Categorías
Crisis de pánico y agorafobia

Agorafobia: componentes, edad de comienzo y problemas asociados.

La agorafobia puede definirse como un miedo y evitación de lugares públicos y de estar fuera de casa basados en la anticipación de experimentar niveles elevados de ansiedad o en la aparición de ataques de pánico.

También puede considerarse como el miedo a estar en lugares o situaciones donde puede ser difícil o embarazoso escapar o donde pueda resultar complicado disponer de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico o síntomas similares como: mareo, caída, despersonalización, desrealización, pérdida del control de esfínteres, vómito o molestias cardíacas.

Hay que diferenciar la Agorafobia de la Fobia a los espacios abiertos. Éste último se define como el miedo a caerse o a los espacios abiertos en ausencia de apoyo viso-espacial cercano, con lo que caminan cerca de la pared por temor a caerse o temen las señales de espacio y profundidad al conducir.

En la agorafobia pueden distinguirse varios componentes:

La evitación a situaciones temidas

Existen una gran variedad de situaciones temidas y que las personas con agorafobia acaban evitando por las reacciones que desencadenan. .
Algunos ejemplos comunes son: cines y teatros, supermercados, grandes almacenes, ascensores, también viajar en autobús, tren, avión o barco, andar por la calle, quedarse solo en casa, estar lejos de casa, hasta conducir o viajar en coche.

Otro tipo de situaciones son: tomar baños calientes o saunas, hacer ejercicio, montar en atracciones, tener relaciones sexuales, participar en discusiones, enfadarse, bailar, tomar comidas pesadas, ver espectáculos deportivos emocionantes, ver películas dramáticas o de terror y beber café cargado o alcohol. Todas ellas relacionadas por las sensaciones que desencadenan o por la asociación a una experiencia negativa pasada.

Las conductas defensivas

Sin embargo, las situaciones no siempre se evitan, sino que se pueden afrontar con ansiedad y/o con conductas defensivas para prevenir o manejar la amenaza asociada a la ansiedad/pánico. Ir acompañado de una persona de confianza o un animal doméstico, tomar medicación, beber alcohol o agua, comer algo, fumar, llevar objetos tranquilizadores, pensar en que se está cerca de un hospital o salida cercana, comprar solo a ciertas horas o escapar de la situación son algunos ejemplos de conductas defensivas. Éstas producen alivio inmediato pero contribuyen a mantener el problema.

Mientras que las personas con una agorafobia moderada o grave evitan ambos tipos de relaciones expuestas anteriormente, las personas con trastorno de pánico con agorafobia leve o sin agorafobia tienden a evitar el segundo tipo de situaciones.

La ansiedad anticipatoria

Preocupación por experimentar un ataque de pánico o una fuerte ansiedad. Es una expectativa o anticipación de que ocurrirá un ataque o una fuerte ansiedad juntamente con la tendencia a temer las sensaciones corporales relacionadas con la ansiedad.

El miedo al miedo

Las personas con agorafobia tienen miedo a aquellas situaciones en las que pueden tener sensaciones de ansiedad o ataques de pánico. Suele surgir normalmente en situaciones externas temidas y también como consecuencia de las reacciones corporales producidas por el calor, el hambre, la fatiga, el estrés… que desencadenan a la vez reacciones corporales como debilidad en las extremidades, tensión, visión borrosa, malestar intestinal, dolor o tensión muscular o la sensación de nudo en el estómago o en la garganta.

Se teme a las situaciones en las que se cree que puede ocurrir consecuencias dañinas o catastróficas de tipo físico (ataque cardíaco, tumor cerebral, muerte, desmayo) o mental (perder el control, volverse loco).

Ataques de pánico o síntomas similares

La gran mayoría de las personas que sufren agorafobia informan tener o haber tenido ataques de pánico. Éste consiste en un intenso miedo, terror o malestar acompañado frecuentemente con una sensación de peligro o catástrofe inminente y de un impulso a escapar.

Los síntomas más frecuentes son: palpitaciones, mareo, dificultad para respirar, sudoración, temblores, el miedo a volverse loco o a perder el control y la despersonalización (extrañeza de uno mismo)/desrealización (irrealidad).

Los ataques de pánico varían considerablemente de una persona a otra. Difieren en frecuencia de los ataques), la intensidad, la duración, en las reacciones somáticas, los pensamientos asociados, circunstancias de ocurrencia y predecibilidad (situacionales o espontáneos).

Interferencia o deterioro producido por el trastorno

En los casos graves las personas con agorafobia pueden pasar la mayor parte del tiempo en casa en compañía de familiares y llegar incluso al aislamiento total. Estas personas se ven incapacitadas para realizar actividades diarias.

Tipos de Agorafobia

Según el sistema de clasificación DSM-IV (American Pschiatric Associaton, 1994) podemos clasificar de diferente manera la Agorafobia y Trastornos de Pánico:

  • Trastornos de Pánico con Agorafobia
  • Agorafobia sin historia de Trastorno de Pánico
  • Trastorno de Pánico sin Agorafobia

Sin embargo la CIE-10 (Organización Mundial de la Salud, 1992) tiene la siguiente clasificación:

  • Agorafobia sin Trastorno de Pánico
  • Agorafobia con Trastorno de Pánico
  • Trastorno de Pánico

Edad de comienzo y curso de la Agorafobia

La edad de comienzo se sitúa aproximadamente entre los 25 y los 30 años, aún así existen casos en que el inicio puede darse en cualquier momento entre los 5 y los 58 años. Las personas entre los 45 y los 64 años tienen menos riesgo de desarrollar una agorafobia.

La agorafobia suele comenzar con ataques de pánico o una ansiedad que van creciendo gradualmente en intensidad a lo largo de las sucesivas ocurrencias hasta convertirse en un ataque de pánico. Las personas que sufren este trastorno, en un comienzo, suelen consultar a los centros de salud primaria y a diversos especialistas en medicina, que en ocasiones, no les encuentran nada anómalo. Finalmente, los casos moderados o graves terminan por solicitar ayuda psiquiátrica y/o psicológica.

Existe una fluctuación de los problemas agorafóbicos, los pacientes tienen etapas de remisión y recaídas de duración variable. Estas fluctuaciones pueden ser debidas a múltiples factores como la compañía de una persona, animal u objeto de confianza, a los eventos estresantes, al estado emocional, a cambios hormonales, toma de alcohol, fármacos o drogas o según la época del año.

Si no ha habido tratamiento o éste no ha sido el adecuado, una recuperación relativamente estable es improbable.

Es un trastorno que afecta en mayor proporción a mujeres que a hombres.

Problemas asociados a la agorafobia

Es importante evaluar y tener en cuenta la posible existencia, simultánea, de más de un problema psicológico, ya que pueden desarrollarse complicaciones en el tratamiento y de ello depende también el tipo de intervención y los resultados del tratamiento aplicado.

Los trastornos más frecuentes que pueden convivir junto con la agorafobia son trastornos de ansiedad generalizada o los depresivos. Menos frecuentes son la fobia social y fobia específica.

Las mujeres tienen porcentajes más altos de coexistencia de la agorafobia con otros problemas en el caso del trastorno de ansiedad generalizada, trastornos fóbicos y depresión mayor. Si embargo, en los hombres tienen una mayor incidencia en el abuso de sustancias.

Existen casos que usan el alcohol y/o los fármacos para afrontar sus problemas de ansiedad, pánico y evitación. Éstos pueden reducir la ansiedad a corto plazo pero el efecto se invierte a más largo término y contribuir al mantenimiento de los miedos y de la ansiedad

__________
Fuente: E. Massagué (2007). Clínica de la Ansiedad, Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad. Madrid y Bacelona.

Referencias para saber más

-Bados, A. (1995a). Agorafobia: Naturaleza, etiología y evaluación. Barcelona: Paidós.

-Bados, A. (2000). Agorafobia y ataques de pánico. Madrid: Pirámide.

-Botella, C. y Ballester, R. (1997). Trastorno de pánico: Evaluación y tratamiento. Barcelona: Martínez Roca.

-Echeburúa, E. y de Corral, P. (1992). La agorafobia. Nuevas perspectivas de evaluación y tratamiento. Valencia: Promolibro.

-Marks,I.M.(1991a).Miedos, fobias y rituales: (1) Los mecanismos de la ansiedad.B arcelona: Martínez Roca

-Roca, E; Roca, B.(1999). Cómo tratar con éxito el pánico (con o sin agorafobia). Valencia. ACDE.

Categorías
Introducción

Ansiedad y personalidad

Introducción

La personalidad es el patrón de pensamientos, sentimientos y conductas que presenta una persona y que persiste a lo largo de toda su vida a través de diferentes situaciones. La personalidad es estable en el tiempo y en las situaciones, esto implica que tendemos a comportarnos de forma similar en diferentes contextos y en diferentes momentos de la vida. Los rasgos son los atributos o características de la personalidad. Los rasgos se sitúan a lo largo de un continuum, de modo que las personas nos diferenciamos unas de otras en el grado en que presentamos más o menos cada rasgo.

Una persona extrovertida busca y disfruta de la compañía de los demás, prefiere realizar actividades en grupo que de forma individual, tiene habilidades sociales, es una persona activa, con energía, entusiasta. Una persona introvertida (el polo opuesto) prefiere realizar actividades en solitario o con pocas personas, tiende a ser más inhibida, reflexiva, cautelosa.

Se considera que la personalidad, sobre la base de unos fundamentos biológicos, se modela con el paso del tiempo a partir de las experiencias vividas.

Rasgos de personalidad y trastornos de ansiedad

Cabe distinguir entre ansiedad rasgo y ansiedad estado. La ansiedad rasgo es una característica de personalidad relativamente estable (a lo largo del tiempo y en diferentes situaciones). El rasgo de ansiedad hace referencia a la disposición del individuo para percibir situaciones como peligrosas o amenazantes y a la tendencia a responder ante estas situaciones con ansiedad. La ansiedad estado hace referencia a un estado emocional transitorio y fluctuante en el tiempo.

Ambos conceptos están relacionados. Una persona con un nivel elevado de ansiedad rasgo presenta, por regla general, una ansiedad estado también elevada. Sin embargo, una persona con un nivel de ansiedad rasgo bajo puede mostrar de forma puntual reacciones de ansiedad de elevada intensidad ante situaciones que perciba como amenazantes (ansiedad estado). Así, por ejemplo, una persona con un nivel de ansiedad rasgo bajo puede mostrarse ansiosa ante la inminencia de un examen. En cambio, una persona con un nivel elevado de ansiedad rasgo no sólo se sentirá nerviosa en esa situación, también en muchas otras.

Muchos autores consideran que  la ansiedad rasgo es la característica de personalidad que subyace a muchos trastornos de ansiedad. Se trata de una característica de personalidad que podría estar implicada en la mayor vulnerabilidad a padecer trastornos de ansiedad y de depresión. Para algunos autores, la manifestación más pura de un nivel elevado de ansiedad rasgo es el Trastorno de Ansiedad Generalizada .

Los trastornos de ansiedad  tienen en común otro rasgo de personalidad: la evitación del daño o inhibición conductual. Las personas con un nivel alto de inhibición conductual o evitación del daño suelen evitar y mostrarse inhibidos ante estímulos novedosos o no familiares, suelen reaccionar con retraimiento. Se trata de personas cautelosas, tensas,   aprensivas y pesimistas.

La evitación del daño también se ha visto asociada al Trastorno de Pánico. Algunos estudios sugieren que las personas con ataques de pánico podrían tener unos rasgos temperamentales comunes que precederían la aparición del trastorno:

  • Miedo excesivo a padecer una enfermedad;
  • Hipersensibilidad a la separación: son personas dependientes, con necesidad de protección o de proteger a los suyos, muestran una marcada unión con familiares;
  • Dificultad para alejarse de lugares conocidos: les cuesta adaptarse a los cambios y novedades, no suelen establecerse muy lejos de su lugar de origen y de las personas que conocen;
  • Necesidad de seguridad: necesitan que alguien les tranquilice, les asegure que no va a pasar nada de lo que temen.
  • Se trata de personas muy preocupadas por la salud y la enfermedad, con una importante hipervigilancia a las sensaciones corporales.

Otros rasgos de la personalidad como el perfeccionismo, la rigidez (falta de flexibilidad), la dificultad para adaptarse a los cambios, el control excesivo, aparecen a veces asociados a problemas de ansiedad.

Las características de personalidad no necesariamente preceden la aparición de un  trastorno de ansiedad. La mayoría de estudios que examinan la relación entre personalidad y ansiedad son transversales (evalúan las características de personalidad y la presencia del trastorno en el mismo momento temporal) o utilizan un diseño retrospectivo (preguntan a personas que presentan el trastorno sobre cómo eran antes de la aparición del mismo). Los estudios longitudinales examinados (primero miden la personalidad y luego si aparece o no el trastorno) tampoco informan de resultados concluyentes. Por este motivo, en estos momentos se desconoce si los rasgos de personalidad preceden en el tiempo o se dan de forma simultánea a la presencia de un problema de ansiedad. Incluso algunos autores afirman que alguna de estas características o rasgos podrían verse afectados por el curso del trastorno. Por ejemplo, las personas con ataques de pánico pueden volverse más aprensivas e hipervigilantes a los síntomas físicos a consecuencia de su enfermedad.

