de que dispone el individuo para afrontar ese problema y de si percibe que es capaz de resolverlo. Dicho de otro modo, no basta con tener las armas para enfrentarse a un problema, hay que creer que se puede luchar contra él y superarlo. Este sentimiento de autoeficacia tiene mucho que ver con la autoestima. En la formación de la autoestima cobra especial importancia la familia y la escuela. ¿Qué se puede hacer para fomentar una buena autoestima en el niño?

  1. Amor incondicional: la aceptación sin condiciones de los padres es, sin duda, la mejor estrategia para fomentar en el niño una buena autoestima. El niño debe estar seguro del amor de sus padres hacia él por sí mismo, no por lo que hace. Muchos trabajos han señalado que los niños que tienen una baja autoestima se sienten poco aceptados o rechazados por sus padres. Aceptar a un hijo implica, por ejemplo:
  • Demostrarle afecto, que se siente orgulloso de él, que disfruta de su compañía.
  • Demostrar que entiende lo que le preocupa, interesarse por sus problemas.
  • Aceptar sus limitaciones, no pretender que sea perfecto.
  • Demostrarle afecto incluso cuando se porta mal.
  1. Brindarle apoyo: los padres deben demostrar a su hijo que ellos estarán allí cuando él necesite ayuda; los profesores deben expresar al niño que ellos pueden ayudarle cuando tenga dificultades en sus tareas escolares.
  2. Ayudar al niño a encontrar aptitudes, intereses y actividades. Reforzar y potenciar sus capacidades: animar al niño a mejorar sus habilidades en las tareas que realiza de forma deficitaria y, sobre todo, potenciar aquellas que más le gustan y que mejor o más fácilmente hace.
  3. Corregirle cuando hace algo mal. Es importante que se critique su actuación, pero no su forma de ser. Es más adecuado decir ‘no has hecho bien la cama’ que ‘eres un gandul, torpe…’, mejor señalar ‘si hubieras estudiado más habrías aprobado este examen’ que ‘eres vago y tonto’…
  4. Elogiarle por sus avances, por las cosas que hace bien. No exigir perfección ni rapidez. Valorar como válidos los resultados que vaya consiguiendo aunque no sean perfectos. A medida que haga las cosas le saldrán mejor y más deprisa.
  5. No ser excesivamente sobreprotector. Se ha visto que los niños que están muy sobreprotegidos por sus padres tienen frecuentemente una baja autoestima. La sensación de podernos valer por nosotros mismos se construye día a día y depende de las actividades que realizamos y los problemas que afrontamos. Hay que dejar que el niño se enfrente por sí solo a sus problemas y que aprenda estrategias para superarlos. Los padres no estarán siempre ahí para resolver todos los problemas de su hijo.

En este sentido, es importante fomentar en el niño:

  1. Una actitud activa dirigida a la resolución de problemas:
    1. Valorar un problema como un desafío en vez de como una amenaza.
    2. Creer que los problemas son resolubles
    3. Creer en la propia capacidad para resolver bien los problemas.
    4. No esperar que los problemas se resuelvan por sí solos, no posponer la resolución del problema, no evitarlo.
    5. Búsqueda activa de soluciones.

Está claro que no basta con animar al niño a actuar de esta forma, sino que los padres y otros cuidadores deben comportarse del mismo modo, actuar de modelos de conducta a seguir para el niño.

  1. Fomentar su autonomía. Es importante que el niño desde pequeño adquiera responsabilidades en casa y en la escuela: ayudar en pequeñas tareas de casa (poner la mesa, fregar los platos, hacer su cama, etc.), recoger su pupitre, ayudar a mantener en orden el aula…Estas tareas serán tanto más complejas conforme aumente la edad. Sin embargo, la autonomía va más allá de que el niño sepa valerse por sí mismo en las tareas cotidianas. Los padres no deben ser directivos y sí, en cambio, promover que el niño sea capaz de tomar sus propias decisiones, aún a riesgo de equivocarse, y de tener diferentes experiencias, aún a riesgo de ser negativas. Esto implica que es mejor aconsejar que ordenar, sugerir que imponer.
  2. No ser excesivamente exigente. Algunos padres fijan metas muy elevadas y esperan que sus hijos obtengan resultados excelentes. Otros padres no expresan de forma explícita este interés pero sí refuerzan al niño de forma diferencial en función de los resultados. Un exceso en las demandas externas que realiza la familia puede conducir a estados de elevada ansiedad en el niño. Éste puede estar preocupado por defraudar a sus padres si sus notas no son tan buenas como ellos esperan. En otros casos, son los propios niños los que se fijan metas muy elevadas. La mayoría de las veces se trata de niños y adolescentes inseguros y muy perfeccionistas, que basan su autoestima en conseguir ser el/la mejor en todo. En estos casos habría que:
  •  Disminuir el nivel de exigencia de los padres. Éste debe ser realista e ir acorde con la capacidad del niño.
  •  Crear una atmósfera de aceptación: el niño debe saber que sus padres no van a dejar de quererlo si lleva a casa malas notas.
  •  Fomentar una vida equilibrada: el rendimiento en la escuela no lo es todo, también son importantes las diversiones.
  •  Evitar hábitos perfeccionistas: estudiar hasta altas horas de la noche o repetir muchas veces un trabajo hasta que esté perfecto no es saludable. Es conveniente establecer un horario y unos objetivos de estudio realistas.
  •  Programar actividades deportivas y culturales que le gusten al niño.

