Ayer dije hasta luego Lucas, pero habéis nombrado a Zolita y no puedo pasar de largo.
Para Eline la carta de Zola. Y para Dolors un abrazo de PHELL UKSO 
)))
Querida Zola:
Cuando te vi descansando en la vieja manta, sabía que era la última vez que hablaría contigo porque ya la fuerza te estaba abandonando. Pronuncié tu nombre con el mismo cariño de siempre… y alzaste la hermosa cabeza para responderme…
Me mirabas fijamente… tus ojos seguían siendo profundos y llenos de amor hacia nosotros, pero la vitalidad de otro tiempo había dado paso a la tristeza… la tristeza de una diosa moribunda. No pude evitar las lágrimas… y volvieron los recuerdos de golpe…
Te vi recién nacida, redondica, suave como el algodón… Te vi jugando con Rubén durante horas, aguantando con paciencia sus bromas, sus alegrías y sus miedos .
Agradecías mi visita, querida Zola, y con un gesto de cansancio volviste a reclinar la cabeza en el suelo…
Tus ojos tristes me siguieron hablando:
– Estoy fatigada, juani. No digas mi nombre porque ya no puedo obedecerte… Me voy despidiendo poco a poco…
– Os he querido a todos, a ti que me criaste… dónde está mamá, me preguntaban… y yo te buscaba por la casa…
– Quise mucho a Rubén que me necesitaba más que nadie… Quise a Belén, a Montse, a Marifé… y a todos los que fueron llegando…
– Pero mi vida se la entregué a Miguel… He vivido por él y para él… he sentido todas las emociones de su alma, sus alegrías, sus pesares y sus sueños; lo buscaba siempre, porque mi única aspiración era ganarme su cariño.
– Sólo necesitaba una caricia de su mano, una mirada… Con una palabra suya, yo me convertía en la Zola inteligente, amable, generosa, leal… siempre dispuesta a todo.
– ¿Quién te quiso más que yo, Miguel? Fui la compañera de tus penas, tu guardiana vigilante en los peligros. Fui tu sierva, tu amiga en la soledad, tu camarada en la alegría ¿Hacia dónde íbamos ? ¿A dónde marchábamos? No importaba nada… íbamos juntos !!!
– Me alegraba con tu sonrisa, siempre atenta a tus movimientos; yo clavaba mis ojos en los tuyos y te preguntaba: ¿qué pasa, qué sientes, qué quieres que haga por ti, Miguel?
– Ahora tengo que dejarte; ya no podré acompañarte por el monte siguiendo tus pasos… esperando siempre una orden tuya…
– Tú te quedas viviendo entre los hombres… Te quedas un poco más solo… pero tienes a tu familia…Cuando notes mi ausencia, te sentirás arropado por ellos.
– Dicen que no hay un cielo para mí, por lo tanto mi muerte no es la tuya; cuando tú mueras, tal vez exista otro mundo; yo fui alguien que te quiso, Miguel, pero no tengo un alma para esperarte en otra vida.
– Me despido de todos. Creed en el amor porque existe; yo soy una prueba de que existe: Sólo tenéis que recordar mi última mirada…
juani, 21 de Abril de 2006
Nota: La carta ha cambiado un poco. Mi madre ha quitado algunas frases.
(Ahora ya es la refinitiva, me marcho, el foro es vuestro)
