Categorías
Libros de la Clínica de la Ansiedad

Fobia Social: Evaluación y tratamiento

Referencia

Título: FOBIA SOCIAL: EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO
Autor: César Antona Casas.
Páginas: 318.
Editorial: Trillas. México, 2009.

Sobre el autor

César Jesús Antona Casas es doctor en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha de completado su formación en tres universidades más: la Universidad de Salamanca, y en las Universidades de Maryland y Boston, invitado por prestigiosos profesionales en el estudio de los trastornos de ansiedad en general y de la fobia social en particular.

Ha desempeñado tareas docentes en la Universidad Pontificia de Salamanca y como profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Nuevo León (México). Paralelamente a su desempeño docente, ha trabajado como terapeuta y formador de terapeutas en la evaluación y tratamiento de trastornos de ansiedad.

Ha publicado artículos en revistas especializadas tales como Análisis y Modificación de Conducta, Psicología Conductual, Revista Latinoamericana de Psicología y Ansiedad y Estrés, y ha participado como ponente en numerosos congresos nacionales e internacionales.

En la actualidad forma parte del equipo de Clínica de la Ansiedad y es profesor de la UNED.

Contenidos

CAPÍTULO 1. ENMARCANDO LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1.Evolución histórica y definición del término “fobia»
2. ¿Qué es la fobia social o el trastorno de ansiedad social? surgimiento y evolución
3.Fobia social y los sistemas nosológicos DSM y CIE
4.Diagnóstico diferencial entre la fobia social y los siguientes trastornos:
4.1. Trastorno de angustia con agorafobia
4.2. Agorafobia sin historia de trastorno de angustia
4.3. Trastorno de ansiedad por separación
4.4. Trastorno de ansiedad generalizada y fobia simple
4.5. Trastorno generalizado del desarrollo y trastorno esquizoide de la personalidad
4.6. Trastorno de personalidad por evitación
4.7. Trastornos con una gran carga de ansiedad (p.ej., trastorno depresivo mayor, trastorno distímico, esquizofrenia o el trastorno dismórfico corporal)
4.8. Trastorno de ansiedad no especificado
4.9. La timidez
4.10. Diagnóstico diferencial de la fobia social respecto a otros trastornos
5. Principales características, síntomas y / o manifestaciones a nivel cognitivo, fisiológico y motor
6. Miedos y situaciones sociales típicamente temidas
7. Subtipos de la fobia social
8. Curso, pronóstico, remisión y prevención de la fobia social
9. Comorbilidad de la fobia social

CAPÍTULO 2. EPIDEMIOLOGÍA DE LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1. Estudios anteriores a la aparición de los sistemas DSM y CIE
2. El sistema nosológico DSM
3. Criterios diagnósticos CIE-10
4. Conclusiones generales
5. Características demográficas de la fobia social
6. Prevalencia de la fobia social en personas emparentadas genética y ambientalmente

CAPÍTULO 3. ETIOLOGÍA Y MANTENIMIENTO DE LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1. Factores o características predisponentes
2. Factores explicativos del origen y mantenimiento de la fobia social
3. Modelos explicativos de la fobia social

CAPÍTULO 4. EVALUACIÓN DE LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1. Entrevistas
2. Cuestionarios
3. Autorregistros
4. Tareas conductuales y Tests de observación 205
5. Medidas psicofisiológicas 210
6. Índices compuestos que evalúan el cambio terapéutico en la fobia social
7. Evaluación cognitiva de la fobia social

CAPÍTULO 5. TRATAMIENTO DE LA FOBIA SOCIAL

Introducción
1. Técnicas de exposición
2. Técnicas cognitivas
4. Diálogo interno y autoinstrucciones.
5. Principales estudios que emplearon técnicas cognitivas
6. Combinación y efectos de las técnicas cognitivas sobre la exposición
7. Entrenamiento en habilidades sociales
8. Técnicas de control de la activación: Relajación y Respiración

Referencias bibliográficas

Destinatarios del libro

En este libro se define y caracteriza la fobia social desde su reconocimiento e inclusión en los principales sistemas nosológicos, se revisan exhaustivamente los instrumentos de evaluación y los principales tratamientos empleados entre los que destacan la exposición, reestructuración cognitiva, habilidades sociales y las técnicas de desactivación.

Constituye una obra muy relevante para estudiantes de psicología, terapeutas e investigadores. Puede ser útil para todos aquellos que desean comprender y afrontar mejor sus temores sociales, particularmente las personas con ansiedad social o sus familiares, si bien es un libro técnico y no de autoayuda.

Más información y pedidos

Mercadotecnia_trillas

Categorías
Prevención de la Ansiedad

Educando a los niños para prevenir la ansiedad

En los trastornos de ansiedad interactúan factores biológicos o constitucionales, factores personales y factores ambientales. Entre los factores ambientales destacan los acontecimientos vitales o situaciones traumáticas, el estilo educativo de los padres, y, en general, los procesos de socialización del niño-adolescente-adulto en los diferentes ámbitos de su vida: familia, escuela, amigos, trabajo, etc. Entre los factores personales implicados en la génesis y el mantenimiento de los trastornos de ansiedad destacan la valoración personal y subjetiva que cada persona hace de uno mismo (autoestima) los rasgos de personalidad y los recursos de que dispone el individuo para afrontar los problemas (estrategias de afrotamiento).

Las personas más próximas al niño tienen un papel muy importante en la prevención de los trastornos de ansiedad. Los padres y los educadores pueden reducir el impacto de las situaciones o acontecimientos vitales estresantes que viva el niño, pueden educarlo para potenciar sus recursos personales y pueden promover nuevas experiencias y fomentar hábitos de vida saludables. ¿Cómo?

En este documento se expondrán brevemente alguna de las pautas o líneas de actuación que los cuidadores del niño deberían seguir para prevenir en la medida de lo posible que éste desarrolle un problema de ansiedad.

