Un joven que atravesaba por un problema nervioso se lamentaba cierta vez: “Siento como si mi cabeza fuera un frasco lleno de avispas enloquecidas zumbando adentro, y que no puedo quitarle la tapa”. ¿Se ha sentido así alguna vez? ¿Está atrapado en una red de nervios? ¿Se pregunta a si mismo: “Qué pasó con la persona calmada, racional, que era yo”?
El agotamiento nervioso se ha convertido en una epidemia. Muchos de nosotros nos volvemos personas angustiadas e inquietas debido a líos familiares, peleas con los vecinos, presiones en el trabajo, problemas financieros, sentimientos de culpa o un montón de otras preocupaciones que cobran su precio.
Comienza uno por sentirse “en el límite” de los nervios. Después teme estar traspasando ese límite y, por último, le da impresión de que está cayendo y que no tiene nada de donde agarrarse.
Este artículo se ha escrito para las víctimas de la tensión nerviosa. Es para aquellos que sufren recaídas periódicas de los siguientes síntomas provocados por los nervios:
Fatiga Irritabilidad: se molesta por lo más mínimo. Hormigueo en las manos y los pies. Sensación de quemazón en brazos, espalda y hombros. Calambres y espasmos musculares. Malestar estomacal o indigestión. Diarrea o frecuente necesidad de orinar. dolores en el corazón. Sensación de opresión en la garganta. Imposibilidad de respirar profundamente. Temblor en el cuerpo. Mareos y desmayos. Náuseas. Dolores de cabeza. Desaliento y depresión. Temor acuciante producido por la preocupación de averiguar qué es lo que está pasando con usted. Aislamiento del contacto con los demás. La víctima se ve atrapada en su propia casa porque teme que se sale le puede sobrevenir alguno de los síntomas mencionados. Si está sintiendo alguno de esos síntomas o tensiones, o si ha ido al doctor y éste ha comprobado que físicamente no hay nada de malo con usted, entonces bien puede beneficiarse con lo que explicará este folleto. Verá cómo empieza una afección nerviosa, cómo se desarrolla y cómo puede curarse. Aunque la haya sufrido por muchos años, ¡anímese! El consejo que se le dará lo curará definitivamente, si lo sigue.
¿Por qué podemos hablar tan confiadamente? Porque el intrincado enigma de la enfermedad nerviosa puede ser resuelto en forma sorprendentemente fácil. Además, sabrá que la solución a su problema ha estado enseñada en la Biblia por siglos.
¿Cómo trabaja el sistema nervioso?
El sistema nervioso está formado por el cerebro, la espina dorsal (columna) y la red de nervios que se distribuye por todo el cuerpo. A través de este sistema circulan pequeñas cargas eléctricas que ordenan moverse a diferentes músculos. Estas órdenes no las damos concientemente. Por ejemplo, usted no tiene que decirle a su corazón que siga latiendo, o a su estómago que digiera su almuerzo. Los nervios involuntarios dan estas órdenes sin que usted haya siquiera pensando en ello. Por otro lado, l os nervios voluntarios transmiten mensajes a nuestras manos, brazos, piernas, etc., ordenándoles moverse según nuestra voluntad.
¿Cómo reaccionan nuestros nervios cuando nos vemos frente a una situación crítica? Digamos, por ejemplo, que al cruzar una calle usted escapa a las justas de ser atropellado por un automóvil que viene a velocidad. El accidente que estuvo a punto de ocurrir provoca en su cerebro un impulso que le causa aceleración de la respiración, sudor, fuertes latidos del corazón, opresión en el pecho y dolor en la boca del estómago. Este cambio físico tan rápido tuvo lugar con la ayuda de sus nervios. Al sentir el peligro, sus nervios envían un mensaje a alguna de sus glándulas. (Las glándulas son órganos que segregan varios líquidos dentro de cuerpo.) Las glándulas más importantes activadas por el temor son las glándulas suprarrenales.
Estas dos glándulas, localizadas encima de los riñones, segregan una sustancia llamada adrenalina, que es lo que ponen a su cuerpo en “alerta roja”, dando como resultado una respiración agitada, aceleración de los latidos del corazón, etc. Así, pues, podemos decir que la adrenalina es el combustible de alta energía que recibe órdenes del sistema nervioso para que nos ayude a responder ante una crisis.
De manera que cuando estamos con cólera, miedo o emocionados, es natural que se presenten estos síntoma. Su presencia demuestra que nuestros nervios están funcionando exactamente como deben de hacerlo.
El colapso nervioso
El termino “colapso nervioso” suena como si uno estuviera enfermo de los nervios. Pero en realidad los nervios no caen en colapso. Es la gente que lo hace. Lo que llamamos un colapso ocurre cuando los nervios llegan a un estado tal de ansiedad que ya no pueden hacer frente a las responsabilidades de la vida diaria. Aquellos que se encuentran en ese estado se sienten tentados de llegar a la conclusión de que sus nervios les están haciendo malas pasadas, pero en realidad sus nervios están funcionando apropiadamente.
¿Cómo se desarrolla un problema nervioso? Existe potencial para un colapso cuando nuestros nervios se hipersensibilizan. Se puede llegar a este estado después de vivir bajo presión durante un período prolongado. Por ejemplo el estudiante que trabaja de noche y estudia de día, el empleado que trabaja para un jefe exigente, o la madre que tiene que criar sola a sus hijos, pueden convertirse en víctimas de un colapso.
Un problema nervioso puede también sobrevenir como resultado de un problema grave: una muerte en la familia, la pérdida del trabajo , vergüenza por un delito o un acto de insensatez cometido por un miembro de la familia, una larga enemistad con un pariente o un vecino, etc. Naturalmente, todas estas dificultades son motivo para que nos sintamos nerviosos. Podemos decir: “Estoy echo un atado de nervios.” “Tengo los nervios echo trizas.” “Tengo los nervios alterados,”
Estas son las expresiones usadas por aquellos cuyos nervios se ha hipersensibilizados debido al agotamiento constante o extremo.
¿Alguna vez se ha sentido usted así? ¡Por supuesto que si! Todos lo hemos sentido. Esto no es una enfermedad nerviosa, sino simplemente el estado normal de tensión experimentada por la mayoría de las personas, especialmente por las que viven en centros urbanos. Mas este estado normal de ansiedad está a sólo un paso de convertirse en una enfermedad nerviosa. Imagínese, la mayoría de nosotros vive al borde del colapso nervios.
El debate ‘¿cómo se produce una crisis de ansiedad?’ está cerrado y no admite más respuestas.
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