«Finalizada la oposición, cuando me disponía a tomar el metro para volver a casa, experimenté, de pronto, dolor en el pecho, ahogo, palpitaciones … Pensé en el infarto. Tomé un taxi y me se dirigí al servicio de urgencia de un hospital, donde, tras explorarme, me diagnosticaron un trastorno por estrés. Me tranquilicé y me fui para casa. Cuatro o cinco días después, empecé a pensarlo y ya empecé a estar mal, con los mismos síntomas. Cada vez lo pensaba más. Me ha entrado un miedo horroroso a la muerte, a perder el dominio del cuerpo y de la mente. Evito los transportes públicos, espacios cerrados y abiertos, los grandes almacenes. Estoy algo más tranquilo si me acompañan. Conducir mi coche también me da miedo, por si me mareo o me da algo. Si no tengo más remedio, lo hago por circuitos próximos a hospitales o clínicas, teniendo presente en cada momento las direcciones a tomar, por si se produjera algún infarto o accidente interno. Evito las autopistas, por no tener la posibilidad de salida inmediata y, las retenciones, que pudieran bloquearme. Lo paso fatal.»
La Asociación Americana de Psiquiatría define la agorafobia como el miedo a estar en lugares o situaciones de los cuales puede ser difícil o embarazoso escapar o en los cuales puede no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico o síntomas similares a los del pánico (mareo, caída, sensación de extrañeza, pérdida del control de esfínteres, vómito, ahogo, molestias cardiacas etc). Como consecuencia de este miedo la persona evita las situaciones temidas, las soporta con gran ansiedad o necesita ser acompañada.
Una vez instaurados, los problemas agorafóbicos suelen experimentar fluctuaciones, con remisiones parciales y recaídas de duración variable. Normalmente se necesita un tratamiento adecuado para conseguir una recuperación estable. Se calcula que, como máximo, sólo un 20% de los casos no tratados, se recuperan espontáneamente, casi siempre a lo largo del primer año.
Alrededor de un 5% de la población padece algún trastorno fóbico a lo largo de su vida. En muchos casos la agorafobia, muy relacionada con las crisis de pánico, va acompañada de otros problemas: ansiedad generalizada, depresión, hipocondría, abuso de alcohol o psicofármacos, etc.
Para saber más
Bados, A. (1995a). Agorafobia – I: Naturaleza, etiología y evaluación. Barcelona: Paidós
Echeburúa, E. y de Corral, P. (1992). La agorafobia. Nuevas perspectivas de evaluación y tratamiento. Valencia: Promolibro
Marks,I.M.(1991a).Miedos, fobias y rituales: (1)Los mecanismos de la ansiedad.Barcelona: Martínez Roca
Video Ilustrativo: La casa de los agorafóbicos