__________

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad. Madrid, barcelona y online.

Categorías
Tratamiento de la Ansiedad

Plantas medicinales en el tratamiento de la ansiedad

Introducción

Evidencias de la eficacia del uso de hierbas medicinales en el tratamiento de la ansiedad.

Las hierbas medicinales son hoy en día muy populares y se ha generalizado su uso para paliar síntomas fisiológicos. Muchos trastornos psicológicos tienen asociadas manifestaciones fisiológicas que encajan en las normalmente tratadas con hierbas medicinales. Quizá el ejemplo más claro es el uso común de Valeriana en el tratamiento del insomnio. El insomnio de primera hora (problemas para conciliar el sueño) está muy relacionado con la ansiedad. De hecho, muchos fármacos tienen esta doble indicación; insomnio y ansiedad, por ejemplo las benzodiacepinas.

Si bien existen fármacos con demostrada eficacia para el tratamiento de la ansiedad, su principal inconveniente son los efectos secundarios que, aunque no son graves, pueden ser incómodos e incluso motivo de abandono del tratamiento.

Al tratamiento con hierbas medicinales se le supone menos efectos secundarios y una eficacia, al menos, moderada. Pero para poder afirmar esto han de hacerse estudios controlados en los que se comparen los efectos del tratamiento con estas sustancias.

¿Qué es un estudio controlado?

Para determinar la eficacia de una sustancia (por ejemplo de un fármaco) primero se determina su indicación (es decir, para que se va a utilizar). Si se pretende usar una sustancia para tratar la ansiedad, se debe demostrar que el uso de esta sustancia provoca cambios que se reflejan en la disminución de esta ansiedad.

En el lenguaje científico la sustancia se la denomina variable independiente y las consecuencias de esta se las llama variables dependientes (“dependen de la primera”).

El objetivo principal de un estudio de este tipo es determinar relaciones entre las variables independientes y dependientes (entre una sustancia y sus efectos) y para que estos resultados no estén “contaminados” se han de evitar otras influencias. A estas influencias se las denomina variables extrañas.

Los grupos

Pero para determinar la eficacia de una sustancia no vale con medir los resultados en un test. (Variable independiente: sustancia; variable dependiente: resultados test.). Para saber que es eficaz ha de compararse con los resultados obtenidos por un periodo igual de no-tratamiento, tratamiento placebo u otra sustancia que ya haya demostrado su eficacia. Para esto se crean grupos a los que se da un “tratamiento” diferente. Uno de estos grupos tiene que estar recibiendo el tratamiento que quiere estudiarse.

¿Qué es un placebo? Un placebo es un tratamiento inocuo, la diferencia con el no-tratamiento es que en el placebo el sujeto “cree” que está recibiendo tratamiento pero no es así.

De manera resumida podríamos decir que un tratamiento es eficaz si demuestra mejores resultados que un tratamiento placebo, mejor que un no-tratamiento o al menos, resultados similares al tratamiento con otra sustancia de eficacia probada.

¿Qué es un meta-análisis?

Es el estudio de varios estudios. Hoy en día se publican muchas investigaciones científicas. Los meta-análisis son como “resúmenes” de varias investigaciones de manera que pueden dar una visión general sobre el conocimiento o sobre los resultados que se están obteniendo sobre un determinado tema.

Los meta-análisis cuentan con la ventaja de establecer criterios de inclusión o exclusión. Esto significa que no todos los estudios sobre un tema están en un meta-análisis sino solo los que cumplen sus criterios. Esto se hace para evitar que estudios sin el control adecuado alteren los resultados.

Valeriana

Existen pocos datos acerca de la eficacia de la Valeriana para el tratamiento de la ansiedad. Menos aún que cumplan criterios científicos. En las revisiones más recientes (Miyasaka y cols, 2008), sin embargo, se apunta un estudio interesante y metodológicamente correcto que compara los efectos de la valeriana con placebo y administración de Diacepam. El estudio utilizó sujetos diagnosticados de ansiedad generalizada y se midieron los resultados con tests normalizados (HAM y STAI).
Lamentablemente se trata de un estudio piloto y la muestra (número de personas que participaron) es muy pequeña por lo que es difícil que puedan generalizarse los resultados.

Valeriana vs. Placebo

No se han encontrado diferencias significativas. Esto significa que tras las oportunas técnicas estadísticas se determina que las diferencias entre los resultados no pueden explicarse por el efecto de la sustancia.

Esto no quiere decir necesariamente que la Valeriana sea igual de efectiva que u

placebo (que recordemos, es un tratamiento inocuo, sin efecto). La interpretación más plausible es que el número de participantes no permite dar datos suficientes para obtener resultados.

Valeriana vs. Diacepam

Tampoco se encontraron diferencias significativas. ¿Significa esto que valeriana y diacepam son igual de eficaces? No necesariamente. Recordemos que el Diacepam es un ansiolítico con demostrada eficacia. La valeriana no puede ser igual de eficaz que el placebo e igual de eficaz que el diacepam a la vez. La conclusión es que no puede determinarse la eficacia de la valeriana a partir de este estudio

Valeriana: conclusión

Hay un interés científico por determinar la eficacia de esta hierba en cuanto a su uso para el tratamiento de la ansiedad. Lamentablemente, tendremos que esperar a que se hagan más estudios, con más sujetos y que comparen la valeriana con el no-tratamiento y otros tratamientos eficaces.

Pasionaria

En recientes revisiones (Miyasaka y cols, 2008b) se han analizado dos estudios que suman 198 pacientes. En ambos se comparó la pasionaria con un grupo de fármacos (benzodiacepinas) que son utilizados con frecuencia para el tratamiento de la ansiedad. En estos estudios se analizaron también los efectos secundarios.

Pasionaria vs. Benzodiacepina

No se hallaron diferencias significativas. Tanto el grupo pasionaria como el grupo benzodiacepinas mostraron un índice similar de mejora. Tampoco hubieron diferencias en efectos secundarios.

Pasionaria: conclusión

Que no hayan diferencias entre la pasionaria y las benzodiacepinas puede significar que son igual de eficaces o bien, como ocurría con la valeriana, que el tamaño de la muestra (número de participantes) sea insuficiente dando problemas para su análisis estadístico.

Los pocos participantes, los pocos estudios, y el hecho de no haber comparado los efectos de la pasionaria con el no-tratamiento o el tratamiento placebo hace que no pueda concluirse que sea eficaz. Los autores recomiendan que se siga investigando sobre esta hierba con más participantes.

Extracto de Kava

En revisiones actuales (Pittler, 2008) se analizan los resultados de 11 estudios que suman un total de 665 participantes. La comparación se hizo con un grupo placebo y se utilizaron medidas estandarizadas para la ansiedad (cuestionarios comúnmente utilizados en la clínica)

Kava vs. Placebo

El extracto de Kava resultó ser más eficaz que el tratamiento placebo. Se concluye que el extracto de Kava parece ser una opción efectiva para el tratamiento de los síntomas de la ansiedad. Los efectos secundarios observados fueron pocos, leves y transitorios. No obstante, hay dudas sobre su seguridad, sobre todo a largo plazo, motivo por el que en algunos países aún no se comercializa, a la espera de resultados más concluyentes.

Ginko Biloba

Se ha encontrado un estudio que compara los efectos de esta hierba frente al placebo en pacientes con TAG (Trastorno de ansiedad generalizada). Los resultados se midieron mediante la escala Hamilton.

Ginko Biloba vs. Placebo

El extracto de Ginko Biloba fue más eficaz que el placebo en el tratamiento de los síntomas de ansiedad en pacientes de TAG. Además resultó que los efectos secundarios fueron leves (sobre todo de tipo alérgico) y no parece haber riesgo de dependencia.

Ginko Biloba: Conclusión

El extracto de Ginko Biloba puede ser una opción de tratamiento para la ansiedad en un futuro. Al tratarse solo de un estudio no puede concluirse aunque sea una opción de tratamiento hasta que estos datos no se confirmen con más estudios. Además sería necesario que se compare con otros tratamientos, actualmente bien establecidos para la ansiedad.

Calderona amarilla

Se ha encontrado un estudio que compara esta hierba mexicana con un ansiolítico benzodiacepínico: el loracepam. Ambos grupos estaban compuestos por pacientes diagnosticados de TAG y se les administró el tratamiento durante 4 semanas.

Calderna amarilla vs. Loracepam

Los autores encontraron una efectividad similar entre la calderna amarilla y el loracepam. Concluyen que son igual de seguros y que la calderna amarilla presenta mejor tolerabilidad.

Calderna amarilla: Conclusión

El estudio concluye que la Calderna amarilla es tan efectiva y segura como el Loracepam y mejor tolerada.

Al tratarse solo de un estudio los resultados han de ser tomados con cautela. Se debe seguir estudiando la efectividad y seguridad de esta hierba en grupos grandes y durante más tiempo. Además sería necesario comparar este tratamiento con otros bien establecidos, tratamiento placebo y no-tratamiento.

Preparado de espino blanco, amapola de Califonia y magnesio

Se ha encontrado un estudio en el que se compara la efectividad de este preparado con el placebo en pacientes con TAG.

Preparado de espino blanco, amapola de california y magnesio vs. Placebo

Se encontró que el preparado de espino blanco, amapola de california y magnesio fue más efectivo que el placebo mejorando síntomas de ansiedad ligera o moderada. Además, se encontró que esta diferencia aumentaba con el tiempo de tratamiento. Los efectos secundarios registrados fueron de carácter leve o moderado, tratándose principalmente, de efectos digestivos o psicológicos.

Preparado de espino blanco, amapola de california y magnesio vs. Placebo: Conclusión

Los autores concluyen que puede tratarse de una opción para el tratamiento de ansiedad leve o moderada. De todas formas, se trata aun de evidencia escasa para poder justificar su uso.

Conclusiones en la investigación de las hierbas medicinales en el tratamiento de la ansiedad

Si bien el uso de hierbas medicinales es generalizado, es ahora que la ciencia se interesa por demostrar su eficacia y seguridad con estudios similares a los que se realiza con medicamentos. Sobre el uso de estas sustancias en el tratamiento de la ansiedad hemos encontrado meta-análisis de estudios sobre tres hierbas: Valeriana. Pasionaria y Kava (extracto de Kava). Además, la bibliografía actual cuenta con algunos estudios metodológicamente correctos sobre otras hierbas medicinales, tales como el Ginko Biloba, la calderona amarilla o preparados como el de espino blanco, amapola de california y magnesio.

En estos estudios se comparan los efectos de estas hierbas con el de un placebo (un tratamiento inocuo) o con fármacos para la ansiedad (solo se han comparado con benzodiacepinas).

Los resultados de estos estudios son:

-No se ha podido comprobar la eficacia de la valeriana o la pasionaria para el tratamiento de la ansiedad. Los estudios de estas dos sustancias tienen algunos problemas como el número reducido de participantes

-Se han estudiado otras hierbas como: Ginko Biloba, calderona amarilla, y el preparado de espino blanco, amapola de california y magnesio. Estas hierbas pueden ser efectivas y son relativamente seguras pero aún se han de replicar estos estudios y potenciar su metodología para poder establecer conclusiones. Se necesitan estudios con un mayor número de sujetos para poder determinar la eficacia de estas sustancias.

-Se puede considerar que el extracto de Kava es eficaz para el tratamiento de los síntomas de la ansiedad a corto plazo. Debería estudiarse su eficacia a largo plazo y su seguridad a largo plazo ya que algunos estudios apuntan riesgo de toxicidad hepática.

Recuerde

Las llamadas plantas medicinales no son inocuas, ni necesariamente seguras; pueden tener efectos secundarios, contraindicaciones, interactuar negativamente entre sí, con otras substancias o con determinados problemas de salud. Su consumo debe hacerse bajo conocimiento y orientación de los especialistas sanitarios.

_______

FuenteFabio Falcón (2009). Clínica de la Ansiedad. Tratamiento de las ansiedad en Madrid y Barcelona. Psicólogos y psiquiatras.

Referencias

– Miyasaka LS, Atallah AN, Soares BGO. 2008. Valeriana para los trastornos de ansiedad (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca Cochrane Plus, Número 2. Oxford: Update Software Ltd. Disponible en: http://www.update-software.com. (Traducida de The Cochrane Library, 2008 Issue 2. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.).

