Muchas personas cuando experimentan un nivel muy elevado de ansiedad o un ataque de pánico creen que van a tener un ataque al corazón o que van a morir. Eso no es así. El cuerpo, simplemente, está en estado de alarma provocada ante la interpretación de una situación como amenazante o peligrosa. Las sensaciones que se experimentan en esos momentos pueden ser muy intensas y desagradables, pero son perfectamente asumibles para el organismo sin mayores riesgos.
Sin embargo, un estado de activación emocional elevada mantenido durante un período largo de tiempo puede aumentar la probabilidad de desarrollar problemas de salud, cansancio crónico, agotamiento, disminución de las defensas, trastornos psicofisiológicos, etc.
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