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Buenas tardes, me llamo Irina y soy de Guatemala.
Les escribo ya que necesito una opinión, estoy confundida y atravesando por los últimos momentos con mi pareja. Desde ya muchísimas gracias. Actualmente hablamos de la ruptura e incluso nos hemos dado el adiós final hace unos días, pero no duró ni un solo día que volvimos a ponernos en contacto.
Los pongo en contexto. Conocí a Ismael hace 3 años. El se enamoró rápidamente de mi, mientras que yo quería tiempo para procesar dolores del pasado. Finalmente, nos pusimos en pareja en mayo del 2022. El se mostró insistente, pero yo finalmente me enamoré y seguí con convicción.
Al hacerlo, la persona cálida, amorosa y presente que Isma solía ser, se volvió fría, distante. Nuestra situación de pareja siempre fue a distancia, pero intentábamos vernos cada 1 o 2 meses, nunca más que eso.
Sentir su repentina indiferencia al reencontrarnos me generó muchas inseguridades. Incluso empecé a llenar esa incertidumbre del por qué Ismael estaría así, convenciéndome de que tendría que ver con su ex pareja.
Me obsesioné por completo con el tema. Durante casi dos años fue un tema recurrente. Casi a diario trataba de resolver esta incertidumbre y le decía: Extrañas a tu ex? Te siento frío, sigues enamorado de ella? Volverías a ese lugar? Abundaban mis preguntas, casi diarias, así como también mis acusaciones: me estás mintiendo, dime la verdad de una vez, sé honesto, yo lo soy, merezco que vos también lo seas… Hoy lo veo con mucha agresividad de mi parte, pero es cierto que yo iniciaba esas conversaciones con buena voluntad, sí con un poco de verguenza, pero él se enojaba y detonaba mi paciencia, además de confundirme, por qué no podía hablarse pacíficamente? Por qué las cosas que sí sabe decirme de buena gana, tampoco me convencen?
Luego de dos años inmersos en esta dinámica insegura, en el que la conversación de su parte era nula y por mi parte agresiva, Isma habló en marzo del 2024. Durante esos años se limitó a negar rotundamente todo respecto a su ex pareja, pero nunca habló del problema real, de la razón por la que yo estaba insegura, es decir, la razón real de su frialdad y distanciamiento.
Un buen día, confesó que había mentido al decirme que había soltado a su ex en nuestros primeros meses de relación. Seguía procesando asuntos y le había escrito él a ella para su cumpleaños. Si bien me había mentido al decirme que era un caso totalmente cerrado y que jamás habían vuelto a hablar, el verdadero problema había sido otro, más allá de sus mentiras y silencios en este tema que, para él fue intrascendente (y para mí hoy también), pero un tema que había demasiado importante para mí en su momento, ya que me permeaba muy profundamente y muchas veces me quitaba el sueño.
Vamos paso a paso, que fue mucha información de un golpe. Para empezar, Isma confesó tener problemas con el compromiso. No fue la primera vez a mi lado que le ocurrió esto de ponerse en pareja y abrumarse de una angustia casi existencial, una preocupación diaria, constante, por el simple hecho de tener el corazón de otra persona en sus manos.
Por si fuera poco, confesó haber tenido una adicción a la dopamina de conquistar mujeres, no durante nuestra relación, en la que sé que fue fiel y pudo controlar sus impulsos, pero sí a lo largo de su vida. Cree haber sido feliz en esas épocas en las que, sin compromiso alguno, dedicaba su vida a conquistar mujeres y tener sexo casual, sin amar ni ser amado por nadie.
Lejos de ser un asunto de su pasado, todo eso intervenía en nuestra relación. Estaba abrumado por el compromiso, pero también por la idea de que había un pasado en el que todo había sido mejor, abundaban los deseos a otras mujeres, confesó tener una líbido muy alta, aunque siempre controlando sus impulsos, abundaba la nostalgia de la sensación de libertad al no estar comprometido, además de una euforia atada a ciertas experiencias y a ciertas personas, basado en todo lo que él sintió, hoy visto, quizás ilusoriamente, como un pasado mejor. Aún me cuesta mucho saber si esto es normal (sé que la atracción a otras personas lo es, y siempre lo hablamos como algo normal y algo de lo que ninguno de los dos tiene que preocuparse) o si es algo particular. Quiero saber si seré yo la que tiene que conciliar todo esto y entender que es algo natural, o si realmente es algo concreto y a trabajar por su lado.
Isma empezó a experimentar una culpa inmensa cuando, después de dos años de silencios y de constantes dudas de mi parte, habló. Y por ende, confesó cosas que, más allá de lo que pensó y sintió, hizo. Una de las situaciones es que fue a distintos kioskos donde sabía que la chica que atendía era bonita, solo para verla desde su afán de hacerse el lindo y gustar. Otra situación es que una vez subió una foto estratégica, queriendo llamar la atención de alguien puntual. Esta persona le respondió y hablaron, pero no paso de ahí. Entiendo que él tuvo muchas situaciones de conversación con personas que le atrayeron, pero nada más. Sé que no hubo infidelidad, creo que es hasta más complejo lo que hay acá. También confesó que, estando a distancia, muchas veces no quería ir a visitarme por todas estas cuestiones, además de por lo mal que estábamos nosotros, yo siempre desconfiando y tratando de develar una verdad que nunca llegaba (y me sentía estúpida por desconfiar, al fin y al cabo el jamás había mostrado lo contrario, pero algo pude oler).