– Miyasaka LS, Atallah AN, Soares BGO. 2008. Pasionaria para el trastorno de ansiedad (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca
Cochrane Plus, 2008b Número 2. Oxford: Update Software Ltd. Disponible en: http://www.update-software.com. (Traducida de
The Cochrane Library, 2008 Issue 2. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.).

– Pittler MH, Ernst E. 2008. Extracto de Kava para el tratamiento de la ansiedad (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca Cochrane Plus, Número 4. Oxford: Update Software Ltd. Disponible en: http://www.update-software.com. (Traducida de The Cochrane Library, 2008 Issue 3. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.).

– Grupo de Trabajo de la Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Trastornos de Ansiedad en Atención Primaria. 2008.
Madrid: Plan Nacional para el SNS del MSC. Unidad de Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Agencia Laín Entralgo. Comunidad de Madrid. Guías de Práctica Clínica en el SNS: UETS Nº 2006/10.

 

Categorías
Ansiedad y otros

Ansiedad y estrés

El término estrés  deriva del la latín  stringere, que significa provocar tensión. En física se refiere a la fuerza que se aplica a un objeto, que puede romperlo  o deformarlo . En humanidades se  utilizó como sinónimo de adversidad, aflicción. El termino estrés fue incorporado a la biología por W. Cannon en 1911 y a la psicología científica por el fisiólogo  Hans Selye en 1956,  que lo definió  como una respuesta global, total y automática del ser humano ante las exigencias externas e internas que no se pueden armónicamente controlar, las cuales amenazan su equilibrio homeostático, originando en el individuo lo que llamó un Síndrome General de Adaptación. Se habla de un estrés positivo, llamado eustress, y un estrés negativo llamado distress.

El estrés es habitual en nuestras vidas. Lo que distingue y caracteriza la vida y al ser vivo es la facultad de adaptación al cambio.  Cualquier cambio al que debamos adaptarnos representa estrés, ya se trate de acontecimientos  negativos -despido laboral, enfermedad, ruptura amorosa,  muerte de un ser querido-,  o  positivos y deseables -casarse e iniciar la convivencia, nuevas responsabilidades en el trabajo ligadas a un ascenso- .

Nuestras experiencias estresoras provienen de tres fuentes básicas: nuestro entorno -ruidos, carga de trabajo excesiva, conflictos interpersonales, falta de medios-, nuestro cuerpo -insomnio, cambios hormonales, enfermedades- y nuestros pensamientos -preocupaciones, anticipaciones negativas-. La intensidad y naturaleza de esas experiencias estresoras depende de factores individuales -reactividad personal, vulnerabilidad, características de personalidad- y contextuales -apoyos sociales y materiales, cuestiones organizacionales-.

Cuando la respuesta  frente a las demandas del medio interno o externo, son adecuadas, y  asumibles  fisiológicamente para el organismo,  se habla de buen estrés, necesario para el funcionamiento del organismo y su adaptación al medio. Si las demandas del medio son excesivas, intensas y/o prolongadas,  y superan la capacidad de resistencia y de adaptación del organismo, hablamos de mal estrés, que, si es  prolongado, genera disfunciones en nuestros órganos, favorece la aparición de las llamadas enfermedades de adaptación o psicosomáticas, y puede precipitar la aparición de otras.

Cuando el estrés se convierte en problema

El estrés es pues un mecanismo normal, adaptativo. No obstante, cuando estamos sometidos a condiciones estresantes de elevada intensidad y duración, es muy probable que se convierta en disfuncional, interfiriendo en nuestro desempeño, y transformándose, además, en un problema de salud: alteraciones psicofisiológicas -sueño, alimentación, sexualidad-; emocionales -ansiedad, depresión-; neurovegetativas -taquicardia, dolencias musculares, molestias digestivas-; del rendimiento intelectual -concentración, memoria-; debilitamiento del sistema inmunológico -mayor riesgo de infecciones-, etc.

Las razones que se aducen para explicar cómo el estrés propicia alteraciones psicosomáticas son diversas:

  • Activación o sobrecarga excesivamente intensa y/o excesivamente repetida de los órganos.
  • Larga duración de periodo de resistencia del organismo, que produciría un deterioro de la energía y los recursos fisiológicos del mismo, llevando al agotamiento de los órganos.
  • Falta de expresión somatomotora: en las sociedades modernas, los estresores -fuentes de estrés- no suelen requerir  respuestas físicas, sino más bien cognitivas -pensamiento, toma de decisiones-. De este modo los recursos fisiológicos movilizados ante ellos, particularmente los relacionados con el sistema motor, aunque activados, no se desencadenan.
  • Regulación o comunicación fallida o inadecuada entre los centros nerviosos superiores y los periféricos relacionados con los órganos.

Fuentes más comunes de estrés

Holmes y Rahe (1967) construyeron una de las primeras escalas, basándose en datos biográficos procedentes de cientos de personas, donde se cuantifica el grado de alteración y estrés asociado acontecimientos. Una acumulación de 200 o más unidades en un solo año incrementaría la incidencia de trastornos psicosomáticos.

Muerte del cónyuge100
Divorcio73
Separación65
Privación de la libertad63
Muerte de un familiar próximo63
Enfermedad o incapacidad, graves53
Matrimonio50
Perder el empleo47
Reconciliación de la pareja45
Jubilación45
Enfermedad de un pariente cercano44
Embarazo40
Problemas sexuales39
Llegada de un nuevo miembro a la familia39
Cambios importantes en el trabajo39
Cambios importantes a nivel económico38
Muerte de un amigo íntimo37
Cambiar de empleo36
Discusiones con la pareja (cambio significativo)35
Pedir una hipoteca de alto valor31
Hacer efectivo un préstamo30
Cambio de responsabilidades en el trabajo29
Un hijo/a abandona el hogar (matrimonio, universidad)29
Problemas con la ley29
Logros personales excepcionales28
La pareja comienza o deja de trabajar          26
Se inicia o se termina el ciclo de escolarización26
Cambios importantes en las condiciones de vida      25
Cambio en los hábitos personales24
Problemas con el jefe23
Cambio en el horario o condiciones de trabajo        20
Cambio de residencia20
Cambio a una escuela nueva20
Cambio en la forma o frecuencia de las diversiones19
Cambio en la frecuencia de las actividades religiosas19
Cambio en las actividades sociales18
Pedir una hipoteca o préstamo menor17
Cambios en los hábitos del sueño16
Cambios en el número de reuniones familiares15
Cambio en los hábitos alimentarios15
Vacaciones15
Navidades12
Infracciones menores de la ley11

Cómo funciona el estrés

El estrés es, pues,  la acomodación de una persona a situaciones nuevas y la respuesta inespecífica y estereotipada ante los estímulos que trastornan su equilibrio.

Selye explica que son tres las fases por las que pasa el organismo cuando se enfrenta a una situación de estrés:

  1. Fase de reacción de alarma. Se liberan adrenalina y noradrenalina que  propician una reacción rápida e intensa del organismo: aumentan los latidos del corazón y el ritmo respiratorio, se elevan el nivel de azúcar en la sangre, se incrementan la transpiración, dilatan las pupilas, se altera el tono muscular y se hace más lenta la digestión. Se incrementa también la liberación de catecolaminas y cortisol. A esto sigue una sub-fase  en la que se movilizan sistemas defensivos. En esta sub-fase se produce una respuesta de activación nerviosa que se expresa y desarrolla fisiológicamente de  modo afín a la ansiedad.
  2. Fase  de resistencia, en el transcurso de la cual el organismo hace intervenir todos sus mecanismos adaptación y repara daños o desequilibrios causados por la reacción de alarma. En esta fase la respuesta es más lenta y sostenida. Se intensifica la liberación de cortisol. Si la situación estresante persiste, el cuerpo permanece alerta y no puede resaurarse, se pasa a la siguiente fase.
  3. Fase de agotamiento, que acaba con las reservas adaptativas del organismo y altera su homeostasis pudiendo originar, en función también de la vulnerabilidad de cada persona, diferentes alteraciones y dolencias. Estos trastornos generalmente afectan el sistema nervioso autónomo, al sistema neuroendocrino y al sistema inmunológico. La hipertensión, pérdida de memoria, fatiga, algunas jaquecas, tensión, irritabilidad, alteraciones en el sistema inmune, algunas enfermedades de la piel, depresión, ansiedad, son ejemplos de alteraciones que pueden estar relacionadas con el estrés.

 Ansiedad y estrés

Muchas veces ansiedad y estrés se usan como sinónimos. En ambos casos  se produce una reacción caracterizada por alta activación fisiológica. El estrés es un proceso más amplio de adaptación al medio. La ansiedad es una reacción emocional de alerta ante una amenaza. Digamos que dentro de los proceso de cambio que implica el estrés, la ansiedad es la reacción emocional más frecuente. La ansiedad elevada genera estrés. A su vez, el estrés una de las fuente más comunes de ansiedad.

__________

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Psicólogos  en Barcelona y Madrid.

Para saber más:

Video ilustrativo: Estrés crónico: consecuencias sobre la salud

Otros videos relacionados:

Categorías
Fobia Social

Sudoración y sonrojo excesivos

Tanto la sudoración como el sonrojo son dos reacciones fisiológicas controladas por la rama simpática de nuestro sistema nervioso autónomo, es decir, aquél que funciona sin la necesidad de que lo dirijamos. La sudoración sirve para refrigerar el cuerpo en caso de que éste eleve su temperatura por encima de lo normal. En cambio el sonrojo es una señal a nivel facial de que este calentamiento se está produciendo. Tanto la sudoración como el sonrojo son completamente normales, y se desencadenan en situaciones que activan nuestro sistema de alerta o ante aumentos ambientales de la temperatura. No obstante, hay ocasiones, en que estas manifestaciones son más acusadas o la reacción ante ellas es excesiva. Estos casos pueden representar un serio problema para quien los padece. De ello nos vamos a ocupar a continuación.

En primer lugar nos vamos a referir a la sudoración excesiva primaria (hiperhidrosis primaria). Es un problema fundamentalmente físico, relacionado con la hiperactividad patológica de las fibras simpáticas y un aumento de la respuesta de sudoración. Se trata de una forma de sudar excesiva (p. ej. los niños que la padecen mojan las hojas de sus cuadernos, en adultos cuesta usar chanclas porque se resbalan los pies, la conducción se ve dificultada, a las mujeres no les es posible usar maquillaje). Como es un signo claramente visible y que en nuestra sociedad tiene ciertas connotaciones negativas, puede llevar a la persona a limitar sus relaciones sociales y el tipo de trabajos que realiza. Si es suficientemente intensa puede llegar a provocar un trastorno de ansiedad conocido como fobia social.

Para la hiperhidrosis primaria existen tratamientos paliativos que sólo logran resultados a corto plazo. Serían:

  • Antiperspirantes
  • Medicamentos anticolinérgicos, psicotrópicos o betabloqueantes: disminuyen la sudoración, pero su ingesta durante largo tiempo está contraindicada.
  • Cremas bacterianas tópicas
  • Iontoforesis: aplicación de corriente galvánica en la región de la piel sudada. Puede provocar lesiones dérmicas, vesículas, eritemas y alteración de la sensibilidad.
  • Tratamientos psicológico: puede ayudar temporalmente o disminuir el sufrimiento psicológico cuando se ha desarrollado una fobia social o alguno de sus síntomas. Pero no elimina el problema principal.
  • Inyecciones de toxina botulínica: el tratamiento debe repetirse continuamente, dando problemas como cansancio, irritación alérgica y hematoma.

El tratamiento definitivo para la hiperhidrosis primaria es una operación quirúrgica llamada simpatectomía torácica endoscópica (E.T.S.). Consiste en colocar un clip en el nervio simpático o en cortarlo. De esta manera desaparece la sudoración y se curan totalmente todas las hiperhidrosis primarias, excepto la hiperhidrosis plantar para la que sólo hay una mejora. No obstante, esta operación puede tener (no siempre) una serie de efectos secundarios que es importante señalar:

  • Sudoración compensatoria: grandes cantidades de sudor en espalda, abdomen, pies o cualquier otra zona corporal, acompañado por una sensación de estar hirviendo. Aparece en un 50 % de los casos.
  • Peligro al hacer deportes o ejercicio excesivo: al no poder refrigerarse (sudando) el cuerpo corre el peligro de sobrecalentarse y producirse colapso cardíaco o desvanecimientos.
  • Sudoración gustativa
  • Hipotermias: ocurre cuando se dan contrastes de temperatura.
  • Pinchazos dolorosos en el corazón, en el cuello y en los costados.
  • Cansancio después de realizar actividades: tras la operación algunos pacientes notan un aumento de las horas de sueño debido a que éste se requiere para disminuir la temperatura corporal (función que antes hacía ayudado por la sudoración).
  • Delgadez: por debajo de la constitución normal.
  • Neuralgia intercostal: falta de fuerza en la zona pectoral y debilidad generalizada.
  • Hiperestesia: adormecimiento y sensación exagerada de dolor al roce, así como falta de fuerza.
  • Dolor en las “paletillas”
  • Rigidez en hombro, cuello, y lumbares.
  • Neumotórax (flujo de aire en los pulmones): debido a un daño en la superficie del pulmón durante la operación.
  • Hemorragia interna
  • Caída del párpado (síndrome de Horner): por un error el cirujano daña los nervios ganglio T1. Produce caída del párpado, constricción de la pupila y agrandamiento del glóbulo ocular.
  • Problemas en la piel: al no sudar se da escamación y sequedad de la piel, incluso puede aparecer dermatitis en el cuero cabelludo o en la cejas.