Disminuir el impacto de los acontecimientos estresantes…

Los niños pueden carecer de recursos para afrontar de forma adecuada situaciones o acontecimientos vitales estresantes o traumáticos. La vivencia de una separación, de la muerte de un familiar o amigo, de un desastre natural (incendio, inundación), de un robo, de un accidente, etc. pueden superar la capacidad del niño para reaccionar de forma adaptativa. En estos casos, las personas próximas al niño deberían:

  1. Hablar con el niño de todo lo que le preocupa, de cómo se siente . Permitir que se desahogue y exponga todas sus preocupaciones, dudas y sentimientos. No forzar al niño a hablar de sus sentimientos, estar disponibles cuando él lo necesite.
  2. Actuar como modelos de conducta y afrontamiento : los niños aprenden a actuar y a afrontar los problemas imitando y adoptando como propios los modos de actuación de personas cercanas a ellos.
  3. Demostrar los sentimientos, no ocultarlos.
  4. Afrontar los problemas, no evitarlos: si el niño tiene miedo a alguna situación es importante que le anime a enfrentarse a ella. ¿Cómo?
  • Hacer de modelo para el niño: darle ejemplo afrontando la situación primero, sin forzar al niño a que lo haga: de este modo comprobará que estar cerca de ese objeto temido (perro, ascensor, etc.) o en esa situación no es peligroso ni tiene consecuencias negativas.
  • Ayudar a exponerse a la situación de forma gradual: primero acompañado, luego solo, comenzar por la situación más fácil, poco a poco aumentar la dificultad…
  • Felicitarlo por los avances.

En otros casos, acontecimientos cotidianos como el nacimiento de un hermano, la entrada al colegio, los problemas con otros compañeros, etc. pueden ser una fuente de preocupaciones para el niño. Los padres y cuidadores deberían:

  1. Comprender lo importante que para el niño es esa situación. No hay que restar importancia a acontecimientos que para un adulto pueden resultar intrascendentes: una pelea con otro compañero, un cambio de profesor, la dificultad en alguna materia escolar, etc. pueden ser lo suficientemente significativas para que el niño se muestre preocupado.
  2. Hablar con el niño de todo aquello que teme. ¿Qué es lo que le inquieta? ¿Qué es lo peor que puede pasar?.
  3. Adoptar una actitud propicia a la resolución del conflicto o problemas: ¿qué puede hacer el niño para solucionar ese problema? ¿cómo puede hacerlo? ¿está en su mano el solucionarlo?. Es importante que los cuidadores no adopten un papel demasiado directivo: el niño debe aprender a solucionar sus propios problemas. Solucionárselos no enseña al niño a ser autónomo, sino a depender de los padres o cuidadores y recurrir a ellos cada vez que tenga un pequeño contratiempo.
  4. Interesarse por la evolución del problema.
  5. Animar al niño, reforzarlo por los avances.

Educarlo para potenciar sus recursos personales

La respuesta ante una situación que genera ansiedad depende en parte de los recursos de que dispone el individuo para afrontar ese problema y de si percibe que es capaz de resolverlo. Dicho de otro modo, no basta con tener las armas para enfrentarse a un problema, hay que creer que se puede luchar contra él y superarlo. Este sentimiento de autoeficacia tiene mucho que ver con la autoestima. En la formación de la autoestima cobra especial importancia la familia y la escuela. ¿Qué se puede hacer para fomentar una buena autoestima en el niño?

  1. Amor incondicional: la aceptación sin condiciones de los padres es, sin duda, la mejor estrategia para fomentar en el niño una buena autoestima. El niño debe estar seguro del amor de sus padres hacia él por sí mismo, no por lo que hace. Muchos trabajos han señalado que los niños que tienen una baja autoestima se sienten poco aceptados o rechazados por sus padres. Aceptar a un hijo implica, por ejemplo:
  • Demostrarle afecto, que se siente orgulloso de él, que disfruta de su compañía.
  • Demostrar que entiende lo que le preocupa, interesarse por sus problemas.
  • Aceptar sus limitaciones, no pretender que sea perfecto.
  • Demostrarle afecto incluso cuando se porta mal.
  1. Brindarle apoyo: los padres deben demostrar a su hijo que ellos estarán allí cuando él necesite ayuda; los profesores deben expresar al niño que ellos pueden ayudarle cuando tenga dificultades en sus tareas escolares.
  2. Ayudar al niño a encontrar aptitudes, intereses y actividades. Reforzar y potenciar sus capacidades: animar al niño a mejorar sus habilidades en las tareas que realiza de forma deficitaria y, sobre todo, potenciar aquellas que más le gustan y que mejor o más fácilmente hace.
  3. Corregirle cuando hace algo mal. Es importante que se critique su actuación, pero no su forma de ser. Es más adecuado decir ‘no has hecho bien la cama’ que ‘eres un gandul, torpe…’, mejor señalar ‘si hubieras estudiado más habrías aprobado este examen’ que ‘eres vago y tonto’…
  4. Elogiarle por sus avances, por las cosas que hace bien. No exigir perfección ni rapidez. Valorar como válidos los resultados que vaya consiguiendo aunque no sean perfectos. A medida que haga las cosas le saldrán mejor y más deprisa.
  5. No ser excesivamente sobreprotector. Se ha visto que los niños que están muy sobreprotegidos por sus padres tienen frecuentemente una baja autoestima. La sensación de podernos valer por nosotros mismos se construye día a día y depende de las actividades que realizamos y los problemas que afrontamos. Hay que dejar que el niño se enfrente por sí solo a sus problemas y que aprenda estrategias para superarlos. Los padres no estarán siempre ahí para resolver todos los problemas de su hijo.

En este sentido, es importante fomentar en el niño:

  1. Una actitud activa dirigida a la resolución de problemas:
    1. Valorar un problema como un desafío en vez de como una amenaza.
    2. Creer que los problemas son resolubles
    3. Creer en la propia capacidad para resolver bien los problemas.
    4. No esperar que los problemas se resuelvan por sí solos, no posponer la resolución del problema, no evitarlo.
    5. Búsqueda activa de soluciones.

Está claro que no basta con animar al niño a actuar de esta forma, sino que los padres y otros cuidadores deben comportarse del mismo modo, actuar de modelos de conducta a seguir para el niño.