Todo esto me lo soltó en apenas unas semanas de marzo del 2024. Me costó mucho procesar todo. Muchas cosas que creía ciertas no lo fueron. En el plazo de pocos días tuve que conciliar muchas cosas: Isma no habló durante dos años, haciendo oídos sordos a mis constantes preguntas sobre qué estaba pasando, dos años en los que sentí mucho dolor y una obsesión por la que llegué a llorar de desesperación en muchas ocasiones. Además de tener que sanar dos años difíciles, supe que Isma tiene problemas de compromiso, es adicto a las mujeres y a este tipo de dopamina, por momentos le viene una sensación muy fuerte de nostalgia y cree ser más feliz estando soltero y sufre pensamientos intrusivos al respecto, como deseo, una líbido excesivamente alta. Se me hizo todo muy incompatible con un vínculo amoroso y con un compromiso feliz y estable. Él mismo se empezó a sentir muy mal, diciendose cosas como obsesivo sexual, mentiroso, etc. Hoy en día creo que se empezó a sentir peor persona de lo que realmente fue, pero fue muy confuso para mí escuchar hablar así de sí mismo en aquel entonces.
Sin embargo, Ismael experimentó un claro remordimiento y claras intenciones de mejorar. Decidió eliminar redes sociales, que estimulaban todos estos conflictos y deseos internos, y ver cómo podía cambiar todo esto. Yo le recomendé que empezara terapia psicológica, pero no quiso. Su confesión fue en marzo, y fue recién en agosto 2024 que empezó terapia. Durante esos meses antes de ir a la psicóloga se aisló, pensando en que sería la solución. Se sentía culpable hasta por ver un trasero en la calle, y paso de ser una persona silenciosa a contarme de absolutamente todo, hasta de que la moza que lo atendió una tarde era bonita y se sentía culpable por verse atraído, de recuerdos de personas de su pasado, de la euforia que había quedado cristalizada en una chica que fue su amante y de quien se enamoró, de la nostalgia que le daba pasar por la ciudad de esta chica, etc. También se percató de que estar solo no sería la solución, fue consciente de que la idea de que el pasado era mejor era tan solo una ilusión, que hoy no quiere estar soltero por más que su mente le haga creer lo contrario, y empezó a estar seguro de querer madurar para estar en un vínculo amoroso a mi lado, solo que no supo y aún no sabe bien cómo, pero tiene las cosas en claro: quiere mejorar y estar conmigo, y cuando empezó terapia supe que estaba siendo coherente con esa elección.
Creo que tanta comunicación drenó la relación. Por mi lado, me sentía muy mal. Todo aquello estimulaba mis inseguridades, sentía que si se reunían dos factores el podría ser infiel. La confianza quedó destruida desde que su frialdad asomó, pero luego quedó aún más en ruinas cuando después de dos años habló y confesó conductas suyas difíciles, que quizás había negado antes. No hubo una traición importante, sí problemas de comunicación, mentiras y estas situaciones dificiles de digerir, esto que conté de la chica de los kioskos y situaciones similares, son micro infidelidades?
La infidelidad es un límite que yo no estoy dispuesta a conciliar. Pero estuve intentado conciliar todo el resto: sus deseos, sus problemas de compromiso, su nostalgia ilusoria de que otras mujeres o de que la soltería sería un espacio mucho mejor que esta relación, sus cuestiones aparentemente inconclusas con amantes del pasado. Y decidí atravesar todo eso simplemente por ver su arrepentimiento y por el hecho de demostrarme estar presente. Nunca más volvió a estar frío y distante. Sí es cierto que por momentos todo esto lo consumía y yo lo notaba, sabía que probablemente estaría pensando en alguien de su pasado o en una fantasía a concretar, y eso me causaba muchísimo dolor. Pero el, lejos de disfrutar todos estos pensamientos como antes, a los que consideraba su refugio, ahora se siente mal ante ellos, no los quiere, los rechaza, pero aún no sabe como extriparlos de su interior.
Hoy día, el se deprimió. Siento que no encontró esa dopamina que lo sostuvo tantos años, una dopamina que viene de las mujeres. Distinto sería si fuera adicto a una droga, que sería un escenario espeluznante, pero este asunto de las mujeres me toca en una fibra muy sensible mía.