El sonrojo excesivo primario suele centrarse en el rostro y se debe a una inapropiada vasocompresión de los vasos sanguíneos faciales. Igual que la hiperhidrosis primaria produce limitaciones en las relaciones sociales o en la elección de trabajos, pudiendo derivar en una fobia social. El principal tratamiento paliativo son los fármacos psicotrópicos (p. ej. los betabloqueantes) que sólo producen efectos parciales y puntuales. También existe el mismo tratamiento quirúrgico que para la hiperhidrosis primaria, ya que en ambos está implicado el mismo sistema. Los efectos secundarios, por tanto son los mismos.

El segundo caso en que se dan estos dos síntomas es en la fobia social. En este trastorno se experimenta un aumento de la ansiedad ante situaciones sociales con personas extrañas o donde es posible ser evaluado. Se teme actuar de un modo humillante o embarazoso. Al desencadenarse el sistema de alerta (la ansiedad) se producen una serie de síntomas físicos como el temblor, las palpitaciones, la sudoración excesiva y el rubor facial (sonrojo). En este trastorno, como se puede apreciar, estos dos síntomas son sólo parte del problema Si bien es cierto que un cierto número de pacientes con fobia social, tienen como principales síntomas el rubor y la sudoración, estos no llegan a los extremos del trastorno médico. Aunque a estos pacientes les pueda parecer lo más preocupante, el verdadero problema es su preocupación. Y es que en la fobia social con predominancia de estos síntomas, los factores que tienen más importancia son la atención excesiva a las sensaciones internas (como ocurre con la hipocondría o con el pánico), las atribuciones que se hacen de éstas y el intento, inútil, de controlarlas.

Como son signos claramente visibles por los demás, la persona se observa a sí misma como si fuera un observador externo. Pero, por supuesto, tiene más información sobre sus reacciones de la que podría tener cualquier otro observador ajeno. Así no es extraño que estas personas aprecien más sudoración y sonrojo, y de más intensidad, que lo que observadores externos puedan percibir.

Además, el centrarse en sus propias reacciones hace que estén menos atentos a las situaciones sociales en que están interactuando. Esto, claramente empeora su rendimiento y tiende a mantener las atribuciones que hacen sobre su propia incapacidad y debilidad. Estás atribuciones o interpretaciones consisten en ver esos síntomas y la mala actuación frente a la gente (p. ej. no enterarse del tema de conversación, hablar muy bajo, “atrancarse”…) como un señal clara y inequívoca de falta de valía personal, de debilidad, y una comprobación de su sentimiento de inferioridad. Detrás de estas atribuciones suele haber una autoestima resentida, una gran susceptibilidad al rechazo y una dificultad para autoafirmarse.

Otro aspecto típico de la fobia social es un tipo de afrontamiento de los problemas, llamado inhibición conductual. Cosiste en no realizar ninguna conducta (pasividad) pese a estar padeciendo una gran ansiedad reflejada en los distintos síntomas físicos. Este tipo de comportamiento tiene un claro componente genético, pero también implica aspectos aprendidos a lo largo de la vida de la persona. Contrariamente, la expresión espontánea de emociones se relaciona con una menor proporción de síntomas fisiológicos. Este comportamiento, más saludable, suele formar parte de programas de entrenamiento en habilidades sociales y emocionales, que resultan bastante beneficiosos para personas que padecen fobia social.

Los tratamientos para la fobia social, y más en concreto para la fobia social donde la principal preocupación son el sonrojo y la sudoración, son farmacológicos y psicológicos.

De los tratamientos farmacológicos, los más efectivos y utilizados son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. También se usan benzodiacepinas de gran potencia y los betabloqueantes adrenérgicos que son especialmente útiles para afrontar situaciones sociales específicas (no actúan sobre el sistema nervioso central, sino sobre los síntomas periféricos) aunque su toma durante largos períodos de tiempo no es aconsejable. El alcohol (usado a menudo por las personas con fobia social para afrontar las situaciones), no mejora el rendimiento –al contrario- sino que elimina momentáneamente estos sentimientos y atribuciones, facilitando cierta desinhibición. El tratamiento farmacológico es por sí solo insuficiente, por lo que se aconseja su utilización en combinación con los tratamientos psicológicos.

Respecto a los tratamientos psicológicos, aquellos que han demostrado su eficacia para la fobia social, y, en especial, para la fobia social cuyo principal temor es la sudoración excesiva y el sonrojo son:

  • la terapia racional emotiva: que trabaja con los pensamientos y las atribuciones mediante el diálogo socrático y la realización de experimentos conductuales para rebatir las creencias erróneas. Los síntomas físicos se acrecientan en gran medida por la forma en que los interpretamos, por lo que al actuar eficazmente sobre los pensamientos, suelen disminuir
  • Exposición a las situaciones temidas: enfocando la atención en la situación y en los individuos implicados, para que así haya una mejora en la actuación, un aumento de la autoestima y una comprobación de las características reales de estas situaciones y de las personas implicadas. Es menos efectiva si en el momento de exponerse a estas situaciones no aparecen los síntomas temidos, por eso se suele usar acompañada de técnicas cognitivas
  • Intención paradójica: sirve para romper la angustiante relación que se mantiene con los síntomas fisiológicos y las correspondientes atribuciones de amenaza y angustia.

En conclusión la sudoración y el sonrojo son dos reacciones normales de nuestro sistema de alerta. Sin embargo a veces las interpretamos de manera amenazante, generando más angustia, dándose entonces la fobia social. Otras ocasiones la sudoración y el sonrojo son objetivamente excesivos, ocasionando problemas prácticos y sociales. Entonces se trata de un trastorno primario que de manera secundaria puede derivar en una fobia social. En el primer caso el principal problema es la interpretación de unos síntomas normales (aunque puede que sean elevados, están dentro de los márgenes normales) y la ansiedad y problemas que producen, en el segundo el foco principal es el síntoma físico. Aunque aquí hemos hecho una clara distinción, en ciertos casos la diferencia no es tan visible. Aquí sería aconsejable realizar pruebas médicas y luego consultar a un psicólogo, para así tener diferentes puntos de vista. En todo caso, si los síntomas son excesivamente molestos para la persona y no mejoran por los tratamientos psicológicos, toca a la propia persona decidir si se somete a otros tipos de tratamientos con los pros y contras que enunciábamos más arriba.

__________
Fuente: Miguel Luna. Clínica de la Ansiedad, 2002.

Para saber más

Asociación Española del Sudor Excesivo e Hiperidrosis (AESEH), (2016) Página web con diversas informaciones, experiencias, links de interés, foro y chat.

Cervera,S.; Roca,M.; Bobes,J. (1998). Fobia Social. Barcelona. Editorial Masson.

Echeburúa, E. (1995). Evaluación y tratamiento de la fobia social. Barcelona: Martínez Roca.

Mersch, P.P.; Hildebrand, M; Levy, E.H.; Wesswl, I. (1992). Somatic symptoms in social phobia: a treatment based on rational emotive therapy and paradoxical interventions Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 23: 199-211.

Scholing, A.; Emmelkamp, P.M.G. (1993). Cognitive-behavioural treatment of fear of blushing, trembling or sweating. Behavior Research and Therapy, 23: 155-170.

Wells, A.; Papageorgion, C. (1998). Social Phobia: effects of external attention on anxiety, negative beliefs and perspective taking Behavior Therapy, vol. 29 nº3: 357-370.

Categorías
Fobias Específicas

Programas de realidad virtual aplicados al tratamiento del miedo

La realidad virtual permite recrear o reproducir escenarios del mundo real mediante programas y equipos especializados. Es un recurso técnico y terapéutico de gran ayuda en la superación de diversos miedos: agorafobia, fobia a volar, claustrofobia, etc. Permite al paciente exponerse a las situaciones temidas, y actuar sobre ellas, en un ambiente seguro, donde puede explorar libremente, sentir, vivir y revivir, sentimientos y pensamientos, en la consulta, y sin sentirse observado por los demás.

El usuario dispone de diferentes escenarios, tales como recorrer un aeropuerto, viajar en avión, en autobús o en metro, pasear y comprar por unos grandes almacenes, pasar por un túnel, subir a un ascensor, etc. En cada uno de estos escenarios, el paciente tiene la oportunidad de interaccionar con el ambiente, donde podrá escuchar conversaciones, pedir la parada, subir o bajar del medio de transporte, coger un libro, hacer cola ante un mostrador y hasta enfrentarse a situaciones conflictivas con una cajera.

Siguiendo un procedimiento de exposición progresiva, graduando las situaciones para ir avanzando desde las ejecuciones más fáciles hasta las más difíciles, poco a poco, a partir del conocimiento y dominio que dan las interacciones de la realidad virtual, el paciente podrá enfrentarse al miedo en el mundo real.

La realidad virtual consigue un elevado sentido de presencia, es decir, la sensación de estar dentro de cada escenario. Esta sensación se da en función de diferentes factores. Un primer factor se refiere a los indicios perceptivos, que dependen, en parte, de lo rico y detallista que sea el ambiente, pero también de que se intente vivir e interpretar la experiencia como si fuera verídica. Un segundo factor es la inmersión, por ejemplo, en el cine nos metemos en la película gracias a una pantalla grande, las luces apagadas, el sonido envolvente, etc. En la Realidad Virtual, la inmersión se suele obtener mediante unos cascos y un equipo de proyección. El último factor, hace referencia a la interacción, que, tal y como hemos comentado anteriormente, hace del usuario un participante activo, con opciones de interaccionar con elementos del escenario: coger y dejar objetos, moverse por distintas situaciones, añadir gente, accionar aparatos, abrir y cerrar puertas…

Todos los estudios realizados hasta el momento indican que la técnica de realidad virtual logra cambios clínica y estadísticamente significativos en diversas fobias.

__________
Fuente: Estela Massagué. Clínica de la Ansiedad.

VideoRTVE-1. Comando Actualidad. Programa emitido el 22-10-2014. «Mala vida» (Problemas de salud mental incapacitantes). A partir del minuto 55:55 reportaje realizado en la Clínica de la Ansiedad, sobre tecnologías aplicadas para la superación de diversas fobias.

Video ilustrativo: Muestra Realidad Virtual aplicada al miedo a volar (Con realidad virtual se vería en tres dimensiones, no en dos como aquí)

Categorías
Crisis de pánico y agorafobia

Agorafobia: Origen y mantenimiento

Adquisición del miedo a las situaciones agorafóbicas

Existen varios factores que interactúan entre sí o suman sus influencias, aunque resulta difícil establecer qué es una causa, qué es una consecuencia o cuando existe una relación entre variables.

Entre los factores estudiados que pueden contribuir al surgimiento y/o mantenimiento de la agorafobia están las experiencias traumáticas directas fuera de casa como ataques de pánico, desmayos, asfixia;  las características de personalidad ; la atribución errónea de sensaciones. También se ha estudiado la vulnerabilidad genética como factor de relevancia.

Eventos estresantes

La gran mayoría de personas con agorafobia informan haber pasado por un periodo de estrés o acontecimientos vitales importantes en la época en que comenzó la agorafobia: conflictos interpersonales con el marido o algún familiar, divorcio/separación, nacimiento/aborto, muerte o enfermedad de una persona significativa, reacción al consumo de drogas, enfermedades/operaciones importantes, estrés laboral o escolar, problemas económicos, entre otros.

El estrés puede dar lugar a fobias sólo en personas particularmente vulnerables. Esta vulnerabilidad sería el resultado de una interacción entre variables biológicas, ambientales y psicológicas.

Características personales y experiencias durante la infancia

Es posible encontrar una serie de características en las personas que sufren agorafobia que pueden contribuir a su desarrollo, algunas de ellas son la susceptibilidad a la ansiedad, poca asertividad, poca confianza en sí mismos, elevada ansiedad y retraimiento social, miedo a la evaluación negativa, alta búsqueda de aprobación, estrategias ineficaces para afrontar el estrés, tendencia a la evitación de los problemas interpersonales, rasgo de ansiedad elevado, neuroticismo elevado, alta sensibilidad al daño, introversión alta o la inhibición conductual ante lo desconocido.