  1. Fomentar su autonomía. Es importante que el niño desde pequeño adquiera responsabilidades en casa y en la escuela: ayudar en pequeñas tareas de casa (poner la mesa, fregar los platos, hacer su cama, etc.), recoger su pupitre, ayudar a mantener en orden el aula…Estas tareas serán tanto más complejas conforme aumente la edad. Sin embargo, la autonomía va más allá de que el niño sepa valerse por sí mismo en las tareas cotidianas. Los padres no deben ser directivos y sí, en cambio, promover que el niño sea capaz de tomar sus propias decisiones, aún a riesgo de equivocarse, y de tener diferentes experiencias, aún a riesgo de ser negativas. Esto implica que es mejor aconsejar que ordenar, sugerir que imponer.
  2. No ser excesivamente exigente. Algunos padres fijan metas muy elevadas y esperan que sus hijos obtengan resultados excelentes. Otros padres no expresan de forma explícita este interés pero sí refuerzan al niño de forma diferencial en función de los resultados. Un exceso en las demandas externas que realiza la familia puede conducir a estados de elevada ansiedad en el niño. Éste puede estar preocupado por defraudar a sus padres si sus notas no son tan buenas como ellos esperan. En otros casos, son los propios niños los que se fijan metas muy elevadas. La mayoría de las veces se trata de niños y adolescentes inseguros y muy perfeccionistas, que basan su autoestima en conseguir ser el/la mejor en todo. En estos casos habría que:
  •  Disminuir el nivel de exigencia de los padres. Éste debe ser realista e ir acorde con la capacidad del niño.
  •  Crear una atmósfera de aceptación: el niño debe saber que sus padres no van a dejar de quererlo si lleva a casa malas notas.
  •  Fomentar una vida equilibrada: el rendimiento en la escuela no lo es todo, también son importantes las diversiones.
  •  Evitar hábitos perfeccionistas: estudiar hasta altas horas de la noche o repetir muchas veces un trabajo hasta que esté perfecto no es saludable. Es conveniente establecer un horario y unos objetivos de estudio realistas.
  •  Programar actividades deportivas y culturales que le gusten al niño.

Fomentar hábitos saludables, promover nuevas experiencias…

Es muy aconsejable que los niños tengan experiencias muy variadas. Esto les permitirá conocer a gente diferente y hacer amigos, conocerse mejor a sí mismos y saber cuáles son sus aptitudes e intereses más destacados, encontrarse con diferentes problemas y desarrollar habilidades y estrategias para resolverlos, etc. En definitiva, fomentar nuevas experiencias en el niño puede fortalecer su autoestima y sus recursos de afrontamiento y establecer una red de relaciones sociales.

El apoyo social es, sin duda, uno de los recursos más importantes para prevenir los problemas psicológicos, entre ellos los trastornos de ansiedad. Es importante fomentar las relaciones sociales del niño: dejar que realice salidas con otros niños, excursiones, dormir en casa de amigos, fijar una hora de regreso a casa que sea prudente pero no demasiado restrictiva…Cuantas más experiencias diferentes tenga el niño más estrategias desarrollará para afrontar problemas. Cuantos más amigos tenga mejor y más apoyado se sentirá para poder superar diferentes problemas.

Uno de los miedos que tienen los padres, especialmente cuando sus hijos son adolescentes, es que los amigos que lo rodean puedan influir negativamente en él. A los padres les preocupa que el chico pueda consumir alcohol, tabaco u otras drogas, se meta en peleas, etc. Es conocida la relación que existe entre las drogas y los problemas de ansiedad. Un consumo elevado de café, tabaco, alcohol u otras drogas puede tener consecuencias negativas para la salud mental y física del chico e interferir en sus actividades escolares o laborales y en sus relaciones familiares y sociales. Es importante que los padres:

  •  Estén informados sobre las drogas.
  •  Hablen con el chico/a de las drogas, de sus propiedades y efectos. Es mejor no mostrarse represor, transmitirle la idea de que puede hablar con sus padres abiertamente de lo que le preocupa.
  •  No actuar como un policía: los padres no están las 24h con el hijo ni pueden evitar que el chico pruebe las drogas. Deben confiar en él e insistir en el diálogo.
  •  Fomentar hábitos saludables: comer de forma sana y equilibrada, realizar ejercicio físico de forma habitual. El ejercicio físico ayuda a mejorar el estado de ánimo y a relajarse. Se trata de un ‘antídoto’ natural contra el estrés.

Si bien realizar diferentes actividades para potenciar las aptitudes del niño es aconsejable y saludable, y promover diferentes experiencias permite desarrollar estrategias para afrontar problemas y construir una buena red de apoyo social, no hay que excederse ni en la cantidad de actividades a realizar ni en lo que se espera de ellas. Los niños con un exceso de actividades extraescolares muestran cansancio, estrés y se sienten presionados. Tienen la necesidad de cumplir con todo y con todos y se dan cuenta de que no pueden. Esto puede repercutir de forma negativa en su salud mental. Es recomendable:

  •  No llenar la semana de actividades. Planificar un horario con el niño y destinar un tiempo suficiente a las tareas escolares, extraescolares y a su descanso. El horario debe ser realista
  • Planificar actividades gratificantes para el niño. Por ejemplo, si al niño le cuestan las matemáticas se pueden destinar algunas horas a la semana a repasar esta materia, pero también a realizar otras actividades que al niño le resulten más agradables: fútbol, música…
  • Las actividades deben gustar al niño, no sólo a los padres. Algunos padres quieren que el niño estudie o practique una actividad que ellos no pudieron realizar en su infancia. Hay que escuchar lo que quiere el niño.
  • No hay que ser excesivamente exigentes con el niño. Hay que animarlo a que lo haga lo mejor que pueda, y reforzarlo por los pequeños avances, pero no exigir resultados.

Una última nota...

Como se ha comentado a lo largo del texto, en la educación del niño y del adolescente participan tanto los padres como los profesores y otras personas próximas al niño. Es importante que:

  •  Haya comunicación entre todas las personas que se encargan de la educación del niño y se informen mutuamente de los problemas que tenga.
  •  Se haga un frente común para solucionar estos problemas ; esto implica que debe haber unidad de criterios y que todos deben trabajar en la misma dirección.

_________
Fuente: Noemí Gullamón. Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Categorías
Tratamiento de la Ansiedad

Tratamiento de las fobias específicas o simples

Introducción

La intervención terapéutica conjuga, normalmente, tratamientos específicos, en función del diagnóstico principal, con otros de carácter más general o contextual, en función de las características personales y circunstancias del paciente.

Normalmente, las primeras intervenciones van encaminadas a reducir los síntomas de ansiedad y la incapacitación que producen. Posteriormente se analizan y tratan los factores que originan y/o mantienen la ansiedad y otras alteraciones que puedan acompañarla.

Habitualmente, los tratamientos incluyen aspectos relacionados con la recuperación de la salud, si se ha pérdido, aspectos relacionados con la prevención, y aspectos relacionados con el desarrollo personal del paciente que de un modo u otro tienen que ver con lo que le pasa.

Normalmente, al inicio del tratamiento, se acude a consulta una vez por semana. Cuando el tratamiento está mínimamente encauzado, se espacian las visitas, efectuándose habitualmente a razón de una visita cada 15 días.