Fomentar hábitos saludables, promover nuevas experiencias…

Es muy aconsejable que los niños tengan experiencias muy variadas. Esto les permitirá conocer a gente diferente y hacer amigos, conocerse mejor a sí mismos y saber cuáles son sus aptitudes e intereses más destacados, encontrarse con diferentes problemas y desarrollar habilidades y estrategias para resolverlos, etc. En definitiva, fomentar nuevas experiencias en el niño puede fortalecer su autoestima y sus recursos de afrontamiento y establecer una red de relaciones sociales.

El apoyo social es, sin duda, uno de los recursos más importantes para prevenir los problemas psicológicos, entre ellos los trastornos de ansiedad. Es importante fomentar las relaciones sociales del niño: dejar que realice salidas con otros niños, excursiones, dormir en casa de amigos, fijar una hora de regreso a casa que sea prudente pero no demasiado restrictiva…Cuantas más experiencias diferentes tenga el niño más estrategias desarrollará para afrontar problemas. Cuantos más amigos tenga mejor y más apoyado se sentirá para poder superar diferentes problemas.

Uno de los miedos que tienen los padres, especialmente cuando sus hijos son adolescentes, es que los amigos que lo rodean puedan influir negativamente en él. A los padres les preocupa que el chico pueda consumir alcohol, tabaco u otras drogas, se meta en peleas, etc. Es conocida la relación que existe entre las drogas y los problemas de ansiedad. Un consumo elevado de café, tabaco, alcohol u otras drogas puede tener consecuencias negativas para la salud mental y física del chico e interferir en sus actividades escolares o laborales y en sus relaciones familiares y sociales. Es importante que los padres:

  •  Estén informados sobre las drogas.
  •  Hablen con el chico/a de las drogas, de sus propiedades y efectos. Es mejor no mostrarse represor, transmitirle la idea de que puede hablar con sus padres abiertamente de lo que le preocupa.
  •  No actuar como un policía: los padres no están las 24h con el hijo ni pueden evitar que el chico pruebe las drogas. Deben confiar en él e insistir en el diálogo.
  •  Fomentar hábitos saludables: comer de forma sana y equilibrada, realizar ejercicio físico de forma habitual. El ejercicio físico ayuda a mejorar el estado de ánimo y a relajarse. Se trata de un ‘antídoto’ natural contra el estrés.

Si bien realizar diferentes actividades para potenciar las aptitudes del niño es aconsejable y saludable, y promover diferentes experiencias permite desarrollar estrategias para afrontar problemas y construir una buena red de apoyo social, no hay que excederse ni en la cantidad de actividades a realizar ni en lo que se espera de ellas. Los niños con un exceso de actividades extraescolares muestran cansancio, estrés y se sienten presionados. Tienen la necesidad de cumplir con todo y con todos y se dan cuenta de que no pueden. Esto puede repercutir de forma negativa en su salud mental. Es recomendable:

  •  No llenar la semana de actividades. Planificar un horario con el niño y destinar un tiempo suficiente a las tareas escolares, extraescolares y a su descanso. El horario debe ser realista
  • Planificar actividades gratificantes para el niño. Por ejemplo, si al niño le cuestan las matemáticas se pueden destinar algunas horas a la semana a repasar esta materia, pero también a realizar otras actividades que al niño le resulten más agradables: fútbol, música…
  • Las actividades deben gustar al niño, no sólo a los padres. Algunos padres quieren que el niño estudie o practique una actividad que ellos no pudieron realizar en su infancia. Hay que escuchar lo que quiere el niño.
  • No hay que ser excesivamente exigentes con el niño. Hay que animarlo a que lo haga lo mejor que pueda, y reforzarlo por los pequeños avances, pero no exigir resultados.

Una última nota...