Algunas experiencias durante la infancia podrían estar relacionadas con la agorafobia: una madre y/o un padre sobreprotector o falto de cariño puede interferir con el desarrollo de la independencia en el niño y del sentimiento de competencia. Es posible que la ansiedad por separación en la infancia vaya relacionado con el desarrollo de un trastorno de pánico en la vida adulta, y que el abuso sexual y el maltrato físico en edades tempranas de la vida sean factores de riesgo para desarrollar diversos trastornos psicopatológicos.

Activación fisiológica, sensaciones corporales

Además de los factores comentados anteriormente (situaciones temidas, eventos estresantes, ansiedad elevada e hiperventilación) existen otros factores que pueden producir o facilitar la aparición de sensaciones corporales, como:

  1. problemas médicos endocrinos, cardiovasculares, respiratorios o neurológicos;
  2. factores biológicos como los cambios hormonales, la predisposición a tener sensaciones corporales;
  3. pensamientos e imágenes negativos acerca de padecer un ataque de pánico, con la muerte o sufrir un desmayo;
  4.  otros factores como el uso excesivo de cafeína, nicotina, alcohol u otras drogas o fármacos, la excitación, la ira, la fatiga, la falta de sueño, el ejercicio, los cambios posturales rápidos, el calor, son algunos factores que pueden facilitar o provocar la activación fisiológicas y reacciones corporales;
  5. hiperventilción.

La hipervigilancia o atención centrada en los elementos amenazantes de las situaciones temidas y hacia determinadas sensaciones corporales asociadas a la ansiedad, puede facilitar la ocurrencia de episodios de ansiedad/pánico por percibir subjetivamente sensaciones de manera magnificada y aumentar la activación fisiológica.

Interpretación de las sensaciones como señal de peligro y ansiedad/pánico

Los sujetos pueden creer que las sensaciones corporales presagian o van a dar lugar consecuencias peligrosas o catastróficas (ataque cardíaco, desmayo, muerte, incapacidad, perdida de control…) o que son señales de que estas consecuencias ya están ocurriendo.

La percepción juega un papel muy importante en este tipo de trastornos. La percepción que se tiene sobre los cambios fisiológicos, sea ajustada a la realidad o no, suele caracterizarse por ser más precisa en los sujetos con ataques de pánico y agorafobia. Estos sujetos son capaces de detectar cambios fisiológicos muy sutiles normalmente sin ser conscientes de ello.

La sensación de peligro provocadas por la activación fisiológica produce un incremento adicional de dicha activación mediante la hiperventilación o de otros mecanismos creando así un círculo vicioso que puede desencadenar un episodio de ansiedad o un ataque de pánico.

Puede llegar a establecerse una asociación directa entre ciertas sensaciones corporales y la ansiedad/pánico (condicionamiento interoceptivo).

Escape y evitación de las situaciones temidas

La anticipación u ocurrencia de un ataque de ansiedad/pánico, las pensamientos catastróficos y el deseo de evitar el bochorno social, hacen más probable que el sujeto escape de la situación. Existen dos maneras de escape: irse de la situación temida o permanecer en ella efectuando el escape desviando la atención hacia otros estímulos.

Los agorafóbicos utilizan una gran variedad de estrategias, aparte del escape y la distracción, para afrontar los ataques de pánico: medicarse, beber alcohol, aguantar, relajación, pensar que el ataque pasará pronto, tumbarse, respiración, imágenes placenteras, fumar…

La conducta de escape se ve reforzada por la reducción de ansiedad, por la sensación de seguridad o hasta por la atención y apoyo de otros.

La ansiedad anticipatoria aparece ante la posibilidad de entrar en una situación temida y/o de experimentar alguna consecuencia temida, la cual cosa facilita la hipervigilancia a determinadas sensaciones corporales, lo que, a la vez, puede permitir detectar ciertas sensaciones, incrementar la activación fisiológica y producir miedo o ansiedad.

Hay personas que desarrollan un trastorno del pánico pero sin agorafobia, es decir, no presentan evitación agorafóbica y mantienen una actitud de afrontamiento frente a las dificultades. Estas personas tienen un mayor sentido de control personal, una mayor tolerancia de la ansiedad y obtienen menos beneficios de la conducta de evitación (apoyo social, reducción de la ansiedad…).

La conducta de evitación suele tener unas consecuencias negativas como: la reducción de contactos sociales, depresión, baja autoestima, interferencia con actividades de ocio, disfunción sexual o problemas laborables, maritales y familiares.

__________
Fuente: E. Massagué. Clínica de la Ansiedad. Madrid y Barcelona. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Referencias para saber más

-Bados, A. (1995a). Agorafobia: Naturaleza, etiología y evaluación. Barcelona: Paidós

-Bados, A. (2000). Agorafobia y ataques de pánico. Madrid: Pirámide.

-Botella, C. y Ballester, R. (1997). Trastorno de pánico: Evaluación y tratamiento. Barcelona: Martínez Roca

-Echeburúa, E. y de Corral, P. (1992). La agorafobia. Nuevas perspectivas de evaluación y tratamiento. Valencia: Promolibro.

-Marks,I.M.(1991a).Miedos, fobias y rituales: (1) Los mecanismos de la ansiedad.B arcelona: Martínez Roca

-Roca, E; Roca, B.(1999). Cómo tratar con éxito el pánico (con o sin agorafobia). Valencia. ACDE

Video Ilustrativo:

Categorías
Introducción

Ansiedad: el papel de nuestras circunstancias y nuestros recursos

Introducción

Las situaciones traumáticas o acontecimientos vitales accidentes, lesiones, incendios, inundaciones, separaciones, muertes, etc.- pueden precipitar la aparición de un trastorno de ansiedad. Por ejemplo, muchas fobias específicas se suelen iniciar tras la vivencia de un suceso traumático relacionado con el objeto fóbico: miedo a los ascensores tras quedarse encerrado en uno de ellos, miedo a ir en coche o a conducir tras sufrir un accidente al volante, etc. En estos casos, se considera que la persona asocia un estímulo -por ejemplo, un ascensor, un coche- a una respuesta emocional negativa miedo, tristeza, asco-. Esta persona ha aprendido que la aparición de ese objeto -por ejemplo, del ascensor- puede ir seguida de un estado emocional de miedo o ansiedad. El temor a que la situación pueda repetirse se ha adquirido mediante un mecanismo de aprendizaje que hemos llamado condicionamiento clásico. Este temor se mantiene porque la persona evita enfrentarse a la situación -condicionamiento instrumental-.

En muchas ocasiones, no obstante,  los problemas de ansiedad no tienen un desencadenante tan específico. Es bastante habitual, por ejemplo, que el inicio de algunos ataques de pánico vaya precedido de una época de estrés, problemas laborales o familiares, consumo excesivo de sustancias, cansancio, mala alimentación o falta de sueño. Estos factores pueden propiciar el desencadenamiento de un ataque de pánico en ausencia de un factor precipitante específico que explique su aparición.

Por tanto, no sólo los acontecimientos vitales y las situaciones traumáticas pueden preceder a la aparición de un trastorno de ansiedad, también los estresores que forman parte de nuestra vida cotidiana -peleas, problemas de trabajo, de pareja, estar en paro, etc.- pueden desencadenar estos problemas. Los estudios sobre la relación entre acontecimientos estresantes y problemas psicológicos indican que el mayor o menor impacto del estresor en la persona no depende fundamentalmente del tipo de estresor -acontecimiento vital o cotidiano-, ni de su cantidad o duración -agudo, crónico-. Lo que realmente determina el grado en que un acontecimiento o cinscunstancia puede afectar o no a nuestra salud mental es la valoración subjetiva que realiza el sujeto de dicha situación. Si un estresor es percibido por la persona como amenazante el impacto será mayor que si no lo percibe de este modo.

Se han estudiado los parámetros o características de los estresores que determinan la valoración subjetiva que realiza el sujeto. Algunos de estos parámetros son:

  • la novedad del estresor -lo nuevo se percibe como más amenazante que lo conocido-,
  • su predictibilidad -elacionado con el parámetro anterior, se considera que si un acontecimiento o circunstancia es previsible desencadena una reacción menos intensa-
  • el grado en que podemos controlar su aparición y/o duración -a mayor sensación de controlabilidad menor impacto-.

Por otro lado, no sólo las características de los estresores determinan el mayor o menor impacto del mismo en nuestra salud mental. Un acontecimiento es percibido por la persona como más o menos amenazante en función de los recursos de que dispone para hacerle frente. Si una persona percibe un estresor como amenazante, pero cuenta con recursos para enfrentarse a él de forma eficaz, el grado de amenaza percibida será menor que si se ve incapaz de plantarle cara.

 ¿De qué recursos disponemos para hacer frente a los acontecimientos vitales y a los problemas de nuestra vida cotidiana? Citaremos los principales: el nivel de competencia percibida, los estilos de afrontamiento y el apoyo social.

La competencia percibida

El nivel de competencia percibida hace referencia a la confianza que tiene la persona en su capacidad para afrontar de forma exitosa esa situación. No basta con tener recursos para afrontar el problema, es importante creer que podemos superarlo. Este sentimiento de competencia está determinado, al menos en parte, por nuestra experiencia previa -otras situaciones en que la persona se haya enfrentado con éxito o fracaso a una situación estresante- y por nuestro nivel de autoestima -valoración personal y subjetiva que cada persona hace de uno mismo-.

Estilos de afrontamiento

Se ha definido el afrontamiento como los esfuerzos, tanto de acción como intrapsíquicos, orientados a dominar, reducir, tolerar y minimizar las demandas internas o ambientales y conflictos cuya tarea excede los recursos de la persona (Cohen y Lazarus, 1979). El modo en que afrontamos las situaciones estresantes o los problemas varía de una persona a otra y es diferente en función de la situación. Sin embargo, se pueden agrupar básicamente en tres categorías:

  • Análisis y evaluación del problema: se realiza un análisis de la situación y se sopesan los pros y contras de cada una de las alternativas de solución del problema.
  • Evitación de la fuente de estrés o huida: se evita la situación o el estresor.
  • Control de la emoción: Las estrategias de afrontamiento van encaminadas a disminuir la emoción provocada por el estresor -relajación, mantener la calma, distraer la atención-.

Otros autores consideran que el afrontamiento de los problemas puede ser

  • activo -el sujeto participa activamente en la búsqueda de soluciones del problema o aplica estrategias para reducir o eliminar el estresor-.
  • pasivo -el sujeto evita la situación, considera que el afrontamiento del problema depende del azar, de la participación de terceras personas-.

El estilo de afrontamiento más adecuado será aquél que combine la evaluación del problema con la búsqueda activa de estrategias para afrontarlo y controlar las emociones que la situación haya desencadenado.

Apoyo social

La carencia de apoyo social se ha considerado uno de los factores desencadenantes más potentes de problemas de salud, psicológicos y sociales. La presencia de apoyo social puede aumentar nuestra autoestima y sentimiento de competencia y la percepción de control de la situación.

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Vídeo ilustrativo: Estrés (UNED-RTVE2)

Categorías
Prevención de la Ansiedad

Ansiedad y ejercicio físico

Desde diversas instituciones relacionadas con el ejercicio físico y la salud se insiste en los beneficios que éste tiene para nuestro organismo y en la necesidad de que actividades de este tipo formen parte de nuestros hábitos cotidianos. El ejercicio físico mejora el funcionamiento de diferentes sistemas corporales: el sistema cardiovascular, locomotor, metabólico, endocrino y nervioso. Así, por ejemplo, se han descrito sus beneficios en enfermedades como la hipertensión, el asma, la osteoporosis, la diabetes mellitus tipo II y los problemas renales. Previene la enfermedad coronaria, la obesidad, las lesiones lumbares y hernias de disco y ayuda a reducir la probabilidad de padecer algunos cánceres . Por otro lado, está implicado en la regulación de diferentes funciones corporales (sueño, apetito, sexualidad).

Los efectos del ejercicio físico a nivel psicológico han sido menos estudiados. Sin embargo, se sabe que la práctica regular de ejercicio físico contribuye a mejorar nuestro estado de ánimo y a aumentar la sensación de bienestar. En los últimos años han aparecido estudios que relacionan el ejercicio físico con la ansiedad y la depresión, sugiriendo que podría ser un procedimiento natural adecuado para contribuir a la prevención y tratamiento de estos problemas. En este capítulo se abordará principalmente la relación entre la práctica de ejercicio físico y la ansiedad y cuáles son los mecanismos que intentan explicar esta asociación.

Ejercicio físico y efectos en la salud mental

La práctica de ejercicio físico tiene un efecto beneficioso sobre la ansiedad y mejora el estado de ánimo. Estos efectos se han observado en diferentes edades (niños, jóvenes, adultos y ancianos) y en ambos sexos. Los beneficios se aprecian tras una sesión puntual de ejercicio y también con la práctica regular de actividad física.