Tratamiento específico de las fobias simples

Los tratamientos que han demostrado una mayor eficacia en el tratamiento específico de las fobias específicas son los basados en técnicas de modificación de conducta. He aquí una relación de aquellas técnicas consideradas más efectivas:

  • Información al paciente sobre la naturaleza de la ansiedad en general y de las fobias en particular: mecanismos básicos, procesos de condicionamiento, explicación sobre los síntomas y su alcance, relaciones entre pensamiento, emoción y acción.
  • Identificación y neutralización del procedimientos contraproducentes, utilizados por el paciente para regular su problema, pero que, en realidad, contribuyen, no a la solución, sino al mantenimiento del problema. Para más información sobre estos procedimientos puede consultarse el apartado Ir de mal en peor del menú de la izquierda.
  • Respiración diafragmática lenta y relajación muscular progresiva.
  • Exposición controlada y progresiva a situaciones temidas
  • Desensibilización sistemática: combinación de técnicas de relajación con el enfrentamiento gradual a estímulos fóbicos.
  • Prevención de respuesta o inundación: consiste básicamente en impedir las respuestas de evitación
  • Modelado operante: Inicialmente el paciente observa a un modelo, otra persona, que se enfrenta a las situaciones que él teme sin sufrir consecuencias desagradables. Después el paciente, progresivamente, con ayuda del terapeuta trata de emitir respuestas adaptativas a la situación, a pesar de que persista cierto grado de ansiedad.
  • Medicación: En el tratamiento de las fobias simples no se aconseja el uso de psicofármacos, salvo en algunos casos al inicio del tratamiento, o si existen problemas depresivos.
  • Materiales de autoayuda, como complemento de la terapia, y/o soporte de las «tareas para casa».

Estos son algunos de los recursos terapéuticos más conocidos y probados en el tratamiento de las fobias simples. Se ha de tener en cuenta no obstante, que estos trastornos pueden venir asociados a otros problemas, que requieren también un abordaje, en el contexto de un tratamiento integrado y convenientemente articulado. El tratamiento, en rigor, no lo es de la fobia, sino de la persona que lo padece, en relación, naturalmente, con la demanda que efectúa.

Los tratamientos suelen desarrollarse individualmente, aunque en algunos en ocasiones, en función del caso y del momento, está indicado el tratamiento grupal, o la participación de algún acompañante. Los tratamientos suelen durar en torno a unos seis meses.

__________
Fuente: Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y psiquiatras. Tratamiento de las fobias específicas en Barcelona y Madrid.

Algunas referencias bibliográficas sobre tratamientos de la fobia simple:

Capafons, B. y Sosa, C. (2008). Tratando Fobias Específicas. Madrid: Editorial Pirámide.

Sandin, B. (2008). Las fobias específicas. Madrid: Klinik.

Agras, S. (1989). Pánico. Cómo superar los miedos, las fobias y la ansiedad. Barcelona: Labor

Marks,I.M.(1991a).Miedos, fobias y rituales: (2)Clínica y tratamientos. Barcelona: Martínez Roca

Echeburúa, E. y de Corral, P. (1995). Técnicas de exposición: Variantes y aplicaciones. En F.J. Labrador, J.A. Cruzado y M. Muñoz (Eds.), Manual de técnicas de modificación y terapia de conducta (pp. 422-456). Madrid: Pirámide.

Categorías
Buscar ayuda

Exploración y valoración psicológicas

El proceso de exploración y valoración psicológica tiene por objeto conocer al paciente y su problemática, hacer una valoración diagnóstica, e indicar una intervención terapéutica si se requiere. Normalmente dura entre una y tres entrevistas, según el caso, y puede requerir, o no, exploraciones complementarias.

Tras las presentaciones iniciales, el paciente explica a su manera el motivo de consulta, ofreciendo explicaciones sobre qué le preocupa, qué le pasa, cómo, cuándo, inicio, desarrollo, situación actual, expectativas, en fin, toda aquella información que permita trasladar al especialista una visión comprensiva del problema.

En esta primera fase el especialista suele elegir el método de entrevista abierta, es decir, anima y ayuda al paciente a que exprese libremente, con sus propias palabras, a su manera, lo que le pasa. No sólo existe información en lo que se dice, sino en cómo se dice y cómo se articula la explicación.

Posteriormente, el especialista elige un tipo de entrevista semi-estructurada, con preguntas específicas sobre diferentes aspectos, tendentes a conocer en profundidad el motivo de consulta y a elaborar la historia clínica del paciente: manifestaciones sintomatológicas, acontecimientos vitales recientes, conocimiento básico de la situación afectivo-familiar, laboral, social y lúdica, antecedentes médicos y psicológicos, antecedentes familiares, consumo de tóxicos, etc.

Es probable que se solicite al paciente la realización de pruebas específicas complementarias o que las aporte si las tiene: pruebas clínicas (análisis de sangre o electrocardiograma, por ejemplo), pruebas de diagnóstico por imagen (radiografías, por ejemplo) o pruebas psicométricas (cuestionarios generales, de personalidad por ejemplo, o específicos, por ejemplo de ansiedad).

Estas exploraciones son pruebas objetivas que contribuyen a conocer mejor el caso, por un lado, y a efectuar el diagnóstico diferencial por otro: algunos signos de afecciones psicológicas pueden coincidir con las manifestaciones sintomatológicas de otras afecciones médicas o psicológicas. Es importante, contar con un buen diagnóstico diferencial, que evite confusiones o solapamientos entre alteraciones que puedan presentar síntomas parecidos. El diagnóstico diferencial se efectúa, pues, sobre los datos de entrevista y, si se requiere, sobre los datos de las pruebas complementarias. Algunas de estas pruebas, por ejemplo test, cuestionarios y escalas de avaluación conductual, puede efectuarlas el propio especialista, otras han de solicitarse a los servicios pertinentes, explicando siempre al paciente los motivos para llevarlas a cabo y contando con su consentimiento.

Finalmente, el especialista está en condiciones de hacer una valoración rigurosa del caso, y más concrétamente un diagnóstico, y explicarlo en términos comprensibles al paciente. Sobre la base del diagnóstico, el conocimiento del paciente, y la demanda de éste, el especialista propone el tratamiento a seguir, explicando en términos generales sus características, implicaciones, perspectivas, periodicidad de las visitas, tiempo total estimado, etc.

A partir de aquí el paciente reafirma, si es el caso, su voluntad de seguir adelante con el proceso e iniciar el tratamiento propiamente dicho, si bien de las intervenciones anteriores ya se ha podido desprender algún efecto terapéutico o de cambio.

