El organismo cuenta con recursos limitados, con los que tiene que hacer frente a todo lo que se presente y, por tanto, administrarlos con algún criterio y regla de prioridad.
Se enfrenta, pues, a un problema similar al que, en muchas ocasiones, nos encontramos como personas. Así, con los recursos económicos con los que contamos, tenemos que atender a los diversos asuntos/servicios que nos conciernen o interesan. Si la comunidad de vecinos acuerda el pago de una derrama para arreglar la fachada, y, por otro lado, el coche se ha estropeado y necesitamos otro para trabajar, es probable que, para atender esos gastos, tengamos que reducir otros o dejarlos bajo mínimo.
Volviendo al organismo, ¿qué pasaría si, media hora después de comer copiosamente, nos pusiéramos a jugar un partido de competición de baloncesto? Para jugar a baloncesto ¿a dónde tiene que afluir la sangre (oxígeno, hidratos de carbono)?. A los músculos, al propio sistema cardiovascular y respiratorio. La digestión, por otro lado, es una función compleja, larga, que requiere de una alta afluencia de sangre. Estas dos demandas, exigentes y simultáneas, ponen en conflicto los recursos, capacidad de provisión y distribución del organismo, repercutiendo en sus funcionalidades.
Jugaríamos a baloncesto por debajo de nuestra marca y posibilidades, nos fatigaríamos más y tendríamos menos resistencia, dado que los recursos de oxigenación no son los óptimos, pues una parte de ellos se están detrayendo para otras funciones. Tendríamos dificultades de anticipación y reactividad, más probabilidades de lesionarnos…. Por otro lado, por motivos similares, las funciones digestivas se verían repercutidas negativamente: más molestias, peor funcionalidad.
En el caso de la ansiedad y el estrés ¿a qué zonas del organismo habrían de acudir preferentemente los recursos transportados por el torrente sanguíneo? Dado que el sistema nervioso autónomo está activando las condiciones fisiológicas que nos dispongan a las respuestas de lucha, huida, o parálisis, los recursos se destinarán preferentemente a, casi, los mismos centros que para jugar a baloncesto (con el agravante de que, en el caso de la ansiedad y el estrés, la respuesta motora no se va a desencadenar, lo que, de suyo, va a generar otros problemas).
Cualquier deportista o entrenador trata de evitar el referido conflicto distanciando convenientemente la hora de comer y la de competir. Pero, el partido de la ansiedad y el estrés ¿a qué hora empieza? ¿cuánto dura? Con frecuencia, la administración de recursos por parte del organismo se complica, puesto que las funciones de la ansiedad y su preparación coinciden con otras… Tanto mayor sean la exigencia y duración respectivas, el conflicto entre funciones y sus efectos serán más altos, pasando de una contraindicación a una incompatibilidad.
Así sucede, para poner otro ejemplo, a nivel cerebral. El cerebro consume sobre el 20-25% del oxígeno que tomamos, a pesar de, en proporción, su escaso peso. En el caso de la ansiedad y el estrés, lo podríamos ver con pruebas de neuroimagen, ¿a dónde afluye la sangre fundamentalmente? A las áreas encargadas de la respuesta emocional primaria, la activación de ciertas memorias, la coordinación motora… Si afluyen más recursos a esas áreas, otras quedarán en precario, bajo mínimos ¿cuáles? Áreas prefrontales y otras relacionadas con el procesamiento superior de la información y toma de decisiones, que se verán comprometidas, con operatividad limitada.
Estos conflictos a nivel de la fisiología y metabolismo básicos tienen su expresión también en otro tipo de recursos: perceptivos, atencionales, etc .
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Fuente: Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.