Los estudios que examinan la relación entre ejercicio físico y depresión concluyen que la práctica regular de actividad física tiene efectos antidepresivos en pacientes con niveles entre leves y moderados de depresión. Sin embargo, se desconoce la relación entre ejercicio físico y depresión severa, en la que se cree que éste puede tener una eficacia limitada como parte del tratamiento.

La mayoría de estudios aparecidos sobre la relación entre ejercicio físico y ansiedad concluyen que la práctica puntual de ejercicio puede reducir el nivel de ansiedad estado (reacción de ansiedad experimentada una situación concreta y limitada).

Asimismo, algunos trabajos indican que la práctica regular de ejercicio podría reducir los niveles de ansiedad rasgo, es decir, la ansiedad general vinculada a factores biológicos y de personalidad propia de personas predispuestas a ser más ansiosas, impresionables, con tendencia a sobre-valorar los riesgos y mantener un elevado nivel de alerta.

Quizás el trastorno más estudiado al respecto es el trastorno de pánico. Muchas personas que padecen este trastorno tienen miedo de los síntomas físicos que acompañan a un ataque de pánico: taquicardia, hiperventilación, sudoración, etc. y se muestran hipervigilantes: están muy atentos a cualquier pequeña variación en su ritmo cardíaco, sudoración, respiración… Las personas que padecen ataques de pánico tienden a interpretar de forma errónea y catastrófica las sensaciones relacionadas con la ansiedad, considerando que esas sensaciones pueden ser perjudiciales a nivel físico. La práctica de actividad física supone la activación de todo el organismo y, con ello, la activación del sistema circulatorio, respiratorio, etc. Algunas personas con este trastorno, evitan realizar conductas que requieran esfuerzo físico (mantener relaciones sexuales, subir a atracciones de feria muy movidas, bailar o hacer deporte, por ejemplo) porque temen que tras un esfuerzo elevado puedan volver a tener un ataque. Nada más lejos de la verdad. En un metaanálisis realizado a partir de 15 trabajos publicados desde 1987, de 420 pacientes con ataques de pánico sólo 5 presentaron un episodio de pánico durante la realización de ejercicio físico (O’Connor, Smith y Morgan, 2000), y muy probablemente fue debido a que asimilaron los síntomas del ejercicio físico a los de la ansiedad, asustándose de ellos y alarmándose sobre manera. Éste y otros trabajos indican que los pacientes con trastorno de pánico pueden practicar ejercicio físico intenso con un bajo riesgo de experimentar un ataque de pánico. De hecho, diversos estudios recomiendan el uso terapéutico de la actividad física de forma complementaria a los tratamientos habituales o en aquellos pacientes que se muestran resistentes a los mismos (Salmon, 2001). En estos casos, no obstante es conveniente seguir las pautas programadas por un especialista.

Mecanismos psicológicos y biológicos asociados al ejercicio físico

Los mecanismos que podrían estar implicados en la relación entre ejercicio y ansiedad son principalmente biológicos y psicológicos. En la actualidad, no se conocen con total precisión los mecanismos que explicarían esta relación. Probablemente, el ejercicio físico actuaría reduciendo los niveles de ansiedad a través de varios (y no sólo uno) de estos mecanismos.

Mecanismos psicológicos

El ejercicio físico regular mejora el estado de ánimo. Diversos estudios han demostrado que facilita el manejo de emociones negativas como la ira y la rabia. Por otro lado, ayuda a mejorar la calidad del sueño.

Las personas que realizan ejercicio físico consiguen evadirse de sus preocupaciones o problemas durante la actividad. Mejora la sensación de fortaleza, de seguridad y de control sobre si mismo y sobre el medio. En este sentido, el ejercicio físico ayuda a mejorar nuestra sensación de autoeficacia.

La práctica de ejercicio físico puede mejorar la autoestima. Los cambios en el cuerpo pueden mejorar nuestra imagen corporal y hacer que nos sintamos mejor con nuestro físico. Por otro lado, también puede aumentar el sentimiento de mayor dominio en habilidades y capacidad física.

Finalmente, la práctica de ejercicio físico puede ser una buena oportunidad de conocer y establecer relaciones con otras personas. Tener relaciones sociales puede ayudar en nuestro proceso de cambio, sirviéndonos de apoyo social, de distracción de nuestros problemas, de refuerzo, etc.

Mecanismos biológicos

El ejercicio físico mejora la regulación del sistema cardiovascular y respiratorio incidiendo sobre el sistema nervioso autónomo (SNA). Esta mejora podría incrementar la habilidad de nuestro organismo para modular nuestra reacción ante las demandas del medio. En un estudio realizado por Mussgay, Schmidt, Morad y Rüddel (2003) se apreció una disminución importante de la presión sanguínea y frecuencia cardíaca, en situación de estrés, mediante la práctica regular de ejercicio aeróbico. Los autores concluyen que la práctica de ejercicio podría mejorar el funcionamiento del SNA.

El ejercicio físico estimula el sistema inmunológico, ya que facilita la eliminación de sustancias nocivas del organismo, y propicia la regeneración del mismo. También favorece el incremento del número de linfocitos (glóbulos blancos) disminuyendo el riesgo de aparición de enfermedades.

La práctica de ejercicio físico produce a largo plazo un incremento de los niveles de noradrenalina, implicada en la respuesta del organismo al estrés, y de serotonina. El aumento de los niveles de serotonina a nivel cerebral puede contribuir a mejorar nuestro estado de ánimo y a reducir la ansiedad. Como se ha comentado en otros capítulos, los fármacos que inhiben la recaptación de este neurotransmisor (actúan aumentando su disponibilidad en el espacio sináptico a través del que se comunican las neuronas) reducen la sintomatología ansiosa y depresiva y son eficaces en prácticamente todos los trastornos de ansiedad. El ejercicio físico estimularía de forma natural la disponibilidad de este neurotransmisor. Asimismo, también está implicado en la reducción del niveles de cortisol, hormona que participa en la respuesta del organismo al estrés.

El ejercicio físico estimula la glándula pituitaria, para la producción de endorfinas. Las endorfinas son hormonas vinculadas a funciones de neurotransmisión, implicadas en la regulación del dolor y la sensación de bienestar. La estimulación natural de este sistema mediante el ejercicio físico puede provocar analgesia (menor sensación de dolor) y mejorar el estado de ánimo por sus efectos euforizantes y relajantes. Por este motivo, se aconseja, también, practicar ejercicio físico a las personas que padezcan enfermedades que cursen con dolor: artritis, fibromialgia, etc.

¿Cuánto ejercicio físico es necesario?

Como norma general, se puede concluir que cualquier tipo de actividad física, por pequeña y corta que sea, resulta beneficiosa para nuestra salud. Existen muchos trabajos que han examinado cuánto ejercicio físico es necesario para observar cambios importantes en los niveles de ansiedad. Si bien los datos no son concluyentes, se recomienda:

  • Que las personas practiquen actividad física vigorosa de forma regular.
  • Que realicen más de una actividad, practicando tanto ejercicios de tipo aeróbico (nadar, correr, ir en bici) como anaeróbico (pesas, flexiones, estiramientos…).
  • Es importante remarcar, a este respecto, que los estudios revisados consideran que el ejercicio físico de tipo aeróbico resulta más beneficioso en la reducción de la ansiedad que el anaeróbico.

Las actividades físicas elegidas deben ser agradables y placenteras, es el modo de conseguir que se practiquen de forma habitual.

Practicar ejercicio de intensidad entre moderada y elevada tres veces a la semana durante 30-40 minutos puede reducir el nivel de ansiedad. 30-40 minutos de ejercicio moderado puede suponer, por ejemplo, ir caminando de forma rápida hasta el lugar de trabajo, o bajarse unas parada antes del autobús y realizar a pie el último tramo de nuestro recorrido. Esta actividad, que podría convertirse en una práctica habitual y saludable para nuestro organismo, se puede complementar con un partido de baloncesto semanal con los amigos, o con una visita al gimnasio un par de veces a la semana, o con una tabla de ejercicios en casa mientras escuchamos nuestra música favorita. La idea principal que se pretende transmitir con estos ejemplos es que el ejercicio físico debe formar parte de nuestra vida cotidiana, y para ello nada mejor que intentar adaptarlo a nuestras necesidades y costumbres. Sólo de este modo conseguiremos practicarlo de forma regular.

Una última recomendación

Es importante que las personas que padezcan algún problema físico consulten con su médico acerca del ejercicio más adecuado.

__________

Fuente: Noemí Guillamón (2008). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos en Barcelona y Madrid. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Categorías
Tratamiento de la Ansiedad

Apuntes para el abordaje del afrontamiento contraproducente de la ansiedad

«¿Cómo se crean los problemas y cómo son mantenidos mediante tentativas erróneas por resolver una dificultad?. Una cuidadosa exploración de estas tentativas no solo muestra qué clase de cambio no ha de ser intentado sino que revela también qué es lo que mantiene la situación que ha de ser cambiada y dónde, por tanto, ha de ser aplicado el cambio». Watzlawick en «Cambio».

Entendemos por afrontamiento contraproducente aquel  que, dirigido a la búsqueda de unos determinados objetivos, con unos determinados medios y procedimiento, no sólo no los alcanza, sino que sus efectos son opuestos a la intención de quien los ejecuta. De esta manera, no contribuyen a la pretendida solución o mejora del problema sino que lo complican y sostienen.

Al hablar de afrontamiento contraproducente en trastornos por ansiedad nos referirnos a estrategias relativamente comunes realizadas repetidamente por el paciente para controlar las consecuencias indeseables del trastorno, pero que, sin embargo contribuyen a mantenerlo y perpetuarlo.

El afrontamiento  contraproducente  no viene básicamente definido por sus resultados (lo que podría llevarnos a una definición tautológica al tomar el resultado como elemento crítico definitorio de AC, es decir, a entender el afrontamiento en términos de resultado), viene también definido por los procesos que lo integran -llamados colaterales, aunque a veces son simplemente centrales- y por una perversión del modo de control al que responden las operaciones.

En consecuencia, como es lógico, la desarticulación o neutralización del aforntamiento contraproducente (AC) se centra sobre modos, operaciones, y procesos. No obstante, dado el componente sistémico del conjunto de relaciones y elementos a los que venimos refiriéndonos, también puede incidirse sobre los resultados, de manera que repercuta en una alteración de modos, operaciones y procesos -por ejemplo, el alivio sintomatológico, en tanto en cuanto disminuye la conciencia de enfermedad, favorece y posibilita la reducción de la prevención abusiva-.

A primera vista, desde una posición ingenua, podría parecer que una vez identificado el tipo de afrontamiento contraproducente, bastaría con desaconsejarlo para que dejasen de emitirse. Igual ingenuidad supone considerar que la prescripción de «lo que hay que hacer» -afrontamiento adecuado- substituye y desplaza automáticamente a «lo que no hay que hacer» -afrontamiento inadecuado-, y por tanto ni siquiera habría que ocuparse de si existe y en qué consiste, puesto que quedaría anulado en cualquier caso. No necesariamente es así, puede ser incluso a la inversa.

Los recursos terapéuticos para el abordaje del Afrontamiento Contraproducente no son especiales, ni técnica o teóricamente distintos de los utilizados para modificación de la acción -conducta, pensamiento, emoción- o su desarrollo, y la resolución de problemas. En cuanto a su diseño, no forman parte separada o previa del tratamiento, sino que son constitutivas del mismo dentro de la estrategia general previamente concebida y secuenciada.

No obstante,  queremos destacar algunos  procedimientos singularmente útiles en el abordaje del afrontamiento contraproducente.

 Psicoeducación

Básicamente consiste en la información   al   paciente,  detallada, rigurosa y didáctica del fenómeno de la ansiedad en general, y en particular sobre el alcance, naturaleza y sentido de los síntomas; normalidad, anormalidad.

Es común que los pacientes ansiosos hayan pasado antes por la consulta del médico de cabecera, u otros, que por la del psicólogo. A lo sumo, le han explicado lo que no tiene, pero no lo que tiene. El hecho de que en la visita de urgencias o en una regular le hayan descartado cualquier etiología orgánica, tranquiliza al enfermo dos o tres días, es decir, la autoridad del médico y el interés que haya puesto en estudiarle, permiten al paciente romper los procesos de sospecha y generación de indicios, y la interpretación catastrófica de los síntomas, durante tres o cuatro días, pero después la reaparición de las molestias pone de manifiesto una incongruencia entre «no tener nada» como dice el médico y sentirse mal, como nota el paciente. La disonancia cognoscitiva que se produce, reabre de nuevo el camino de la sospecha y el abuso de la prevención. mediante operaciones que llevan aparejadas.

Una información sencilla, comprensible y veraz, que permita entender «lo psicosomático«, es decir la relación entre la ansiedad como fenómeno psicológico y sus manifestaciones físicas, ayuda a resolver falsas incongruencias, contradicciones que tienden a resolverse por mal camino.