No obstante, no todos los casos consultados requieren un tratamiento propiamente dicho. En algunos casos es suficiente con la propia valoración psicológica o una mínima orientación.

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Madrid y Barcelona. Psicólogos. Terapia cognitivo conductual.

Categorías
Preguntas más frecuentes

¿Cuántas personas padecen trastornos de ansiedad?

Prevalencia anual   

 Prevalencia global  

Ansiedad Generalizada3/%5%
Fobias Específicas9%10 – 11,3%
Fobia Social3 – 13%
Estrés Postraumático1 – 14%
Trast. Obsesivo-Compulsivo  1,5%2,1%
Trastorno de Pánico1-2%1,5 – 3,5%

Los trastornos de ansiedad son uno de los trastornos psicológicos más comunes en la población general. Los trastornos que se incluyen bajo esta categoría diagnóstica tienen prevalencias muy diferentes. Mostramos aquí las prevalencias descritas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), que establece los criterios diagnósticos para cada trastorno.

La prevalencia anual hace referencia al porcentaje de personas que presentan un diagnóstico de ansiedad durante los últimos 12 meses. La prevalencia para toda la vida (o prevalencia global) hace referencia al porcentaje de personas que han sido diagnosticados de dicho trastorno, independientemente de si lo presentan o no en el momento actual.

Ansiedad Generalizada: la prevalencia anual es de 3% y la global del 5%.

Fobias Específicas: la prevalencia anual es de aproximadamente el 9%. La prevalencia global se sitúa entre el 10% y el 11.3%.

Fobia Social: La prevalencia global oscila entre el 3% y el 13%. Las estimaciones de prevalencia varían ampliamente en función de los criterios considerados para considerar la presencia y ausencia del trastorno.

Trastorno de Estrés Postraumático: presenta una prevalencia global que oscila entre el 1% y el 14%. La variabilidad en estas prevalencias se explica por los métodos de evaluación utilizados y por las diferencias en las poblaciones estudiadas (p.ej. poblaciones de riesgo, como los veteranos de guerra, víctimas de desastres naturales o de terrorismo, etc.

Trastorno Obsesivo-Compulsivo: la prevalencia anual fluctúa entre el 1.5% y el 2.1%. La prevalencia global es de aproximadamente el 2.5%.

Trastorno de Pánicoen estudios de población general, la prevalencia anual oscila entre el 1 y el 2%. La prevalencia global se sitúa entre el 1.5% y 3.5%

Categorías
Tratamiento de la Ansiedad

Tratamiento de la Ansiedad Social

Objetivos del tratamiento

Se pretende que el paciente reduzca su inhibición social ( es decir, pueda activar recursos con los que cuenta, pero que bajo determinadas condiciones están inhibidos o bloqueados) y que adquiera recursos, y los ponga en práctica, para aumentar los logros y mantenerlos: aprender a establecer metas realistas, corregir errores cognitivos (expectativas, supuestos..), concentrarse en la tarea y no en las propias sensaciones, perder el miedo a los propios síntomas, reducir las conductas de evitación o defensivas, controlar la activación autonómica y somática, reducir la ansiedad social y la interferencia que provoca, y superar las carencias existentes en situaciones sociales.

En algunos casos, la ansiedad social está asociada con otras alteraciones, por lo que se requiriere un análisis previo para decidir qué problemas abordar y en qué orden, habiendo de tratarse en primer lugar o en paralelo el problema de mayor gravedad. La presencia de otros trastornos no impide el tratamiento de fobia social, aunque es probable que requieran una intervención adicional.

La intervención terapéutica conjuga, normalmente, tratamientos específicos, en función del diagnóstico principal, con otros de carácter más general o contextual, en función de las características personales y circunstancias del paciente.

Normalmente, las primeras intervenciones van encaminadas a reducir los síntomas de ansiedad y la incapacitación que producen. Posteriormente se analizan y tratan los factores que originan y/o mantienen la ansiedad y otras alteraciones que puedan acompañarla.

Habitualmente, los tratamientos incluyen aspectos relacionados con la recuperación de la salud, si se ha pérdido, aspectos relacionados con la prevención, y aspectos relacionados con el desarrollo personal del paciente que de un modo u otro tienen que ver con lo que le pasa.

Tratamientos específicos de la fobia social

Los tratamientos que han demostrado una mayor eficacia en el tratamiento específico de fobia social son los basados en procedimientos cognitivo-conductuales. He aquí una relación de algún de las técnicas más utilizadas:

  • Información al paciente sobre la naturaleza de la ansiedad en general y de la fobia social en particular: explicación de los mecanismos y procesos básicos, relaciones entre pensamiento, emoción y acción.
  • Identificación y neutralización del procedimientos contraproducentes, utilizados por el paciente para regular su problema, pero que, en realidad, contribuyen, no a la solución, sino al mantenimiento del problema. Para más información sobre estos procedimientos puede consultarse el apartado Ir de mal en peor del menú de la izquierda.
  • Exposición y autoexposición a situaciones ansiogenas, ya sea en situaciones simuladas en tratamientos de grupo, o en situaciones reales, convenientemente elegidas y programadas. Reducción de las conductas defensivas y de seguridad.
  • Mejora de la autoestima y el autoconcepto. Establecimiento de metas realistas, refuerzo de los resultados positivos. Revisión de los mecanismos desvaloración y de atribución de eficacia.
  • Regulación de los procesos anticipatorios y las expectativas «autocumplidadas».
  • Reestructuración cognitiva para controlar los pensamientos desadaptativos antes y después de la exposición. Identificar, analizar y cuestionar pensamientos problemáticos a través de ejercicios estructurados.
  • Desarrollo de habilidades sociales, entrenamiento asertivo, y control de la inhibición (recuperación de recursos de los que ya se dispone, pero que están bloqueados o inhibidos).
  • Entrenamiento en la concentración en el desarrollo y seguimiento de la tarea, no de los síntomas (sonrojo, temblor, etc.).Control de la atención autoenfocada.
  • Medicación: Los medicamentos más utilizados son los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de la Serotonina (ISRS), que han de tomarse por periodos no inferiores a un año para alcanzar un mínimo de estabilidad en los resultados. En ocasiones se recurre a las benzodiacepinas, y más excepcionalmente a los IMAOS. El tratamiento farmacológico se ha de efectuar siempre bajo prescripción y control médico. Se considera, no obstante, que los tratamientos cognitivo-conductuales son la terapia a elegir en primer lugar: son tan efectivos o más que la medicación, se producen menos recaídas y efectos secundarios, y los resultados acabado el tratamiento son más estables. No es infrecuente la combinación de tratamientos psicológicos y farmacológicos
  • Materiales de autoayuda, como complemento de la terapia, y soporte de las «tareas para casa»

Estos son algunos de los recursos terapéuticos más conocidos y probados en el tratamiento de la fobia social. Se ha de tener en cuenta no obstante, que estos trastornos pueden venir asociados a otros problemas, que requieren también un abordaje, en el contexto de un tratamiento integrado y convenientemente articulado. El tratamiento, en rigor, no lo es de la fobia social, sino de la persona que lo padece, en relación, naturalmente, con la demanda que efectúa.

