El proceso de exploración y valoración psicológica tiene por objeto conocer al paciente y su problemática, hacer una valoración diagnóstica, e indicar una intervención terapéutica si se requiere. Normalmente dura entre una y tres entrevistas, según el caso, y puede requerir, o no, exploraciones complementarias.
Tras las presentaciones iniciales, el paciente explica a su manera el motivo de consulta, ofreciendo explicaciones sobre qué le preocupa, qué le pasa, cómo, cuándo, inicio, desarrollo, situación actual, expectativas, en fin, toda aquella información que permita trasladar al especialista una visión comprensiva del problema.
En esta primera fase el especialista suele elegir el método de entrevista abierta, es decir, anima y ayuda al paciente a que exprese libremente, con sus propias palabras, a su manera, lo que le pasa. No sólo existe información en lo que se dice, sino en cómo se dice y cómo se articula la explicación.
Posteriormente, el especialista elige un tipo de entrevista semi-estructurada, con preguntas específicas sobre diferentes aspectos, tendentes a conocer en profundidad el motivo de consulta y a elaborar la historia clínica del paciente: manifestaciones sintomatológicas, acontecimientos vitales recientes, conocimiento básico de la situación afectivo-familiar, laboral, social y lúdica, antecedentes médicos y psicológicos, antecedentes familiares, consumo de tóxicos, etc.
Es probable que se solicite al paciente la realización de pruebas específicas complementarias o que las aporte si las tiene: pruebas clínicas (análisis de sangre o electrocardiograma, por ejemplo), pruebas de diagnóstico por imagen (radiografías, por ejemplo) o pruebas psicométricas (cuestionarios generales, de personalidad por ejemplo, o específicos, por ejemplo de ansiedad).
Estas exploraciones son pruebas objetivas que contribuyen a conocer mejor el caso, por un lado, y a efectuar el diagnóstico diferencial por otro: algunos signos de afecciones psicológicas pueden coincidir con las manifestaciones sintomatológicas de otras afecciones médicas o psicológicas. Es importante, contar con un buen diagnóstico diferencial, que evite confusiones o solapamientos entre alteraciones que puedan presentar síntomas parecidos. El diagnóstico diferencial se efectúa, pues, sobre los datos de entrevista y, si se requiere, sobre los datos de las pruebas complementarias. Algunas de estas pruebas, por ejemplo test, cuestionarios y escalas de avaluación conductual, puede efectuarlas el propio especialista, otras han de solicitarse a los servicios pertinentes, explicando siempre al paciente los motivos para llevarlas a cabo y contando con su consentimiento.
Finalmente, el especialista está en condiciones de hacer una valoración rigurosa del caso, y más concrétamente un diagnóstico, y explicarlo en términos comprensibles al paciente. Sobre la base del diagnóstico, el conocimiento del paciente, y la demanda de éste, el especialista propone el tratamiento a seguir, explicando en términos generales sus características, implicaciones, perspectivas, periodicidad de las visitas, tiempo total estimado, etc.
A partir de aquí el paciente reafirma, si es el caso, su voluntad de seguir adelante con el proceso e iniciar el tratamiento propiamente dicho, si bien de las intervenciones anteriores ya se ha podido desprender algún efecto terapéutico o de cambio.
No obstante, no todos los casos consultados requieren un tratamiento propiamente dicho. En algunos casos es suficiente con la propia valoración psicológica o una mínima orientación.
Fuente: Clínica de la Ansiedad. Madrid y Barcelona. Psicólogos. Terapia cognitivo conductual.