La mejor comprensión del problema, mediante análisis funcionales compartidos con el paciente, permite a éste cambiar las reglas de relación a través de las cuales entendía o actuaba sobre su problema,  propicia su modificación.

Por otro lado, la información acota y «desautoriza» el cálculo de riesgos basado sobre el desconocimiento de lo que se padece o sobre supuestos o prejuicios infundados. Restringe, además,  la posibilidad de generar duda e incertidumbre como mecanismos defensivos o inhibitorios.

Es evidente que, aunque no se den afrontamientos contraproducentes, el clínico tiene la obligación de informar y el paciente el derecho de ser informado, siendo además imprescindible para establecer adecuadamente el vínculo terapéutico.

Contención

Los   recursos   de   contención   se refieren a los personales, técnicos o situacionales, que el terapeuta puede disponer al hacerse «depositario«, copartícipe o corresponsable de lo que al paciente, desbordado o excedido -por eso consulta-, le pasa en relación con el objeto de consulta.

La contención puede componerse de muchos elementos, pero a los efectos de este trabajo, vamos a referirnos a:

  • El acogimiento -ser  entendido-.  Se refiere  al  modo  como  se  establece  la  relación  interpersonal  que  soporta  la  profesional:  respeto,  interés,  capacidad  de  escucha,  amabilidad,  implicación,  receptividad.
  • La co-responsabilización -ser atendido-.  Se refiere  a  los  aspectos  relacionados  con  «hacerse  cargo  del  caso»  por  parte  del  especialista,  lo  que  implica  un  modo  de  ser  partícipe  del   asunto  por  el  que  el  paciente  pide  asistencia y respecto del cual el especialista se ha convertido provisionaelmente en un recurso.

Estos dos aspectos,  producen una contención de la ansiedad del paciente sobre la base de tener no sólo un depositario competente, sino también un apoyo, un cooperante  en la resolución del problema.

La contención, tiene un valor estimable por lo que se refiere a la obtención de los primeros resultados terapéuticos, la creación del vínculo terapéutico, el seguimiento de prescripciones -corresponsabilidad por parte del paciente-, exigencia y asunción de mayores riesgos, y  mejor tolerancia del incremento de la ansiedad que inicialmente pueda suponer asumir dichos riesgos.

Evidenciar la relación entre el pensamiento y la activación psico-biológica     

La explicación   y   demostración   práctica    de  las   relaciones   entre pensamiento   y  activación   psico-biológica  es necesaria para la regulación de los efectos perversos de algunos usos de la anticipación. El paciente ha de recibir una explicación sencilla y clara, ilustrada con ejemplos corrientes, complementada con unos ejercicios prácticos. Conviene utilizar algunos aparatos -galvanómetro, electromiografo, taquistógrafo, etc.- que puedan objetivar la respuesta ansiosa frente a diversas situaciones planteadas por el especialista, o imaginadas por el paciente. Puede utilizarse la listas de pabaras, por ejemplo la de Clark (1988) para ver el efecto de los pensamientos o asociaciones catastróficos.

El paciente advierte cómo puede autogenerar ansiedad, y cómo puede, en parte, reducirla regulando la actividad imaginaria, sobre la base de «controlar al controlador«.

Estas prácticas pueden formar parte del reprtorio de “experimentos conductuales”  (Bennett-Levy, J.; Butler, G.; Fennell, M. Y otros,, 2005) que normalmente se utilizan en los programas de tratamiento para evidenciar o poner a prueba determinados supuestos, creencias o esquemas explicativos.

Reetructuración cognitiva

Se utilizaría fundamentalmente para combatir  supuestos   básicos   deformados   y   pensamientos automáticos   sobre los que a menudo descansan las inferencias preventivas, o la atribución de significación de los síntomas. Puede ser también, efetiva en elabordaje de los sesgos atencional, interpretativo, falsacional y finalístico. A. Beck (1979), J. Beck (2000), A. Ellis (1980) o M. McKay (1981) ofrecen, entre otros, algunas ideas sobre cómo hacerlo.

Técnicas   paradójicas

Entre las técnicas paradógicas se cuentan  la prescripción del síntoma -que se percibe como involuntario- o del comportamiento anómalo, el empeoramiento deliberado el problema, la intención padojica,  la pescripción de la tarea impidiendo su éxito, entre otras.

Son técnicas o plantamientos especialmente efectivos en la modificación de conductas que implican considerable ansiedad anticipatoria, y de los bucles paradójicos que comúnmente forman parte constitutiva de los trastornos de ansiedad, como pudo verse en el capítulo cuarto de este libro. Están especialmente indicadas en el abordaje del afrontamiento contarproducente, ya que se centran sobre las «soluciones» que son, o se convierten en, el «problema». J. Haley (1973), V. Frank(1977), P. Watzlawick (1976,), Nardone (2002, 2004) se cuentan entre los autores más significados entre los  expertos e impulsores  del uso de estas técnicas.

Identificación y replanteamiento  de   factores   de   autopronóstico   que   se autocumplen

Este apartado podría considerarse una extensión del anterior, pero por su singularidad y especificidad, se ha destacado aparte.

Dice Watzlawick (1988) que:  «Una  profecia  que  se  autocumple es una suposición o predicción que, por la sola razón de haberse hecho, convierte en realidad el suceso supuesto, esperado o profetizado y de esta manera confirma su propia exactitud. Por ejemplo, si alguien por alguna razón supone que se le desprecia se comportará precisamente por eso de un modo desconfiado, insoportable,  hipersensible,  que suscitará en los demás el propio desdén del cual el sujeto  estaba convencido y que queda así «probado». En otras palabras, un hecho todavía no producido (es decir, futuro) determina efectos en el presente, efectos  que a su vez hicieron que cobrara realidad el hecho pronosticado (pag. 82-83, en “La realidad Inventada”).

Fenómenos de esta naturaleza son muy frecuentes en los trastornos por ansiedad, no solo cuando, para prevenirnos, imaginamos una situación -por ejemplo, dar una conferencia pública donde quedamos «embarrancados» por la ansiedad, originando con ello una fuerte intensificación de la respuesta emocional, que, efectivamente, acaba por comprometer el discurso-, sino muy particularmente en todo lo relacionado con el capítulo de consecuencias de segundo orden y atribución social de significación del síntoma.

Puede consultarse a este respecto (Watzlawick (1976, 1986, 1988)

Aceptación y compromiso

La llamada terapia de Aceptación y Compromiso, no basa su intervención en la lucha contra los síntomas, fuente de muchas de las estrategias de afrontamiento contraproducente, sino en  aceptación de ciertas experiencias personales de malestar  y sufrimiento inherentes a la condición humana, y  en el desarrollo de acciones dirigidas a valores y metas significativos para la persona.

En palabras de Wilson y Juliano (2008) “son muchas las personas que emplean la evitación de lo que les produce malestar de una forma generalizad y cronificada y, consecuentemente, viven una vida muy limitada en tanto que este patrón haya terminado por extender el sufrimiento a muchas facetas de su vida, viven en él con un coste personal muy elevado en términos de lo que querrían para su vida” (pág. 73).

Los aspectos básicos de la intervención son la clarificación de valores –dar pasos en la dirección que se puede cambiar y se elige hacerlo-, la exposición- caminar en la dirección elegida implica pasar por barreras y experiencias personales temidas-, desactivación de funciones y distanciamiento-aprender a tratar los pensamientos como pensamientos, diferenciar el yo de la conducta -, y, finalmente fortalecimiento de la aceptación de cierto sufrimiento o dificultad y el compromiso con los propios valores o metas.

En el ya citado libro de Wilson y Juliano (2008) o en Hayes, Strosahl y Wilson (2003) pueden encontrarse un buen número de técnicas y metáforas de notable efectividad terapéutica para el cambio de conducta.  Mención especial merece el texto de Eifert y Forsyth (2005) que versa sobre la Terapia de Aceptación y Compromiso aplicada a los trastornos de ansiedad.

__________

Fuente: J. Carlos Baeza Villarroel (2011). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y psiquiatras. Madrid y Barcelona.

Referencias para saber más

-BECK, A. T., JOHN, A., SHAW, B. F. Y EMERY, G. (1979). Cognitive Therapy of Depression. New York, The Guilford Press. Ed. Española (1983): Terapia cognitiva de la depresión. Bilbao: Desclee de Brouwer, S. A.

-BENNETT-LEVY, J.; BUTLER, G.; FENNELL, M. ET AL. (2005). Oxford Guide to Behavioural Experiments in Cognitive Therapy. Oxford New York: Oxford University Press.

-CLARK, D. M. (1988). A cognitive model of panic attacks. En S. Rachman y J. D. Maser (Comps.) Panic: Psychological perspectives. Lawrence Erlbaum Associates.

-CLARK, D. M. (1988). A cognitive approach to panic. Behaviour Research and Psychological Review, 51, 92-303.

-ELLIS, A. (1980). Razón y emoción en psicoterapia. (Título original: Reason and emotion in psychotherapy) Bilbao: Desclee de Brouwer, S. A.

-FRANKL, V. E. (1977). Das Leiden am sinnlosen Leben. Friburgo de Brisgovia. Herder. Versión castellana (1980): Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder

-HAYES, S. C.; STROSAHL, WILSON, K. G. (2003). Aceptance and commitment therapy. New York: The Guilford Press.

-McKAY, M., DAVIS, M. Y FANNING, P. (1981). Thoughts & Feelings, The Art of Cognitive Stress Intervention. New Harbinger Publications. Traducción al castellano (1985): Técnicas cognitivas para el tratamiento del estrés. Barcelona: Martínez Roca, S. A.

-NARDONE, G. (2002). Psicosoluciones. Barcelona. Herder.

-NARDONE, g. (2004). El arte de la estratagema. RBA libros. Barcelona.

-WATZLAWICK, P., WAKLAND, J. H. Y FISCH, R. (1974). Change, Principles of Problem Formation and Problem Resolution. Nueva York: W. W. Norton, Inc. Ed. Española (1976). Cambio. Formación y solución de los problemas humanos. Barcelona: Herder, S. A.

-WATZLAWICK, P. (1988). Componentes de «realidades» ideológicas en Watzlawick (comp.). La realidad inventada. Barcelona: Ed. Gedisa, S. A.

-WILSON, K. G.  y JULIANO, M. C. ((2008). Terapia de aceptación y compromiso (ACT).Madrid: Pirámide

[:ca]

«¿Cómo se crean los problemas y cómo son mantenidos mediante tentativas erróneas por resolver una dificultad?. Una cuidadosa exploración de estas tentativas no solo muestra qué clase de cambio no ha de ser intentado sino que revela también qué es lo que mantiene la situación que ha de ser cambiada y dónde, por tanto, ha de ser aplicado el cambio». Watzlawick en «Cambio».

Entendemos por afrontamiento contraproducente aquel  que, dirigido a la búsqueda de unos determinados objetivos, con unos determinados medios y procedimiento, no sólo no los alcanza, sino que sus efectos son opuestos a la intención de quien los ejecuta. De esta manera, no contribuyen a la pretendida solución o mejora del problema sino que lo complican y sostienen.

Al hablar de afrontamiento contraproducente en trastornos por ansiedad nos referirnos a estrategias relativamente comunes realizadas repetidamente por el paciente para controlar las consecuencias indeseables del trastorno, pero que, sin embargo contribuyen a mantenerlo y perpetuarlo.

El afrontamiento  contraproducente  no viene básicamente definido por sus resultados (lo que podría llevarnos a una definición tautológica al tomar el resultado como elemento crítico definitorio de AC, es decir, a entender el afrontamiento en términos de resultado), viene también definido por los procesos que lo integran -llamados colaterales, aunque a veces son simplemente centrales- y por una perversión del modo de control al que responden las operaciones.

En consecuencia, como es lógico, la desarticulación o neutralización del aforntamiento contraproducente  se centra sobre modos, operaciones, y procesos. No obstante, dado el componente sistémico del conjunto de relaciones y elementos a los que venimos refiriéndonos, también puede incidirse sobre los resultados, de manera que repercuta en una alteración de modos, operaciones y procesos -por ejemplo, el alivio sintomatológico, en tanto en cuanto disminuye la conciencia de enfermedad, favorece y posibilita la reducción de la prevención abusiva-.

A primera vista, desde una posición ingenua, podría parecer que una vez identificado el tipo de afrontamiento contraproducente, bastaría con desaconsejarlo para que dejasen de emitirse. Igual ingenuidad supone considerar que la prescripción de «lo que hay que hacer» -afrontamiento adecuado- substituye y desplaza automáticamente a «lo que no hay que hacer» -afrontamiento inadecuado-, y por tanto ni siquiera habría que ocuparse de si existe y en qué consiste, puesto que quedaría anulado en cualquier caso. No necesariamente es así, puede ser incluso a la inversa.