Los tratamientos suelen desarrollarse individualmente, al menos en una primera fase, si bien los tratamientos grupales son particularmente útiles en el abordaje de la fobia social.

La duración de los tratamientos oscila normalmente entre seis meses y un año, si bien en algunos casos pueden ser más largos.

__________
Fuente: Clínica de la Ansiedad. Tratamiento de la fobia social en Barcelona y Madrid. Psicólogos y psiquiatras.

Algunas referencias bibliográficas sobre tratamientos de la fobia social:

Vera, M.N. y Roldán, G.M.(2009). Ansiedad Social: manual práctico para superar el miedo. Madrid: Pirámide.

Antona, C. (2009). Fobia Social: Evaluación y Tratamiento. Editorial Trillas. Mexixo D.F.

Olivares, J. y Otros (2004). Fobia social en la adolescencia. Madrid: Pirámide.

Echeburúa, E. (1995). Evaluación y tratamiento de la fobia social. Barcelona: Martínez Roca

Cervera,S.; Roca, M. y Bobes, J.(1998). Fobia Social. Barcelona: Masson S.A.

Caballo, V. E.(2000). Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades Sociales(1ªedición 1993).Madrid: Siglo XXI

Desberg, P.(1996). Estrategias para Superar la Timidez y el Miedo a los demás. Barcelona: Editorial Integral.

Stahl, S.M.(1998). Psicofarmacología esencial. Barcelona: Ariel.

Categorías
Buscar ayuda

Cómo se desarrollan las consultas psicológicas

Una vez que la persona se decide a buscar ayuda, y elige al equipo o especialista adecuado, el primer paso para ser asistido consiste en solicitar una primera visita. En algunos casos, si no se tienen referencias sobre el profesional y sus procedimientos de trabajo, o bien se tienen dudas sobre la indicación de un tratamiento u otras cuestiones de interés, es conveniente solicitar previamente información por teléfono, e incluso personalmente, que ayude a tomar la decisión de iniciar, o no, el proceso de consultas y tratamiento.

La primera entrevista, tras establecerse el contacto personal entre el paciente y el especialista, tiene normalmente dos partes: una primera, donde se inicia el proceso de exploración con el objetivo de alcanzar una impresión diagnóstico inicial y conocer mínimamente al paciente y su circunstancia; y una segunda, donde el especialista hace una primera valoración del caso: hipótesis diagnóstica, diagnóstico diferencial, exploraciones complementarias, confección del expediente clínico, indicaciones terapéuticas, objetivos tiempos, etc.

Es posible que el proceso de exploración se prolongue, según los casos, dos o tres entrevistas más, a partir de las cuales el especialista efectúa, en firme, la valoración diagnóstica y la propuestas de tratamiento, que determinan la elección de los procedimientos a seguir, periodicidad de las visitas, duración del tratamiento, resultados esperables, etc.

Posteriormente se aplica y desarrolla el tratamiento establecido, abierto a revisión en función de la evolución, nuevos datos, incidencias, etc. Los tratamientos no terminan cuando se consigue la mejora, si no cuando dicha mejora se estabiliza. Finalizado el tratamiento es aconsejable hacer dos o tres visitas de seguimiento convenientemente distanciadas en el tiempo.

La intervención terapéutica conjuga, normalmente, tratamientos específicos, en función del diagnóstico principal, con otros de carácter más general en función de las características personales y circunstancias del paciente.

Comúnmente, las primeras intervenciones van encaminadas a reducir los síntomas de ansiedad y la incapacitación que producen. Posteriormente se estudian y tratan los factores que originan y/o mantienen la ansiedad y otras alteraciones o dificultades que puedan acompañarla.

Habitualmente, los tratamientos incluyen aspectos relacionados con la recuperación de la salud, si se ha perdido, aspectos relacionados con la prevención, y aspectos relacionados con el desarrollo personal del paciente que de un modo u otro tienen que ver con lo que le pasa.

Normalmente, al inicio del tratamiento, se acude a consulta una vez por semana. Cuando el tratamiento está mínimamente encauzado, se espacian las visitas, efectuándose habitualmente a razón de una visita cada 15 días. Si el tratamiento es exclusivamente farmacológico, el ritmo de las visitas es diferente: inicialmente cada tres o cuatro semanas, posteriormente cada dos o tres meses.

La duración total de los tratamientos es variable. Oscilan entre seis meses y un año, si bien en algunos casos pueden ser más largos. Se considera que al cabo de dos tres meses han de aparecer ya algunos primeros resultados, indicadores de la utilidad de los recursos que se están aplicando, y de la capacidad y disposición del paciente para beneficiarse de ellos.

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Barcelona y Madrid. Psicólogos. Terapia cognitivo conductual.

Categorías
Ansiedad: avisos y funciones

Funciones de la ansiedad

Las emociones disponen y orientan hacia  determinadas actitudes y acciones, articulando eficazmente -no siempre-  percepción, cognición, fisiología, afectos y conducta. Todo ello,  dependiendo, básicamente, de los resultados/ expectativas relacionados con alcanzar/conservar lo deseado y alejarse/minimizar lo indeseable, con unos medios y en unas circunstancias.

La ansiedad constituye, por un lado un sistema de alerta que nos avisa de que algo requiere nuestra atención o consideración. Para entendernos, cumpliría en términos psicológicos, una función parecida a la del dolor en términos físicos. A nivel físico el aviso podría ser un dolor de  cabeza, sentirnos cansados, notar los músculos cargados y el asunto en cuestión podría requerir  de alguna acción o medida, o no. La ansiedad nos advierte de posibles riesgos, necesidad de recursos extra,  incompatibilidades, contraindicaciones, amenazas.

