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#23874
David Pinazo
Superadministrador

Hola,

¿Quién abrió la caja de Pandora?, no importa…ahora que se ha vaciado ya sabemos lo que queda: LA ESPERANZA.

Antes solía darme paseos casi que a diario, era un poco mi manera de relajarme. En épocas de ‘stress’ los hacía algo más largos. Eran paseos solitarios. Solía tener dos rutas, una en plan vago y otra más bonita con vistas al mar. La debí de hacer unas…¿200 veces?, no lo sé. La ruta aunque monótona me proporcionaba unas vistas y una brisa marina que me hacían levantar un poco la cabeza. Un atlántico frío y desafiante con increibles olas y espuma desbordante. Otros días el atlántico mostraba una cara más mediterránea y estaba tranquilito. No sabría cual elegir la verdad. Unos días necesitaba uno y otros al otro. Pues sí, ahí iba yo mirando el mar con un cielo bastante despejado, atardeciendo y la torre a lo lejos. No era un día especial, era un día más que salía a pasear. Hice el camino de ida más apurado y con un derroche de energía de quien va cargado de pensamientos. A la vuelta iba más descargado y como flotando, mientras miraba el mar que estaba un tanto meditarráneo, me fijé en lo baja que estaba la marea, entonces pensaba hasta donde haría pié o hasta donde sería capaz de nadar con el mar tranquilito y la marea tan bajita. Hice un recorrido visual para hacer un cálculo aproximado cuando veo un extraño movimiento. Me quedé un segundo extrañado y luego seguí haciendo mi recorrido, entonces por el rabillo del ojo volví a sentir lo mismo. Entonces decidí fijar la vista en esa zona. Pasaron unos pocos segundos cuando de repente veo una aleta. Acto seguido dos aletas, cuando centré mi mirada del todo consigo ver salir del agua un delfín, y acto seguido dos más. ESTABA FLIPANDO. No me lo creía, pero era igual, el movimiento se repetía cada dos metros. Creo que eran arroaces (una especie de delfín de color negro). Mientras los contemplaba, una pareja que pasaba se cruzaba conmigo, yo los miraba como queriendo decirles algo, pero ellos pasaron a mi lado con una sonrisa y nada más. Volví a mirar el mar y ahí seguían, miraba a mi alrededor y las pocas personas que había estaban a otra historia. Poco a poco fui perdiendo de vista a la familia de delfines que se alejaban hacia la torre. Les seguí hasta que en una zambullida de ellos o un pestañeo mío los perdí.

Fue una vez, pero ahora siempre que paso por ahí no puedo evitar mirar el mar, una vez pensé que volvía a suceder, pero era un buceador.

Un abrazo, os quiero!

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