La hipocondría me consume.

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    Si me hubieran dicho hace unos meses que iba a acabar escribiendo en un foro así, no me lo habría creído. Pero aquí estoy… supongo que tengo que empezar por el principio.

    Me llamo Marta, y tengo 16 años. Pocos, ¿eh? Mi pesadilla empezó hace escasos meses, pero ha crecido tanto que ahora no consigo recordar cómo era mi vida antes de esto. Siempre he sido hipocondríaca, desde pequeña. Pero a niveles controlados, claro. Cuando alguna enfermedad salía nombrada en la televisión, yo preguntaba a mis padres qué era, y si yo podía tenerla. Ellos siempre me contestaban que los niños no podían tener esas enfermedades… dulce inocencia.

    Hace poco más de un año, empecé a tener unos dolores en la cabeza, o más bien molestias, que se producían a diario. Al principio no las di importancia, pero cuando noté que no desaparecían comencé a preocuparme. Y acabé cometiendo el mayor error de mi vida, busqué en Internet. Supongo que ya os imaginaréis el panorama: desde una migraña, hasta un tumor cerebral. Mi mente se fue automáticamente a lo peor. Le hablé a mi madre de los dolores, pero omití mis miedos. Finalmente fuimos al neurólogo, y después de hacerme algunas pruebas físicas y de revisarme, no encontró nada anormal en mí, y lo dejó en migraña y tensión. El verano transcurrió más o menos normal, los dolores de cabeza aparecían con menos frecuencia que antes, lo que fue un alivio para mí. Pero no desaparecieron, ni mucho menos.

    Mi verdadero martirio empezó hace tres meses más o menos. Mi familia y yo íbamos en coche al tanatorio, ya que había fallecido una amiga de la familia, ya bastante mayor. Yo estaba bien, afectada por aquello, pero no me sentía especialmente mal. Hasta que comencé a experimentar una presión en el pecho, justo en el lado izquierdo, que se convirtió en dolor. Me empezó a faltar el aire, las manos me sudaban y me temblaban. Juro, que pensé que me moría. Pero, extrañamente, no dije absolutamente nada. Me quedé inmóvil en mi sitio del coche, sin abrir la boca hasta que llegamos al tanatorio y bajamos. Seguía encontrándome mal, pero afortunadamente había desaparecido el dolor. Le dije a mi madre que estaba nerviosa, y ella en seguida lo dijo: ansiedad. Era la primera vez que la tenía, y no sabía lo que era sentirla. Estuve toda esa tarde con una extraña sensación dentro de mí.

    La segunda vez fue un par de días después, por la noche. Empecé a sentirme algo mal cuando estaba cenando, y perdí el apetito. Ya estaba en mi habitación, cuando empecé a sentir que el aire me faltaba. Tenía un nudo en la boca del estómago, y todo era… extraño. En seguida bajé al salón donde estaba mi familia, y al ver que no se me pasaba el susto, me bajaron al ambulatorio a las dos de la mañana. El médico me observó y dijo que estaba perfectamente, que había sido un ataque de ansiedad, otra vez.

    Y maldita sea la ansiedad. Desde entonces, mi calvario no me ha dejado. Ni siquiera recuerdo cómo he llegado a este punto. Hace un mes que acabé contándole a mis padres el por qué de mis ataques de ansiedad, que ellos desconocían. Nunca le había contado a nadie mis problemas de hipocondría, ni a ellos. N i siquiera yo sabía qué ese miedo que sentía tenía un nombre. Acabé yendo a un psicólogo, cosa que pensé que me ayudaría. Pero, al contrario, salí bastante decepcionada. Me dijo, básicamente, lo mismo que todo el mundo ya me había dicho, y que yo ya sabía. Que está en mi mente, que no es real. Me dijo que volviera en septiembre, y se acabó. No me sentí distinta ni convencida en absoluto.

    Desde entonces, he visitado miles de páginas en internet, conozco perfectamente todos los síntomas de cada una una de las enfermedades mortales que hay. He llegado a pensar que tenía cáncer de casi todas las clases, que estaba a punto de sufrir un infarto, un derrame cerebral, cualquier cosa. Todos los días me levanto pensando que me voy a morir, con palpitaciones. Mi mano siempre está en mi muñeca, tomando el pulso. Siempre. Los dolores de cabeza vuelven a ser casi diarios, todos los días siento que me falta el aire. Me siento cansada, sin fuerzas, todo me cuesta. Todo me da miedo. Tengo sensaciones extrañas por todo el cuerpo, dolores, molestias. Siempre estoy mirándome, observando y analizando cada una de esas sensaciones, sin descansar. Me acuesto con el corazón a mil por hora. Yo siempre he dormido bien y sin problema alguno, pero ahora me cuesta mucho pegar ojo. A veces me levanto por las noches, y ahí está otra vez. El miedo me consume, puede conmigo. A veces, pienso que todo está en mi mente, que no existe. Pero otras veces, pienso que de verdad mis dolores, mis miedos son reales, que de verdad hay algo dentro de mí que me está matando poco a poco, o que lo hará de repente.

    Mis padres creen que estoy mejor… porque yo les hago creer que lo estoy. Mi madre ha llorado unas cuantas veces ya por esto, y no lo soporto. No soporto ver que toda esta mierda también se esté comiendo a mi familia. Por eso me callo y finjo estar bien, cuando todo va a peor. A veces estoy tan triste… y pienso que hasta estoy en una depresión que ni yo sé.

    Y supongo, que estoy aquí porque necesito desahogarme, y soltar un poco de todo lo que me está comiendo por dentro estos meses. Pienso que, en realidad, no llevo tanto tiempo así, y me asusta el ver lo que ha hecho conmigo la hipocondría y la ansiedad en tan poco tiempo. No quiero dejar que esto me acabe consumiendo… el simple pensamiento de la muerte me estremece. Sea por enfermedad, por accidente, o incluso por causas naturales… simplemente, no puedo.

    Gracias a todos los que hayan leído esto, de verdad.

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