Más allá de esta función de advertencia, la ansiedad nos dispone a actuar al respecto: atender e indagar sobre el asunto, valorar la importancia y consecuencias, vigilar, disponer recursos, etc.

El registro emocional de la ansiedad se proyecta en la dimensión Desactivación-Atención –Alerta-Alarma, en función de la percepción de la gravedad, inminencia, probabilidad de ocurrencia del riesgo, por un lado, y de la disponibilidad percibida  de recursos para hacerlo frente.

En lo referido a su función disposicional y operativa,  la ansiedad  propicia diferentes tipos de acciones movilizadoras. Veamos las más importantes, ejemplificándolas  ante la realización de un concurso-oposición:

  • Advertir, tomar conciencia de las consecuencias positivas/negativas del resultado de  la prueba, vigilar  que nuestrosderechos no están conculcados en la convocatoria, en su caso reclamar, que cumplimos con los requisitos exigidos, estar atentos a procedimientos, plazos.
  • Prepararse, ponerse en las condiciones físicas o psicológicas necesarias para la afrontar  la prueba, el proceso hasta que se celebre y  los esfuerzos y renuncias exigidas. Capacitarse, adquirir conocimientos, entrenarse, establecer controles.
  • Buscar apoyos, hacerse con medios materiales o personales a sumar a los nuestros:  ir a una academia o contar con un preparador personal, comprar libros o apuntes.
  • Prevenir,  preparar las cosas necesarias para un fin, tomar precauciones por adelantado para evitar un daño: Hacer una programación que nos permita acabar y repasar el temario, disponer medidas que nos comprometan a hacerlo, contar con recursos económicos para sobrevivir el periodo de preparación y asegurarnos el tiempo necesario para hacerlo. Prever, disponer con antelación medios para disminuir los efectos negativos de algo, alternativas si no se superara la prueba satisfactoriamente.
  • Afrontar,  ponerse en disposición de hacer frente a una situación de cierta dificultad como  realizar el examen escrito u oral, concentrarse , templar el estrés y los nervios.
  • Establecer prioridades en el uso de recursos y esfuerzo: renunciar, posponer o dejar bajo mínimo otras actividades o intereses, para favorecer  el estudio y la preparación adecuados. Inhibir/ bloquear otras actividades no compatibles o inconvenientes en un momento dado.
  • Luchar, hacer valer,  defender nuestro examen, superar objeciones.
  • Protegerse de posibles invalidaciones, impugnar preguntas,  procedimientos o resultados incorrectos, que pudieran desfavorecernos, al amparo de las leyes,  asociarse con otros
  •  Evitar  ir al examen, llegado el momento,  si no nos hemos preparado  lo suficiente, o escapar, abandonar,  si una vez dentro, la dificultad supera a la que podemos hacer frente con alguna probabilidad de éxito.

Muchas cosas  nos van bien  gracias a la ansiedad que,  bajo las condiciones adecuadas,  mejora nuestro rendimiento y adaptación al medio.

La ansiedad se torna disfuncional

  • cuando  es desproporcionada, compromete la salud y el bienestar o la autonomía.
  •  cuando interfiere de manera significativa en el normal desarrollo de las actividades de la persona (estudio, trabajo, vida social, vida familiar, ocio).
  • cuando se instaura el mecanismo de “miedo al miedo”: Las manifestaciones de la ansiedad se convierten en su principal disparador.
  • cuando dentro de las funciones de la ansiedad, se activa recurrentemente alguna inadecuada al caso, en lugar de las más  funcionales o convenientes. A medida que el   registro emocional se polariza hacia el estado de alarma, se ven más favorecidas las respuestas más primarias y reactivas ( evitación, huida, irritabilidad, parálisis).
  • cuando se imponen y sistematizan las formas de afrontamiento reactivas, impulsivas, inmediatas, frente a las proactivas, estratégicas y de alcance.
  • cuando se confunde  el afrontamiento de la emoción y sus efectos con el del problema:  arrascarse sobre la herida, pretendiendo reducir el picor y el escozor, en lugar de centrarse en el cuidado de la herida o, en su caso de lo que la origina; también, hacer a la par unas cosas y otras.

Realizar una terapia psicológica te ayudará a superar tu problema de ansiedad de una manera más rápida y eficaz.

Contáctanos y te informamos:

Clínica de la Ansiedad en Barcelona: 93 226 14 12607 507 097.

Clínica de la Ansiedad en Madrid: 91 829 93 92607 507 097.

Correo electrónico: info@clinicadeansiedad.com

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.[:]

Categorías
Regulación emocional

Qué son las emociones

Las emociones son respuestas o reacciones que modifican nuestro afecto y nos predisponen a la acción. Su función adaptativa nos dirige a prepararnos hacia determinadas acciones. Agudizan nuestros sentidos y nos movilizan en una determinada dirección. Estas reacciones se manifiestan con cambios fisiológicos, cambios a nivel de pensamientos y cambios a nivel de conducta. Las emociones modifican nuestro estado afectivo y cumplen alguna función que nos resulta útil y provechosa para satisfacer nuestras necesidades u objetivos. Las emociones cambian nuestro afecto, motivan nuestras acciones y también cumplen una función de comunicación social.

A través de estos cambios promueven comportamientos y acciones dirigidas básicamente a evitar aquello que nos resultaría perjudicial y acercarnos a aquello que nos resultaría beneficioso.

Existe un grupo de emociones básicas o primarias y otras más complejas llamadas secundarias. Las emociones primarias son: miedo, ira, alegría, tristeza, sorpresa y asco.. En cuanto a las emociones secundarias, los autores las describen como emociones más complejas, combinación de las primarias, dependientes del aprendizaje, la cultura y la maduración de la persona. Su expresión suele ser muy similar entre nosotros, pero dependiendo de nuestras características, aprendizajes y experiencias, experimentaremos ciertas emociones de una manera particular y distinta a los demás

Lo mismo ocurre con el motivo que las desencadena. Una misma situación puede desencadenar emociones diferentes entre las personas o con un grado de intensidad muy distinto. En este sentido, también nuestras características y experiencias modulan la forma en que experimentamos las emociones. A través de como vivimos una situación, de como la percibimos o interpretamos, experimentaremos emociones diferentes o con distinto nivel de intensidad.

Un buen ejemplo de ello lo tenemos a través de como experimentamos el miedo, que es una de las expresiones fundamentales de la ansiedad. No a todas las personas les dan miedo las mismas cosas o situaciones, ni con la misma intensidad.