Decidimos continuar juntos y atravesar todo esto. Más allá de los asuntos conflictivos de Isma, noté muchos errores que yo misma cometí en el camino, y hoy en día me carcome la culpa. No supe acompañarlo. Si el un día se acercaba y me hacía saber que otra vez estaba mirando la vereda de enfrente (mujeres), yo no supe decirle «vamos para adelante, te entiendo y te acompaño». Siento que todo esto me dolía tan profundamente que no pude acompañarlo. Alimenté mentalmente todo esto, inflé situaciones desde mi imaginación, me permití actuar desde el dolor y no desde una actitud madura para seguir adelante con esto. Siento que no fui coherente con la decisión que tomé de acompañarlo, porque no lo hice, porque si el se acercaba a confesar algo o a compartir sus sentimientos, yo lo rechazaba desde el dolor que me provocaba su malestar relacionado con asuntos ajenos a un compromiso amoroso. La confianza jamás se construyó por este motivo, sencillamente no pude, y al no confiar, cometí el error de muchas veces señalarlo con el dedo y culparlo por ser cómo es, olvidando que está haciendo esfuerzos inmensos por mejorar. Siento que esta actitud de mi parte hizo que el no pudiera mejorar, y hoy me siento sumamente culpable por eso, siento que arruiné una relación que podía mejorarse, que evité la resurrección por dolor y me siento horrible. Pudimos disfrutar de momentos, pero a la hora de hablar de sentimientos, todo era dolor para mí, y el también reprochaba esto.
En una oportunidad fuimos juntos a ver a su terapeuta y ella supo decirme que nada de esto tiene que ver conmigo, que es algo propio de Isma y que el realmente esta haciendo un trabajo interno para dejar todo esto de lado y poder estar conmigo. Que todo esto lo condiciona, y no es algo que él elija. Me dio paz pero al mismo tiempo me llenó de desesperanza. Estos meses me enfoqué en mí, tratando de construir mi vida, en un intento por sobrevivir a todo esto. Hice nuevas amigas, empecé el gimnasio, me comprometí con mi estudio y el trabajo, y puedo decir que durante meses me sentí genuinamente feliz por mi trabajo personal, pero jamás volví a encontrar felicidad en la relación. Era frustrante, me alejaba para protegerme y sentirme bien en mis espacios, pero al acercarme a la relación me encontraba con este terreno baldío, con que Isma se había deprimido, me dolía pensar que era a costa de nuestra relación y, ahora, pienso que puede haber sido a causa de mi falta de disposición para ayudarlo y entenderlo.
Él no supo construir su propia rutina. Confesó que si empieza un trabajo, quizás tenga que relacionarse con mujeres y eso le da mucha ansiedad. Y por mi lado, también me sentiría fatal de que el se relacione con mujeres que le atraen, hoy que conozco su interior, pero que creo no entenderlo del todo bien. Entonces ambos nos sentimos muy angustiados ante un mismo tema, y no es sano.
Su diagnóstico es predominantemente trastorno de personalidad histriónico, y en baja medida TP narcicista y TP dependiente. Su apego hacia mi es particular, esto también lo hablamos con su terapeuta (por cierto, el quiso que sea sexóloga). Él mismo pone mucho peso en sus hombros, tiene que dar y dar y dar. Por eso tiene tanta presión. Yo le he dicho, por ejemplo, que no nos enviemos mensajes todo el día a toda hora, pero él lo hace igual porque se lo autoimpone, y le da ansiedad no hablarme, no por necesitarme, sino por sentirse culpable si no lo hace, cuando nadie se lo exige. Y aplica a muchas otras situaciones.
Hace unos días tomé la decisión de terminar el vínculo. Le dije que no estaba funcionando, que sus problemas me hacían desconfiar y que mi desconfianza no le ayudaba a progresar a él. Nos costó horrores despedirnos, fue muy triste para ambos, casi onírico. Ambos nos sentimos muy culpables por no haber sido lo mejor para el otro. Yo me percaté de cuán violenta fui al hablar con él, al reprocharle y al no poder entenderlo y acompañarlo, al haberlo tratado de culpable en vez de ver sus constantes intentos por mejorar. Y me percaté de eso unas horas después de haber terminado. Me sentí culpable y le hablé.
No sabemos qué hacer. Si seguir intentándolo o qué. Por cierto, yo empecé terapia en julio del 2022, y siempre fue tópico central mi desconfianza con Isma (que parecía injustificada en aquel entonces), y luego de sus confesiones, trabajamos en intentar entenderlo mejor a él. Yo siento que jamás trabajé en terapia mis maneras de hablarle, no me di cuenta de cuán agresiva fui hasta después de terminar con él y eso me tiene muy culpable. Si lo habría notado antes, así como si hubiera encarnado la idea de que Isma no es culpable, sino víctima de sí mismo, y que es una persona que intentó con todas sus fuerzas sanar y estar bien a mi lado, quizás no estaríamos rompiendo hoy en día.
Me siento muy culpable. No conozco bien mis límites, no sé si terminar o si seguir intentándolo. Apreciaria mucho su consejo, y aprecio que hayan leído este testimonio de una pareja quizás bastante particular y complicada tanto de entender como de llevar.
Muchas gracias, espero su respuesta.
Irina.
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