Los recursos terapéuticos para el abordaje del Afrontamiento Contraproducente no son especiales, ni técnica o teóricamente distintos de los utilizados para modificación de la acción -conducta, pensamiento, emoción- o su desarrollo, y la resolución de problemas. En cuanto a su diseño, no forman parte separada o previa del tratamiento, sino que son constitutivas del mismo dentro de la estrategia general previamente concebida y secuenciada.

No obstante,  queremos destacar algunos  procedimientos singularmente útiles en el abordaje del afrontamiento contraproducente.

Psicoeducación

Básicamente consiste en la información   al   paciente,  detallada, rigurosa y didáctica del fenómeno de la ansiedad en general, y en particular sobre el alcance, naturaleza y sentido de los síntomas; normalidad, anormalidad.

Es común que los pacientes ansiosos hayan pasado antes por la consulta del médico de cabecera, u otros, que por la del psicólogo. A lo sumo, le han explicado lo que no tiene, pero no lo que tiene. El hecho de que en la visita de urgencias o en una regular le hayan descartado cualquier etiología orgánica, tranquiliza al enfermo dos o tres días, es decir, la autoridad del médico y el interés que haya puesto en estudiarle, permiten al paciente romper los procesos de sospecha y generación de indicios, y la interpretación catastrófica de los síntomas, durante tres o cuatro días, pero después la reaparición de las molestias pone de manifiesto una incongruencia entre «no tener nada» como dice el médico y sentirse mal, como nota el paciente. La disonancia cognoscitiva que se produce, reabre de nuevo el camino de la sospecha y el abuso de la prevención. mediante operaciones que llevan aparejadas.

Una información sencilla, comprensible y veraz, que permita entender «lo psicosomático«, es decir la relación entre la ansiedad como fenómeno psicológico y sus manifestaciones físicas, ayuda a resolver falsas incongruencias, contradicciones que tienden a resolverse por mal camino.

La mejor comprensión del problema, mediante análisis funcionales compartidos con el paciente, permite a éste cambiar las reglas de relación a través de las cuales entendía o actuaba sobre su problema,  propicia su modificación.

Por otro lado, la información acota y «desautoriza» el cálculo de riesgos basado sobre el desconocimiento de lo que se padece o sobre supuestos o prejuicios infundados. Restringe, además,  la posibilidad de generar duda e incertidumbre como mecanismos defensivos o inhibitorios.

Es evidente que, aunque no se den afrontamientos contraproducentes, el clínico tiene la obligación de informar y el paciente el derecho de ser informado, siendo además imprescindible para establecer adecuadamente el vínculo terapéutico.

Contención

Los   recursos   de   contención   se refieren a los personales, técnicos o situacionales, que el terapeuta puede disponer al hacerse «depositario«, copartícipe o corresponsable de lo que al paciente, desbordado o excedido -por eso consulta-, le pasa en relación con el objeto de consulta.

La contención puede componerse de muchos elementos, pero a los efectos de este trabajo, vamos a referirnos a:

  • El acogimiento -ser  entendido-.  Se refiere  al  modo  como  se  establece  la  relación  interpersonal  que  soporta  la  profesional:  respeto,  interés,  capacidad  de  escucha,  amabilidad,  implicación,  receptividad.
  • La co-responsabilización -ser atendido-.  Se refiere  a  los  aspectos  relacionados  con  «hacerse  cargo  del  caso»  por  parte  del  especialista,  lo  que  implica  un  modo  de  ser  partícipe  del   asunto  por  el  que  el  paciente  pide  asistencia y respecto del cual el especialista se ha convertido provisionaelmente en un recurso.

Estos dos aspectos,  producen una contención de la ansiedad del paciente sobre la base de tener no sólo un depositario competente, sino también un apoyo, un cooperante  en la resolución del problema.

La contención, tiene un valor estimable por lo que se refiere a la obtención de los primeros resultados terapéuticos, la creación del vínculo terapéutico, el seguimiento de prescripciones -corresponsabilidad por parte del paciente-, exigencia y asunción de mayores riesgos, y  mejor tolerancia del incremento de la ansiedad que inicialmente pueda suponer asumir dichos riesgos.

Evidenciar la relación entre el pensamiento y la activación psico-biológica     

La explicación   y   demostración   práctica    de  las   relaciones   entre pensamiento   y  activación   psico-biológica  es necesaria para la regulación de los efectos perversos de algunos usos de la anticipación. El paciente ha de recibir una explicación sencilla y clara, ilustrada con ejemplos corrientes, complementada con unos ejercicios prácticos. Conviene utilizar algunos aparatos -galvanómetro, electromiografo, taquistógrafo, etc.- que puedan objetivar la respuesta ansiosa frente a diversas situaciones planteadas por el especialista, o imaginadas por el paciente. Puede utilizarse la listas de pabaras, por ejemplo la de Clark (1988) para ver el efecto de los pensamientos o asociaciones catastróficos.

El paciente advierte cómo puede autogenerar ansiedad, y cómo puede, en parte, reducirla regulando la actividad imaginaria, sobre la base de «controlar al controlador«.

Estas prácticas pueden formar parte del reprtorio de “experimentos conductuales”  (Bennett-Levy, J.; Butler, G.; Fennell, M. Y otros,, 2005) que normalmente se utilizan en los programas de tratamiento para evidenciar o poner a prueba determinados supuestos, creencias o esquemas explicativos.

Reetructuración cognitiva

Se utilizaría fundamentalmente para combatir  supuestos   básicos   deformados   y   pensamientos automáticos   sobre los que a menudo descansan las inferencias preventivas, o la atribución de significación de los síntomas. Puede ser también, efetiva en elabordaje de los sesgos atencional, interpretativo, falsacional y finalístico. A. Beck (1979), J. Beck (2000), A. Ellis (1980) o M. McKay (1981) ofrecen, entre otros, algunas ideas sobre cómo hacerlo.

Técnicas   paradójicas

Entre las técnicas paradógicas se cuentan  la prescripción del síntoma -que se percibe como involuntario- o del comportamiento anómalo, el empeoramiento deliberado el problema, la intención padojica,  la pescripción de la tarea impidiendo su éxito, entre otras.

Son técnicas o plantamientos especialmente efectivos en la modificación de conductas que implican considerable ansiedad anticipatoria, y de los bucles paradójicos que comúnmente forman parte constitutiva de los trastornos de ansiedad, como pudo verse en el capítulo cuarto de este libro. Están especialmente indicadas en el abordaje del afrontamiento contarproducente, ya que se centran sobre las «soluciones» que son, o se convierten en, el «problema». J. Haley (1973), V. Frank(1977), P. Watzlawick (1976,), Nardone (2002, 2004) se cuentan entre los autores más significados entre los  expertos e impulsores  del uso de estas técnicas.

Identificación y replanteamiento  de   factores   de   autopronóstico   que   se autocumplen

Este apartado podría considerarse una extensión del anterior, pero por su singularidad y especificidad, se ha destacado aparte.

Dice Watzlawick (1988) que:  «Una  profecia  que  se  autocumple es una suposición o predicción que, por la sola razón de haberse hecho, convierte en realidad el suceso supuesto, esperado o profetizado y de esta manera confirma su propia exactitud. Por ejemplo, si alguien por alguna razón supone que se le desprecia se comportará precisamente por eso de un modo desconfiado, insoportable,  hipersensible,  que suscitará en los demás el propio desdén del cual el sujeto  estaba convencido y que queda así «probado». En otras palabras, un hecho todavía no producido (es decir, futuro) determina efectos en el presente, efectos  que a su vez hicieron que cobrara realidad el hecho pronosticado (pag. 82-83, en “La realidad Inventada”).

Fenómenos de esta naturaleza son muy frecuentes en los trastornos por ansiedad, no solo cuando, para prevenirnos, imaginamos una situación -por ejemplo, dar una conferencia pública donde quedamos «embarrancados» por la ansiedad, originando con ello una fuerte intensificación de la respuesta emocional, que, efectivamente, acaba por comprometer el discurso-, sino muy particularmente en todo lo relacionado con el capítulo de consecuencias de segundo orden y atribución social de significación del síntoma.

Puede consultarse a este respecto (Watzlawick (1976, 1986, 1988)

Aceptación y compromiso

La llamada terapia de Aceptación y Compromiso, no basa su intervención en la lucha contra los síntomas, fuente de muchas de las estrategias de afrontamiento contraproducente, sino en  aceptación de ciertas experiencias personales de malestar  y sufrimiento inherentes a la condición humana, y  en el desarrollo de acciones dirigidas a valores y metas significativos para la persona.

En palabras de Wilson y Juliano (2008) “son muchas las personas que emplean la evitación de lo que les produce malestar de una forma generalizad y cronificada y, consecuentemente, viven una vida muy limitada en tanto que este patrón haya terminado por extender el sufrimiento a muchas facetas de su vida, viven en él con un coste personal muy elevado en términos de lo que querrían para su vida” (pág. 73).

Los aspectos básicos de la intervención son la clarificación de valores –dar pasos en la dirección que se puede cambiar y se elige hacerlo-, la exposición- caminar en la dirección elegida implica pasar por barreras y experiencias personales temidas-, desactivación de funciones y distanciamiento-aprender a tratar los pensamientos como pensamientos, diferenciar el yo de la conducta -, y, finalmente fortalecimiento de la aceptación de cierto sufrimiento o dificultad y el compromiso con los propios valores o metas.

En el ya citado libro de Wilson y Juliano (2008) o en Hayes, Strosahl y Wilson (2003) pueden encontrarse un buen número de técnicas y metáforas de notable efectividad terapéutica para el cambio de conducta.  Mención especial merece el texto de Eifert y Forsyth (2005) que versa sobre la Terapia de Aceptación y Compromiso aplicada a los trastornos de ansiedad.

Fuente: J. Carlos Baeza Villarroel (2011). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y psiquiatras. Madrid y Barcelona.

Referencias para saber más

-BECK, A. T., JOHN, A., SHAW, B. F. Y EMERY, G. (1979). Cognitive Therapy of Depression. New York, The Guilford Press. Ed. Española (1983): Terapia cognitiva de la depresión. Bilbao: Desclee de Brouwer, S. A.

-BENNETT-LEVY, J.; BUTLER, G.; FENNELL, M. ET AL. (2005). Oxford Guide to Behavioural Experiments in Cognitive Therapy. Oxford New York: Oxford University Press.

-CLARK, D. M. (1988). A cognitive model of panic attacks. En S. Rachman y J. D. Maser (Comps.) Panic: Psychological perspectives. Lawrence Erlbaum Associates.

-CLARK, D. M. (1988). A cognitive approach to panic. Behaviour Research and Psychological Review, 51, 92-303.

-ELLIS, A. (1980). Razón y emoción en psicoterapia. (Título original: Reason and emotion in psychotherapy) Bilbao: Desclee de Brouwer, S. A.

-FRANKL, V. E. (1977). Das Leiden am sinnlosen Leben. Friburgo de Brisgovia. Herder. Versión castellana (1980): Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder

-HAYES, S. C.; STROSAHL, WILSON, K. G. (2003). Aceptance and commitment therapy. New York: The Guilford Press.

-McKAY, M., DAVIS, M. Y FANNING, P. (1981). Thoughts & Feelings, The Art of Cognitive Stress Intervention. New Harbinger Publications. Traducción al castellano (1985): Técnicas cognitivas para el tratamiento del estrés. Barcelona: Martínez Roca, S. A.

-NARDONE, G. (2002). Psicosoluciones. Barcelona. Herder.

-NARDONE, g. (2004). El arte de la estratagema. RBA libros. Barcelona.

-WATZLAWICK, P., WAKLAND, J. H. Y FISCH, R. (1974). Change, Principles of Problem Formation and Problem Resolution. Nueva York: W. W. Norton, Inc. Ed. Española (1976). Cambio. Formación y solución de los problemas humanos. Barcelona: Herder, S. A.

-WATZLAWICK, P. (1988). Componentes de «realidades» ideológicas en Watzlawick (comp.). La realidad inventada. Barcelona: Ed. Gedisa, S. A.

-WILSON, K. G.  y JULIANO, M. C. ((2008). Terapia de aceptación y compromiso (ACT).Madrid: Pirámide

__________

Fuente: J. Carlos Baeza Villarroel (2011). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y psiquiatras. Madrid y Barcelona.

Resumen de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia mientras navegas por el sitio web. Las cookies se clasifican según sea necesario o no que se almacenen en su navegador. Las necesarias son indispensables para el funcionamiento de las funcionalidades básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utilizas este sitio web. Estas cookies se almacenarán en tu navegador solo con tu consentimiento. También tienes la opción de desactivar estas cookies. No obstante, la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar a tu experiencia de navegación.

Cookies necesarias

Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.

Analítica

Esta web utiliza Google Analytics para recopilar información anónima tal como el número de visitantes del sitio, o las páginas más populares.

Dejar esta cookie activa nos permite mejorar nuestra web.