Algunos ejemplos:

  • Cometer un error en el trabajo: Hay quien experimentará este hecho con temor a que su jefe/a le diga algo, a que le sancionen o incluso le despidan o piensen mal de sus capacidades, y por tanto se sentirá ansioso/a, con miedo y preocupación. Pero para otra persona pese a no estar satisfecha, puede entender que es normal cometer errores y que aún así su trabajo es de calidad y válido. Esta persona no sentirá miedo ni preocupación o en todo caso su intensidad sería mucho menor que en el primer caso.
  • Tener una cita: Algunas personas ante la situación de conocer a alguien y tener una cita pueden activarse mucho, estar muy nerviosos/as, pensar que no estarán a la altura o que no serán del agrado de la otra persona y por tanto dormir mal la noche anterior, preocuparse y angustiarse. En cambio, otras personas pueden vivir esa situación como algo motivador y atractivo, interpretando la cita como algo divertido y ameno independientemente del “éxito”, y por tanto se sentirán ilusionados y contentos con la cita. La primera persona piensa preocupada“¡oh, no, tengo una cita!” y la segunda piensa alegremente“¡genial, tengo una cita!”.
  • Una presentación en público: Hay personas que ante una posible evaluación negativa por parte de los demás sentirán miedo y ansiedad intensos, y su experiencia será “he estado muy nervioso/a, la presentación ha sido un desastre”, mientras otros podrán incluso disfrutarlo y su grado de ansiedad casi inexistente.
  • Viajar en avión: Hay quien lo disfruta y hay quien lo sufre.

Como vemos en estos ejemplos, la emociones no dependen solo de la situación que las desencadena sino de otros muchos factores.

Aunque tendemos a distinguir las emociones básicamente en dos grupos, negativas o positivas, esta distinción no hace justicia a su función. Consideramos estas categorías, de buenas o malas emociones, por como nos sentimos al experimentarlas. Una descripción más razonable sería dividirlas en agradables o desagradables, pero considerando que todas ellas serían positivas porque nos ayudan adaptarnos y superar dificultades. Las emociones experimentadas como desagradables suelen tener el objetivo de evitar o apartarnos de una situación contraproducente, mientras que las emociones agradables tienen por objeto acercarnos a…, repetir las circunstancias o situaciones que nos resultan beneficiosas.

¿Pero todas las emociones son adaptativas y nos ayudan?
Depende del grado y la circunstancia en que se manifiesten. Si se manifiestan con una intensidad adecuada y ante circunstancias que lo requieren si, entonces si que nos ayudan, pero no siempre ocurre de esta manera. Cuando sucede que una emoción aparece de manera desproporcionada o exagerada, o en un contexto en el que no se requiere, puede incluso dificultarnos el rendimiento y la consecución de objetivos. Cuando eso ocurre, es cuando consideramos que la emoción es desadaptativa o inadecuada. Esto es algo que ocurre con frecuencia en los problemas relacionados con la ansiedad. La ansiedad y el miedo nos ayudan a prepararnos para afrontar de la mejor manera una situación complicada, difícil o peligrosa, pero si la ansiedad es muy intensa o se presenta sin que exista en realidad dicho peligro, puede llegar a entorpecer notablemente nuestro bienestar y nuestros objetivos. Resultará entonces una emoción contraproducente y nos generará un malestar innecesario. En estos casos la terapia psicológica nos puede ayudar. Un tratamiento cognitivo conductual nos proporcionará una serie de herramientas y estrategias para superar nuestros problemas, reconducir nuestras emociones para que aparezcan de nuevo en una medida adaptativa y en las circunstancias necesarias. Nos ayudará también a encauzar adecuadamente nuestros pensamientos y comportamientos para el buen desarrollo de nuestro bienestar.

Como resumen podríamos decir que:

  • Las emociones son una reacción adaptativa que modula nuestro afecto y que se manifiesta a nivel de activación fisiológica, pensamientos y conductas.
  • Nos ayudan a conseguir nuestros objetivos y satisfacer nuestras necesidades promoviendo acciones en esas direcciones y tiene también cumplen una función de comunicación social.
  • Dependen o se modulan a través de diversos factores: situaciones desencadenantes, experiencias anteriores, creencias e interpretaciones, características personales…
  • Tienden a acercarnos a lo agradable o deseado y a alejarnos de lo desagradable o perjudicial.
  • Todas las emociones, aún siendo desagradables, cumplen una función y por tanto son positivas.
  • La única excepción es cuando se presentan de manera muy intensa o incongruente con la situación, entonces pueden representarnos un problema. Si no logramos gestionarlas bien y reconducirlas acudir a terapia nos puede ayudar.

Realizar una terapia psicológica te ayudará a superar tu problema de ansiedad de una manera más rápida y eficaz.

Contáctanos y te informamos:

Clínica de la Ansiedad en Barcelona: 93 226 14 12607 507 097.

Clínica de la Ansiedad en Madrid: 91 829 93 92607 507 097.

Correo electrónico: info@clinicadeansiedad.com

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.

Categorías
Preguntas más frecuentes

¿Se hereda la ansiedad?

Los trastornos de ansiedad muestran agregación familiar. Esto sugiere que individuos de la misma familia pueden estar compartiendo cierta predisposición heredada hacia este tipo de problemas psicológicos. Así, por ejemplo, tomando como base muestras muy numerosas de gemelos monocigóticos, los investigadores han llegado a la estimación de que la aportación genética en la ocurrencia del trastorno de ansiedad generalizada es del 38%, y del 44% en el trastorno de pánico.

Sin embargo, no se puede decir que exista un único gen que ‘cause’ ansiedad. De hecho, los trastornos de ansiedad aparecen como resultado de la combinación de diferentes factores, tales como rasgos heredados, estresores externos, experiencias vitales, etc. Tener un familiar que padezca un trastorno de ansiedad puede ser un factor de riesgo de desarrollar este tipo de patología, sin embargo, no implica que la persona siempre y en cualquier caso lo acabe padeciendo.

Por otro lado, en la génesis de los trastornos de ansiedad juega un papel muy importante la historia de aprendizaje del sujeto. Convivir con alguien que padece un trastorno de ansiedad puede influir en el niño no sólo a nivel biológico o genético. Estos familiares pueden servir de modelo de conducta a seguir e influir en él a través de lo que observe y aprenda en casa.

Videos ilustrativos:

Bases genéticas de la ansiedad y la depresión. Programa Redes. TVE.

Estrés y genoma: interacción cuerpo-mente