Como se ha comentado a lo largo del texto, en la educación del niño y del adolescente participan tanto los padres como los profesores y otras personas próximas al niño. Es importante que:

  •  Haya comunicación entre todas las personas que se encargan de la educación del niño y se informen mutuamente de los problemas que tenga.
  •  Se haga un frente común para solucionar estos problemas ; esto implica que debe haber unidad de criterios y que todos deben trabajar en la misma dirección.

_________
Fuente: Noemí Gullamón. Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Categorías
Buscar ayuda

Exploración y valoración psicológicas

El proceso de exploración y valoración psicológica tiene por objeto conocer al paciente y su problemática, hacer una valoración diagnóstica, e indicar una intervención terapéutica si se requiere. Normalmente dura entre una y tres entrevistas, según el caso, y puede requerir, o no, exploraciones complementarias.

Tras las presentaciones iniciales, el paciente explica a su manera el motivo de consulta, ofreciendo explicaciones sobre qué le preocupa, qué le pasa, cómo, cuándo, inicio, desarrollo, situación actual, expectativas, en fin, toda aquella información que permita trasladar al especialista una visión comprensiva del problema.

En esta primera fase el especialista suele elegir el método de entrevista abierta, es decir, anima y ayuda al paciente a que exprese libremente, con sus propias palabras, a su manera, lo que le pasa. No sólo existe información en lo que se dice, sino en cómo se dice y cómo se articula la explicación.

Posteriormente, el especialista elige un tipo de entrevista semi-estructurada, con preguntas específicas sobre diferentes aspectos, tendentes a conocer en profundidad el motivo de consulta y a elaborar la historia clínica del paciente: manifestaciones sintomatológicas, acontecimientos vitales recientes, conocimiento básico de la situación afectivo-familiar, laboral, social y lúdica, antecedentes médicos y psicológicos, antecedentes familiares, consumo de tóxicos, etc.

Es probable que se solicite al paciente la realización de pruebas específicas complementarias o que las aporte si las tiene: pruebas clínicas (análisis de sangre o electrocardiograma, por ejemplo), pruebas de diagnóstico por imagen (radiografías, por ejemplo) o pruebas psicométricas (cuestionarios generales, de personalidad por ejemplo, o específicos, por ejemplo de ansiedad).

Estas exploraciones son pruebas objetivas que contribuyen a conocer mejor el caso, por un lado, y a efectuar el diagnóstico diferencial por otro: algunos signos de afecciones psicológicas pueden coincidir con las manifestaciones sintomatológicas de otras afecciones médicas o psicológicas. Es importante, contar con un buen diagnóstico diferencial, que evite confusiones o solapamientos entre alteraciones que puedan presentar síntomas parecidos. El diagnóstico diferencial se efectúa, pues, sobre los datos de entrevista y, si se requiere, sobre los datos de las pruebas complementarias. Algunas de estas pruebas, por ejemplo test, cuestionarios y escalas de avaluación conductual, puede efectuarlas el propio especialista, otras han de solicitarse a los servicios pertinentes, explicando siempre al paciente los motivos para llevarlas a cabo y contando con su consentimiento.

Finalmente, el especialista está en condiciones de hacer una valoración rigurosa del caso, y más concrétamente un diagnóstico, y explicarlo en términos comprensibles al paciente. Sobre la base del diagnóstico, el conocimiento del paciente, y la demanda de éste, el especialista propone el tratamiento a seguir, explicando en términos generales sus características, implicaciones, perspectivas, periodicidad de las visitas, tiempo total estimado, etc.

A partir de aquí el paciente reafirma, si es el caso, su voluntad de seguir adelante con el proceso e iniciar el tratamiento propiamente dicho, si bien de las intervenciones anteriores ya se ha podido desprender algún efecto terapéutico o de cambio.

No obstante, no todos los casos consultados requieren un tratamiento propiamente dicho. En algunos casos es suficiente con la propia valoración psicológica o una mínima orientación.

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Madrid y Barcelona. Psicólogos. Terapia cognitivo conductual.

Resumen de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia mientras navegas por el sitio web. Las cookies se clasifican según sea necesario o no que se almacenen en su navegador. Las necesarias son indispensables para el funcionamiento de las funcionalidades básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utilizas este sitio web. Estas cookies se almacenarán en tu navegador solo con tu consentimiento. También tienes la opción de desactivar estas cookies. No obstante, la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar a tu experiencia de navegación.

Cookies necesarias

Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.

Analítica

Esta web utiliza Google Analytics para recopilar información anónima tal como el número de visitantes del sitio, o las páginas más populares.

Dejar esta cookie activa nos permite mejorar nuestra web.